amenazasal orden mundial, la más consistente es la democracia, a menos que esté bajo un control imperial, y más generalmente, la afirmación de independencia. Estos temores han guiado al poder imperial a lo largo de la historia.
En América del Sur, el tradicional patio trasero de Washington, los sujetos son cada vez más desobedientes. Sus pasos hacia la independencia avanzaron adicionalmente con la integración de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, que abarca a todos los estados en el hemisferio aparte de Estados Unidos y Canadá.
Por primera vez desde las conquistas española y portuguesa hace 500 años, Sudamérica está avanzando hacia la integración, un prerrequisito para la independencia. También está empezando a resolver el escándalo de un continente dotado de ricos recursos pero dominado por diminutas islas de elites acaudaladas en un mar de miseria.
Además, las relaciones Sur-Sur se están desarrollando, con China desempeñando un papel destacado tanto como consumidor de materias primas e inversionista. Su influencia está creciendo rápidamente y ha superado a la de EU en países ricos en recursos.
Más significativos aún son los cambios en la arena de Oriente Medio. Hace 60 años, el influyente planificador A. A. Berle aconsejó que controlar los incomparables recursos energéticos rendiría un control sustancial del mundo
.
A su vez, la pérdida de control amenazaría el proyecto de dominio global. Para los años 70, los productores importantes habían nacionalizado sus reservas de hidrocarburos, pero Occidente retenía una influencia sustancial. En 1979, Irán se perdió
con el derrocamiento de la dictadura del sha, que había sido impuesta por un golpe militar de EU y el Reino Unido en 1953 para garantizar que este trofeo permaneciera en las manos adecuadas. Ahora, sin embargo, el control se está escapando incluso de los clientes tradicionales de EU.
Las mayores reservas de crudo están en Arabia Saudita, una dependencia estadunidense desde que EU desplazó a Gran Bretaña en una miniguerra librada durante la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos sigue siendo por mucho el inversor mayor en Arabia Saudita y es su mayor socio comercial, y Arabia Saudita ayuda a apoyar la economía de EU mediante sus inversiones.
No obstante, más de la mitad de las exportaciones petroleras sauditas ahora van a Asia, y sus planes de crecimiento apuntan a Oriente. Lo mismo puede resultar cierto de Irak, el país con las segundas reservas más importantes, si puede reconstruirse después de las asesinas sanciones de EU y el Reino Unido y de la invasión. Y la política de EU está impulsando a Irán, el tercer productor mundial, en la misma dirección.
China es actualmente el segundo mayor importador de crudo de Medio Oriente y el mayor exportador a la región, remplazando a Estados Unidos. Las relaciones comerciales están creciendo aceleradamente, duplicándose en los pasados cinco años.
Las implicaciones para el orden mundial son significativas, como lo es el ascenso de la Organización de Cooperación de Shanghai, que incluye a buena parte de Asia, pero que ha rechazado a Estados Unidos –“potencialmente un nuevo cártel energético que involucra a productores y consumidores”, comenta el economista Stephen King, autor de Perdiendo control: Las amenazas emergentes a la prosperidad occidental.
En los círculos occidentales de creación de políticas y entre los comentaristas políticos, 2010 es llamado el año de Irán
. La amenaza iraní es considerada el mayor peligro para el orden mundial y el enfoque primario a la política exterior de EU, con Europa un poco atrás, siguiendo cortésmente, como de costumbre. Oficialmente se reconoce que la amenaza no es militar: más bien, es la amenaza de independencia.
Para mantener la estabilidad
, Washington ha impuesto severas sanciones a Irán, pero fuera de Europa, pocos están prestando atención. Los países no alineados –la mayor parte del mundo– se han opuesto vigorosamente a la política de Estados Unidos hacia Irán desde hace años.
Las cercanas Turquía y Pakistán están construyendo nuevos oleoductos hacia Irán, y el comercio está aumentando. La opinión pública árabe está tan encolerizada por las políticas occidentales que la mayoría incluso aprueba el desarrollo iraní de un arma nuclear.
El conflicto beneficia a China. Los inversores y comerciantes de China ahora están llenando un vacío en Irán a medida que los inversores de muchas otras naciones, particularmente de Europa, se retiran
, informa Clayton Jones en The Christian Science Monitor. En particular, China está expandiendo su papel dominante en las industrias energéticas iraníes.
Washington está reaccionando con un toque de desesperación. En agosto, el Departamento de Estado advirtió que si China q
uiere hacer negocios en todo el mundo también tendrá que proteger su propia reputación, y si alguien adquiere la reputación de país dispuesto a evadir y esquivar las responsabilidades internacionales, eso tendrá un impacto a largo plazo... Sus responsabilidades internacionales son claras
–o sea, seguir las órdenes de Washington.
Es poco probable que los líderes chinos se sientan impresionados por tales declaraciones, que son el lenguaje de una potencia imperial tratando desesperadamente de aferrarse a una autoridad que ya no posee. Una amenaza mucho mayor que Irán a su dominio internacional es una China que se rehúsa a obedecer sus órdenes –y que, de hecho, como potencia mayor y en crecimiento, las descarta con desprecio.
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Antre todas las supuestas amenazas contra la superpotencia dominante en el mundo, un rival está emergiendo callada y poderosamente: China. Y Estados Unidos está sometiendo las intenciones chinas a un estrecho escrutinio.
El 13 de agosto, un estudio del Pentágono expresó preocupación de que China esté expandiendo sus fuerzas militares en formas que "podrían negar la operación de los barcos de guerra estadunidenses en aguas internacionales cercanas a la costa", informó Thom Shanker en The New York Times.
