La revelación por Wikileaks del contenido de cables elaborados por Carlos Pascual y enviados a el Departamento de Estado de EU en donde queda más que claro su intervencionismo en asuntos de México
Salvador González Briceño | Alainet
A confesión de parte relevo de pruebas. Se trata, ni más ni menos, de una doble circunstancia que apenas si queda a flor de piel, pero tiene gran trascendencia al tiempo que presenta diversas aristas, por lo que impacta el proceder del gobierno mexicano encabezado por Felipe Calderón y su consabida guerra contra el crimen organizado, que está desbordando la violencia en casi todo el país.
1.- La revelación por Wikileaks del contenido de más cables elaborados por Carlos Pascual y enviados a su matriz, el Departamento de Estado de Estados Unidos y otros órganos de inteligencia para los que sirve su trabajo como diplomático espía en México —de experto en Estados fallidos—, en donde queda más que claro su intervencionismo en asuntos internos de México y por ello el peligro que representa tolerarlo en el cargo. Porque, gracias a sus cables, ahora se sabe que Pascual vino a México a contribuir a su desestabilización y no a otra cosa.
2.- De la mano de lo anterior, se ve el fuerte peso que tiene la participación de Estados Unidos y con ello su información de inteligencia —sobre todo en lo correspondiente a los presidentes emergidos del Partido Acción Nacional—, en la toma de decisiones y definiciones importantes de algunas políticas internas y muy propias del gobierno mexicano. Sobre todo en lo relacionado, precisamente, con la estrategia de lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Ambos puntos indican, a su vez, otras secuelas no menos graves. 1) Que Estados Unidos aprovechó la circunstancia del debilitamiento y cuestionamiento de Felipe Calderón tras la elección presidencial en 2006, para imponer el ejercicio de su geopolítica exclusivamente en defensa de sus intereses y por encima de todo, a cambio de otorgarle reconocimiento y así un poco de legitimidad. 2) Con ello, la tolerancia o permisibilidad por parte de Calderón a la imposición de lineamientos externos, como apoyo al problema del combate al crimen organizado, sin sopesar suficientemente los riesgos que se asumirían, en tanto que EU actúa en función de intereses geopolíticamente definidos, como es la apropiación de las fuentes primarias de energía, petróleo y gas, existentes en la propia frontera norte de México. Porque en función de eso EU ha trabajado, con sus órganos de inteligencia que encabeza todavía Pascual, al gobierno mexicano. 3) La evidente carencia de una política de seguridad nacional y, con ello, de órganos de inteligencia en México suficientes y capaces de analizar el problema del narcotráfico, antes de haber emprendido una lucha a muerte y sin control. Como definición de tácticas y proposición de políticas inteligentes para generar un solo frente ante el citado flagelo que amenaza la seguridad en el país y, como una política de Estado que implica otros cambios de políticas en diversos sentidos —a fondo, como el educativo, cultural y el combate a la pobreza—, una sólida estrategia contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Pero nada de eso. En cambio, información de Wikileaks que registra La Jornada, revela dicho intervencionismo de Pascual. Resulta que, por ejemplo, el revireque, todos creímos, dio Felipe Calderón al replegar al Ejército de Ciudad Juárez en los primeros meses de 2010 para que la Policía Federal (PF) asumiera en control —con los 4 mil 500 policías federales que llagaron—, no fue parte de una definición o redefinición de la estrategia antinarco desde el propio gobierno calderonista, sino la aplicación de una directriz que salió de la embajada estadounidense. Ni más ni menos.
Se reveló ayer en el diario mexicano, que dicho retiro fue planeado y diseñado “por insistencia” del gobierno de Estados Unidos en estrecha colaboración con grupos de trabajo binacionales que operan en todas las dependencias del gobierno mexicano relacionadas con la seguridad. ¿De ese tamaño? Pues sí. Resulta que desde diciembre de 2009 (cable: 09MEXICO3468) la embajada estadounidense sabía que Calderón daría “luz verde” al proyecto. ¡Dos meses antes de notificar al gobernador Reyes Baeza!, y el presidente municipal José Reyes Ferriz, calificado como un “cero a la izquierda” en el cable 10MEXICO518.
La intromisión de EU sólo sirvió para empeorar las cosas en Juárez, como quedó en evidencia con las muertes que fueron en aumento (mil 322 asesinados en 2008, contra el doble en 2009, y 2 mil 738 en 2010). Aparte de engrandecer la labor de Genaro García Luna al programa “Todos Somos Juárez”, gracias a la “asesoría de todo tipo de especialistas de las agencias estadounidenses y los millonarios recursos que se le destinaron”. Además que, tanto el propio García Luna como el secretario del Consejo de Seguridad Nacional, Jorge Tello Peón y Guillermo Valdés, director del Cisen, “tenían el compromiso de mantener informados a los estadounidenses de las decisiones del gabinete de seguridad”. Sigue la nota: el cambio de estrategia fue resultado del intenso compromiso de Estados Unidos con México y de nuestra insistencia en que el meollo para una solución de largo plazo a la inseguridad es la profesionalización de la policía y de las instituciones judiciales.
El caso es que Juárez fue el conejillo de indias de los estadounidenses. El gobierno mexicano solo se dejó llevar en sus principales directrices. Porque “Juárez fue elegida como laboratorio para probar el despliegue de policías federales en lugar de militares. Varios documentos de estos afirman que esa ciudad fronteriza ‘se ha convertido en un problema para México, ya que internamente domina el debate político e internacionalmente marca la percepción que se tiene del país’. [Y] al sacar a los militares de la primera línea de ataque a los carteles de la droga, Estados Unidos asumía que la confianza que desde el principio del sexenio había depositado Calderón en el Ejército no había funcionado”. Lo que resulta todavía peor porque deja mal plantado al propio Ejército, a juzgar de los mismísimosintervencionistas gringos.
En fin, que la ilegitimidad de Calderón le abrió las puertas a la inteligencia estadounidense. El problema es que EU no viene a ayudar a México sino a empeorar las cosas, con fines desestabilizadores. A eso vino Carlos Pascual como embajador espía. Por eso tanto desdén por todo lo que suene a México para él, como lo deja en claro en cada reporte cableado por Wikileaks. Por eso el peligro de que siga aquí.
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