10/10/2010

¿Cuál es la clave?


Muchos han malinterpretado el uso de una frase que posicionó al candidato Bill Clinton cuando dijo “es la economía estúpido”. Clinton resumió en cuatro palabras el malestar de la sociedad y la corrección inmediata; los políticos se resisten a abordar al sistema en su conjunto por el temor de tocar intereses que afecten sus ambiciones.

Muchos piensan que al haber acertado la frase de Clinton es la señal de un diseño político de largo alcance y se devanan los sesos tratando de copiar el éxito y pensar en la frase que formularía una política de mediano alcance como si sintetizara el malestar nacional. Así encontramos que temas coyunturales se presentan como si fuera la gran preocupación nacional siempre y cuando se le ponga el estúpido como si fuera adjetivo sintetizador.

La preocupación es correcta aunque los políticos no entiendan el meollo del asunto. Al carecerse de diseños de gran política es primordial encontrar un tema que justifique la inversión de esfuerzos y dinero para restaurar el orden perdido, es obvio a estas alturas que me refiero a México.

No sugiero discutir que fue primero el huevo o la gallina, aunque se requiere ubicar el tipo de distorsión en el sistema para entender las bases sobre las que se construyó la actual turbulencia que con toda corrección debe denominarse como crisis. En medicina la crisis es un momento definitorio para la vida o muerte del paciente, en política esta debe considerarse como la viabilidad o no del sistema en general, luego entonces, debemos detectar el factor debe atenderse para corregir la crisis antes que esta se extienda de tal manera que los daños que provoque se extiendan de manera descontrolada. Una neumonía es controlable, de no hacerse terminará afectando los órganos vitales causando la muerte de la persona.

El nuevo gobernador de Chihuahua parece aludir a la inseguridad como el reto principal de su gobierno, hace una corrección en la policía y parece ir bien hasta ahí; ¿qué tal si el problema no es de desarticulación o descoordinación de policías sino un problema serio de falta de credibilidad, de deterioro institucional y de corrupción? El hecho que los ciudadanos se estén rearmando y se atrevan a matar a los que invaden su hogar –a menos que sean soldados y policías que abusan de su poder y armas- muestra un déficit muy profundo de credibilidad en las instituciones que deben proteger al ciudadano –incluyendo leyes-.

Es fundamental preguntar sobre el origen de la problemática actual en Chihuahua para tratar de entender el estado actual de las cosas. Un estado con una fuerte tradición política e ideológica, cuna de la guerra civil de 1910 –mal llamada revolución-, cuna de las primeras guerrillas de los 1970’s, cuna del desarrollo industrializador de la industria maquiladora, hoy esta asolada bajo un río de sangre, la economía de Juárez colapsada por la inseguridad y los gobiernos están desconcertados sin saber que hacer porque no pueden diagnosticar lo que se ha hecho mal.

Las ciudades fronterizas han sido tradicionalmente sedes de vicio. Servían como lupanares y venta de alcohol y droga para los soldados estadounidenses, y no había violencia, los efectos del mundo del vicio no se hacían sentir sobre el resto de la población. Uno escucha relatos nostálgicos que dicen que en aquellos años la policía llevaba a su casa a los jóvenes que encontraba manejando en estado de ebriedad, las casas se dejaban abiertas y la gente dejaba el dinero en las botellas vacías de leche. Hoy la gente bloque el acceso a los fraccionamientos, vive tras rejas, traen guardias o se mudan a vivir a El Paso.

Hipotéticamente diría que las cosas cambiaron el día que la plaza se vendió por el gobierno a grupos criminales –véanse las acusaciones desde Estados Unidos y desde narcos contra Francisco Barrio por proteger narcotraficantes-, la policía empezó a tolerar las actividades delincuenciales, pasó a protegerlas y ahora muchos son sus empleados. Luego entonces la propuesta del gobernador Duarte parece sensata, “unir a las policías bajo un solo mando”, pero es inevitable preguntar ¿con qué agentes lo hará?

El problema no es el mando policíaco sino que los agentes entienden el puesto como medio de impunidad para abusar de la autoridad, y sus superiores los toleran.

Sin caer en el error que critiqué al principio, tal vez el problema central sea la corrupción y con ella la cultura que la tolera. Una sociedad que tolera a esos policías y políticos no tiene más remedio que jugar el juego y la cadena no termina de romperse.

Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com

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