José Antonio Crespo
Sergio Aguayo, quien funge como presidente del consejo ciudadano para la consulta en el Estado de México sobre una coalición PAN-PRD, me invitó a forma parte de ese órgano. Las atribuciones del consejo, de acuerdo con el reglamento de la consulta, son: a) vigilar la realización de la consulta conforme al reglamento aprobado; b) atender las quejas o denuncias respecto a la organización de la consulta; c) definir todos los asuntos no previstos. Fueron igualmente invitados Alberto Aziz, Denise Dresser, Ricardo Raphael, Miguel Ángel Granados Chapa, Tatiana Clouthier, Lucila Servitje y María Fernanda Garza. Acepté la invitación, pues el ejercicio me parece congruente con mi posición de años de que los partidos debieran invitar a la ciudadanía en general a tomar ciertas decisiones (no necesariamente todas). Por ejemplo, soy partidario de las primarias al estilo estadounidense en las que los afiliados o simpatizantes de cada partido contribuyen a definir a los candidatos que contenderán bajo sus respectivas siglas. Me parece mucho más democrático incidir desde la selección de candidatos que simplemente optar entre la oferta hecha ya por cada partido. La decisión última sobre ir o no en coalición será de los propios partidos, a partir de la consulta u otros mecanismos que consideren pertinentes; si van en sentido contrario a lo indicado por la consulta, será responsabilidad de ellos y nada más de ellos, y tendrían que pagar un costo político por ello.
Una de las cuestiones centrales de la consulta es la pregunta que se someterá a quienes acudan a las mesas que establecerá Alianza Cívica —que preside Rogelio Gómez Hermosillo— para que quienes así lo deseen emitan su opinión sobre la alianza. Se trataba, evidentemente, de eliminar todo sesgo a favor del “sí”, pues los partidos convocantes desean esa respuesta para legitimar su ulterior decisión en ese sentido (de concretarse, desde luego). Y por eso nos pareció que la pregunta tenía que ser más descriptiva que valorativa; señalar simplemente lo que implica una coalición entre PAN y PRD; que ambos partidos van con un solo candidato(a) y un programa en común. No se sugiere que las cosas irán mejor de haber alianza que de no haberla, como ocurría con algunas de las primeras propuestas.
Viene después la eventualidad de que priístas asistan a votar por el “no”. Eso puede ocurrir dado que los partidos no cuentan con padrones confiables de militantes, por lo cual los partidos decidieron aceptar el reto de invitar a todos los ciudadanos mexiquenses que cuenten con credencial de elector, al margen de sus preferencias partidarias.
Desde luego, la convocatoria está dirigida específicamente a simpatizantes del PAN y PRD, pero nada impide que ciudadanos de filiación priísta se presenten y voten por el “no”, si esa es su convicción. Eso en sí mismo no se podría considerar como boicot. En lo que sí se pondrá atención es en que no se hagan operativos de tipo corporativo conducidos por el PRI, pues ahí no se estaría ante un ciudadano que libremente emite su opinión. Y, desde luego, boicot serían acciones ilegales que impidan la consulta o pretendan alterar su resultado, como impedimentos para instalar las mesas o robo de urnas, lo cual sería denunciado y registrado para evaluar la consulta en su conjunto, así como su resultado. En tales casos, y a partir del informe elaborado por el consejo ciudadano, los partidos podrán evaluar la calidad de la consulta y considerar su resultado, válido o no. Suele decirse también que en las consultas acuden mayoritariamente quienes coinciden con el “sí”, sesgando de antemano la representatividad del conjunto. Como sesgada puede ser una elección formal con alto abstencionismo. Finalmente, viene el nivel de concurrencia ciudadana. En consultas de este tipo, que no tienen valor oficial ni son convocadas por órganos de gobierno, la participación suele ser baja. De nuevo, todos los mexiquenses con credencial serán libres de acudir a las mesas a emitir su opinión. No hay un porcentaje predeterminado para validar el ejercicio o no. En todo caso, los partidos convocantes tendrán la última palabra y asumirán la responsabilidad de su decisión.
cres5501@hotmail.com
Investigador del CIDE
Una de las cuestiones centrales de la consulta es la pregunta que se someterá a quienes acudan a las mesas que establecerá Alianza Cívica —que preside Rogelio Gómez Hermosillo— para que quienes así lo deseen emitan su opinión sobre la alianza. Se trataba, evidentemente, de eliminar todo sesgo a favor del “sí”, pues los partidos convocantes desean esa respuesta para legitimar su ulterior decisión en ese sentido (de concretarse, desde luego). Y por eso nos pareció que la pregunta tenía que ser más descriptiva que valorativa; señalar simplemente lo que implica una coalición entre PAN y PRD; que ambos partidos van con un solo candidato(a) y un programa en común. No se sugiere que las cosas irán mejor de haber alianza que de no haberla, como ocurría con algunas de las primeras propuestas.
Viene después la eventualidad de que priístas asistan a votar por el “no”. Eso puede ocurrir dado que los partidos no cuentan con padrones confiables de militantes, por lo cual los partidos decidieron aceptar el reto de invitar a todos los ciudadanos mexiquenses que cuenten con credencial de elector, al margen de sus preferencias partidarias.
Desde luego, la convocatoria está dirigida específicamente a simpatizantes del PAN y PRD, pero nada impide que ciudadanos de filiación priísta se presenten y voten por el “no”, si esa es su convicción. Eso en sí mismo no se podría considerar como boicot. En lo que sí se pondrá atención es en que no se hagan operativos de tipo corporativo conducidos por el PRI, pues ahí no se estaría ante un ciudadano que libremente emite su opinión. Y, desde luego, boicot serían acciones ilegales que impidan la consulta o pretendan alterar su resultado, como impedimentos para instalar las mesas o robo de urnas, lo cual sería denunciado y registrado para evaluar la consulta en su conjunto, así como su resultado. En tales casos, y a partir del informe elaborado por el consejo ciudadano, los partidos podrán evaluar la calidad de la consulta y considerar su resultado, válido o no. Suele decirse también que en las consultas acuden mayoritariamente quienes coinciden con el “sí”, sesgando de antemano la representatividad del conjunto. Como sesgada puede ser una elección formal con alto abstencionismo. Finalmente, viene el nivel de concurrencia ciudadana. En consultas de este tipo, que no tienen valor oficial ni son convocadas por órganos de gobierno, la participación suele ser baja. De nuevo, todos los mexiquenses con credencial serán libres de acudir a las mesas a emitir su opinión. No hay un porcentaje predeterminado para validar el ejercicio o no. En todo caso, los partidos convocantes tendrán la última palabra y asumirán la responsabilidad de su decisión.
cres5501@hotmail.com
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