Los homicidios y ataques más recientes al ejercicio de las libertades de prensa, como derechos constitucionales, en nuestro país, de y para todos los mexicanos como es el caso de El Diario, de Juárez (allá en la cabecera del municipio de Juárez, donde las instituciones gubernamentales reinan, pero no gobiernan), han provocado opiniones y hasta consejos sobre cómo deben actuar los periodistas respecto a la información y crítica en torno a los hechos, casi siempre sangrientos con asesinatos diarios que generan la violencia creciente desatada por las delincuencias, cuyo factor común es el narcotráfico.
Los funcionarios federales que encabeza Calderón, quien cada día ya representa sólo un inquilino en Los Pinos amparado en la burbuja militar que parece un golpismo soldadezco (el secretario de la Defensa hasta discursos pronuncia respecto a que los uniformados de las tres fuerzas están ganando la batalla, a pesar de sus acciones mayoritariamente fallidas, pues los matones al servicio de los narcos llevan la delantera), recomiendan que los periodistas de la prensa escrita, los de radio y televisión ejerzan la censura previa que la Constitución expresamente prohíbe implantar. No lo han hecho del todo efectivo, pero sus sugerencias se encaminan a ese objetivo.
En una entrevista, como comentarista de planta del programa de José Cárdenas (el lunes 20 de septiembre), también dijo que los periodistas, en el caso de El Diario, pero extensivo al demás periodismo, mejor se impongan la autocensura previa y no informen sobre esa violencia que controla la vida pública en varias partes del territorio, y está convertida en un gobierno contrario a los principios constitucionales (artículo 136 de nuestra Ley Suprema). Castañeda y Calderón tienen derecho a pensar y expresarse de esa manera, pero el periodismo democrático y republicano tiene el deber de dar cuenta y razón de todo lo que sea información.
Proponer la censura previa, como Calderón, es incurrir en otra conducta anticonstitucional, aunque ejerza la libre expresión. En cuanto a Castañeda (siempre soberbio y hablando como un dios bajando en el escenario: deux ex machina), que nos otorga este consejo de la autocensura, supuestamente porque no vale la pena exponerse por informar, debe decirse en contra que por encima de todo está el deber del periodista de cumplir con su trabajo y toca a las autoridades dar las garantías para que todos los mexicanos ejerzan esas libertades y para recibir información sobre los hechos de violencia del narcotráfico y de acciones militares-policiacas para impedir que las delincuencias interrumpan la paz pública. Esto para que todos los mexicanos ejerzan sus derechos a plenitud. Y no recomendar que se suspendan, porque en una de esas piden que el golpe militar imponga la suspensión constitucional para establecer un gobierno contrario al imperio de la ley.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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