3/18/2010

Buscan activistas en Haití prioridad para las mujeres




El campamento feminista “está donde actuamos en solidaridad”
María Suárez Toro

Costa Rica, 17 mar (RIF/CIMAC).- El Campamento Feminista Internacional de Solidaridad en Haití, nació al calor de la temporalidad y el desconcierto que la activista Sergia Galván experimentó en su recorrido por Puerto Príncipe buscando a las feministas haitianas y sus organizaciones. Cuando al fin se encontraron a finales de enero en PauP, fue aún más difícil encontrar un lugar seguro para reunirse.

Supimos por primera vez que por necesidad y seguridad, las compañeras vivían a la intemperie, como toda la gente, no sólo las que habían perdido sus casas, sino aún las que la tenían, porque en Haití seguía temblando. Y supimos además que poco a poco fueron apareciendo las formas de comunidad a las que le llamaron y les llamamos kan, que significa campamento en créole.

Ahora, cada vez que vengo a Haití voy de campamento en campamento, aún en los locales de las feministas que trabajan en carpas a las afueras de sus locales, y hemos creado un campamento propio de Radio Internacional Feminista (RIF) dentro de un campamento de derechos humanos.

Curiosamente, RIF se ha desenvuelto como un “campamento”, porque nació del imaginario y de la idea de esa gran carpa en Nairobi cuando la filántropa que había financiado la Carpa de la Paz decidió que aquella experiencia debía tener continuidad en un programa de radio internacional itinerante donde las voces de las mujeres pudieran ser escuchadas sin censura.

Ella se propuso crear RIF y para ello puso la idea y el imaginario en nuestras manos y nosotras la hemos construido con el movimiento feminista en Haití.

Desde un inicio supimos que el campamento feminista no estaba montado y que era necesario insistir en que tanto las latinoamericanas, especialmente las compañeras haitianas tienen que jugar un papel de co-dirección”.

Algunas activistas planteamos que eso de “campamento” era reconocer que era una estrategia de transferencia hacia Haití de los recursos solidarios humanos, materiales y financieros hasta que las haitianas estuvieran en condiciones de recibirlos y hacerlo totalmente suyos.

Era para contribuir a que eso sucediera y que sucediera lo más pronto posible. ¡Era una respuesta concreta, inmediata y que reconocía lo endógeno aún y cuando no habíamos podido entrar en contacto con las haitianas!

Y sobre todo reconocía que era una crisis de una dimensión para la cual no teníamos respuestas, pero sí voluntad política de apoyar. La carta de Sergia “El Llanto de Haití” nos había permitido comprender eso, junto con las conversaciones que por skype había estado teniendo con Silvie de los derechos humanos de Haití desde antes de la reunión con las haitianas.

En la reunión de su fundación en República Dominicana, se aclaró que “El Campamento Feminista Internacional “Myriam Merlet, Anne-Marie Coriolan y Magalie Marcelin” es una iniciativa que busca responder a estas problemáticas de manera flexible y cambiante, que toma en cuenta las necesidades de las mujeres y las niñas.

El Campamento es un espacio de referencia para la solidaridad internacional que hará posible que lleguen recursos directamente a las mujeres y a sus organizaciones y que estos contribuyan a la rearticulación del movimiento feminista y de mujeres de Haití y a garantizar su participación decisiva, en el proceso de reconstrucción del hermano país.

El Campamento no es sólo es un espacio físico, sino una iniciativa de solidaridad que se expresa en múltiples formas y en cada una de las organizaciones y mujeres que se manifiestan y solidarizan con las mujeres haitianas.”

La iniciativa se echó a andar. Tuvo tanta fuerza y presencia - aclaro sin ninguna duda - que tuvo y ha tenido mucha presencia y fuerza - en la región, en el mundo y hasta en Haití, que la gente preguntaba dónde estaba el campamento.

A un periodista de MSNBC de Canadá que quería visitar el “campamento”, le expliqué que el campamento todavía no era un lugar físico pero que estaba dónde estábamos actuando en solidaridad.

Le gustó el concepto y me dijo que entonces la actividad de solidaridad que él estaba organizando en Canadá por ser un gran amigo de Magalie Marcelin podía ser un “campamento”. Le dije que sí y la idea le encantó porque se pudo conectar aún más con “el campamento”.

Sobre la controversia sobre el nombre de la iniciativa feminista, “le seguiré llamado campamento de solidaridad feminista ayiti” hasta que el pueblo de Haití viva en condiciones dignas y seguras, para que no se olvide nadie acerca de cómo están viviendo.

Ahora que eso del nombre está resuelto como SOFA colectivamente y que yo sigo con mi tema, la pregunta que me hizo Rafael de Plataforma Ayuda a Haití hace unos días en la clínica/campamento en Léogan fue otra, pero muy relacionada. ¿Dónde están las feministas solidarias en Haití?

¡Y mi respuesta fue la misma que he tenido para usar la palabra “campamento”: están donde quiera que hayan feministas y organizaciones apoyando a las haitianas y sus comunidades a salir adelante como este pueblo quiera!

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