A Washington le alarma que "la falta de apertura de China acerca del crecimiento, capacidad e intenciones de sus fuerzas militares inyecte inestabilidad a una región vital del planeta".
EU, por otra parte, es sumamente abierto acerca de sus intenciones de operar libremente por "la vital región del planeta" que rodea a China (como en otros lugares).
EU anuncia su vasta capacidad para hacerlo: con un presupuesto militar creciente que aproximadamente iguala al del resto del mundo combinado, cientos de bases militares en todo el mundo y una ventaja enorme en la tecnología de destrucción y dominio.
La falta de comprensión de China de las reglas de cortesía internacional fue ilustrada por sus objeciones al plan de que el moderno portaviones de energía nuclear USS George Washington tomara parte en julio en las maniobras conjuntas Estados Unidos-Sudcorea cerca de la costa de China, con una supuesta capacidad de atacar Pekín.
En contraste, Occidente comprende que tales operaciones estadunidenses se llevan a cabo para defender la estabilidad y su propia seguridad.
El término "estabilidad" tiene un significado técnico en el discurso de asuntos internacionales: dominio de Estados Unidos. En consecuencia, nadie eleva las cejas cuando James Chace, ex editor de Foreign Affairs, explica que, con el fin de tener "estabilidad" en Chile en 1973, era necesario "desestabilizar" al país –derrocando al gobierno elegido del presidente Salvador Allende y colocando al general Augusto Pinochet, quien procedió a matar y torturar con abandono e imponer una red de terror que ayudó a establecer regímenes similares en otros países, con el apoyo estadunidense, en pro de la estabilidad y seguridad.
Es rutinario reconocer que la seguridad de Estados Unidos requiere de control absoluto. La premisa recibió el imprimatur académico del historiador John Lewis Gaddis, de la Universidad de Yale, en "Sorpresa, seguridad y la experiencia estadunidense", donde investiga las raíces de la doctrina de guerra preventiva del presidente George W. Bush.
El principio operativo es que la expansión es "la ruta hacia la seguridad", una doctrina que Gaddis remonta a hace dos siglos –al presidente John Quincy Adams, autor intelectual del Destino Manifiesto.
Cuando Bush advirtió "que los estadunidenses deben 'estar listos para acción preventiva cuando sea necesario para defender nuestra libertad y defender nuestras vidas"', señala Gaddis, "se estaba haciendo eco de una antigua tradición más que estableciendo una nueva", reiterando principios que presidentes desde Adams hasta Woodrow Wilson "hubieran entendido... muy bien".
E igualmente los sucesores de Wilson, hasta el actual. La doctrina del presidente Bill Clinton era que Estados Unidos tiene derecho a emplear fuerza militar para asegurar "acceso no inhibido a mercados clave, reservas de energéticos y recursos estratégicos", sin necesidad de idear pretextos del tipo de los de Bush II.
Como lo sabe cualquier don de la mafia, incluso la ligera pérdida de control podría llevar a la pérdida del sistema de dominio de otros, que serían alentados a continuar la misma ruta.
Este principio central de poder está formulado como la "teoría dominó", en la lengua de los formuladores de política, que en la práctica se debe al reconocimiento de que el "virus" del desarrollo independiente exitoso podría "esparcir contagio" en otras partes, y por tanto debe ser destruido mientras las víctimas potenciales son vacunadas, de hecho mediante dictaduras brutales.
Según el estudio del Pentágono, el presupuesto militar chino creció a aproximadamente 150 mil millones de dólares en 2009, acercándose a "una quinta parte de lo que el Pentágono gastó para operar y llevar a cabo las guerras en Irak y Afganistán" en ese año, lo cual, por supuesto, es sólo una fracción del presupuesto militar estadunidense.
Las preocupaciones estadunidenses son comprensibles si uno toma en cuenta la suposición, virtualmente no cuestionada, de que EU debe mantener "un poder incuestionable" sobre buena parte del mundo, con "supremacía militar y económica", al tiempo que asegura la "limitación de cualquier ejercicio de soberanía" de estados que pudieran interferir con sus planes globales.
Esos fueron los principios establecidos por planificadores de alto nivel y expertos en política exterior durante la Segunda Guerra Mundial, al desarrollar el marco del mundo de la posguerra, que en gran parte fue instrumentado.
Estados Unidos debía mantener este dominio en una "gran área" que, cuando menos, debía incluir el hemisferio occidental, el Lejano Oriente y el ex imperio británico, incluyendo los vitales recursos energéticos del Oriente Medio.
Conforme Rusia empezó a pulverizar a los ejércitos nazis después de Estalingrado, las metas de la gran área se extendieron para abarcar tanto de Eurasia como fuera posible. Siempre se entendió que Europa podía seguir un rumbo independiente –quizá la visión degolista de una Europa desde el Atlántico hasta los Urales. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en parte tenía la intención de contrarrestar esta amenaza, y la cuestión sigue muy vigente hoy día al incluir la OTAN a una fuerza de intervención dirigida por Estados Unidos y responsable de controlar la "crucial infraestructura" del sistema global de energía del que depende Occidente.
Desde que se convirtió la potencia dominante global durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha tratado de mantener un sistema de control mundial. Pero ese proyecto no es fácil de sostener. El sistema está erosionándose visiblemente, con implicaciones significativas para el futuro. China es un protagonista –y rival– cada vez más influyente.
© 2009 Noam Chomsky.
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