Gobiernos inconscientes e irresponsables
2009-07-24
Quienes tuvieron la suerte de dar seguimiento a la cumbre de los pueblos (192 pueblos), en la ONU, del 24 al 26 de junio, para encontrar salidas incluyentes a la crisis económico-financiera, vivenciarían una doble perplejidad. La primera, el haber llegado a un sorprendente consenso acerca de medidas económicas y financieras que deberían ser puestas en marcha a corto y a medio plazo, en función del desarrollo/crecimiento. La segunda, el verificar que todo se concentró solamente en el aspecto económico-financiero, sin referencia alguna a los limites de la biosfera y a la devastación de la naturaleza que el tipo de desarrollo vigente implica. Es decir, la economía se volvió un conjunto de teorías y fórmulas que los expertos dominan y aplican a los países, olvidándose de que esa economía es parte de la sociedad y de la política, y que, por lo tanto, está ligada a la vida de las personas. Era como si los políticos y expertos no respiraran, no comieran ni se vistieran, y anduvieran por las nubes en lugar de andar por el suelo. Para ellos, tales cosas importantes son externalidades que no cuentan.
Al oírlos, pensaba yo para mis adentros: cuán inconscientes e irresponsables son estos políticos, representantes de sus pueblos, que no se dan cuenta de que la verdadera crisis no es ésa que discuten, sino la de la insostenibilidad de la biosfera y la incapacidad de la Madre Tierra para reponer los recursos y servicios necesarios para la humanidad y para la comunidad. Bien advirtió el exsecretario de la ONU Kofi Annan: esta insostenibilidad no impide solamente la producción y la reproducción, sino que pone en riesgo la supervivencia de la especie humana.
Todos están siendo rehenes de la locura económica del «desarrollo», entendido como mero crecimiento económico (PIB, producto interior bruto...). Ahora bien, este paradigma de desarrollo -mentirosamente sostenible- del actual modo de acumulación mundial, está llevando a la humanidad y a la Tierra a la ruina. Las personas son lo último que cuenta. Primero vienen siempre los mercados, los bancos, el sistema financiero. Con sólo el 1% de lo que se aplicó para salvar a los bancos de la quiebra (algunos billones de dólares), se podría solucionar el hambre del planeta, afirma la FAO. Y actualmente la misma FAO ha alertado de que existen países con reserva de alimentos para sólo tres meses. Sin una cooperación mundial articulada, habrá hambre y muerte para millones de personas.
Discutir la crisis económico-financiera sin incluir las demás crisis -la del calentamiento global, la alimentaria, la energética y la humanitaria-, es mentir a los pueblos sobre la situación real de la Humanidad. Temo que dentro de unos años, nuestros hijos y nietos, mirando hacia nuestro tiempo, tengan motivos para maldecirnos y despreciarnos por no haber hecho lo que debíamos hacer. Conocíamos los riesgos y preferimos salvar el dinero y garantizar los bonus, cuando deberíamos haber salvado el Titanic que se hundía.
En este sentido Brasil es una pena: si hay un país en el mundo que goza de las mejores oportunidades ecológicas y geopolíticas para ayudar a formular el proyecto del «otro mundo necesario para toda la humanidad», ése sería Brasil.
Es la potencia de las aguas, posee la mayor biodiversidad del planeta, las mayores florestas tropicales, la posibilidad de una matriz energética limpia a base de agua, de viento, de sol, de mareas y de biomasa... pero no ha despertado todavía. En los foros mundiales vive en permanente siesta política, inconsciente, “yaciendo eternamente en una espléndida cuna” (palabras del Himno nacional brasileño). No se ha percatado de sus posibilidades, ni de su responsabilidad respecto a la salvaguarda de la Tierra y de la Vida.
Al contrario, marchando en dirección opuesta a la historia, estamos construyendo fábricas a base de carbón. Hemos deforestado 1.084 km2 de la Amazonia deede agosto de 2008 a mayo de 2009. Y somos el quinto mayor generador de polución del mundo... El factor ecológico no es estratégico para el actual gobierno. Somos ignorantes, atrasados, faltos de sentido de responsabilidad ante a nuestro futuro común.
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