Detrás de la Noticia | Ricardo Rocha
“Aquí, ya listos pa’l patín y el trompón”, me dijo hace poco un perredista al que le pregunté sobre cómo esperaba el sábado 19, en que habrá de renovarse la dirigencia de ese partido. Y así podría sintetizarse también la actitud con que llegarán la mayoría de los 343 consejeros al cónclave del que habrán de emerger sus nuevos presidente y secretario general, mismos que requerirán dos terceras partes para ser electos en esta modalidad de Consejo Nacional, que ciertamente no es tan democrática, pero que evita el riesgo de otro 2008, cuando los perredistas avergonzaron a la izquierda mexicana con aquel tristemente célebre y pestilente “cochinero”.
Así que el primer y amenazante gran riesgo es que este fin de semana se produzca una reedición de aquel oprobioso capítulo, lo que —ahora sí— originaría una crisis sin retorno; con un daño irreparable no sólo para el PRD, que al fin y al cabo es únicamente un partido, sino para la izquierda, que es una forma de entender la vida.
Sobre lo que puede ocurrir hay dos vertientes. En el corto plazo, la rebatinga que evoca —con el debido respeto— a la filósofa política doña Celia Cruz, que anticipó atrocidades como éstas al manifestar: “Ponina y Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga…” y así hasta quién sabe dónde en un pleito entre hermanos, según dice la canción. Lo malo es que entre los perredistas esa fraternidad marcada por orígenes diversos pero algunos ideales comunes fue rota desde hace mucho tiempo. Cuando las discusiones en el interior del partido eran por los modelos de país, los métodos para alcanzar el poder y las alternativas para aplicarlo. Cuando, en sentido contrario, todo se fue estrechando para disputar territorios, tarascadas o migajas y parcelas legislativas en gobiernos cada vez más interesados en la rapiña del día a día y ya no más por el destino de la nación. Así, las tribus ahora no representan diversidades ideológicas, sino facciones oportunistas.
Si intentáramos describir lo que ahora sucede ahí, sólo se me ocurre una sucia madeja de hilos muy diversos y con multitud de puntas de las que se puede tirar sin resultado alguno. A ver: se va uno de Los Chuchos, Ortega, para heredarle al otro, Zambrano, que trae pintura de guerra de Nueva Izquierda, ADN (que no es ningún ácido), Foro Nuevo Sol y alguna que otra tribu; enfrente, la otra candidata, Dolores Padierna, quien asegura contar con el respaldo del G8 (que se dice agrupa a otras tantas microtribus), diversos consejeros independientes y párele de contar. Según se sabe ninguno de los dos alcanzaría de entrada los 228 votos necesarios para ser ungido como nuevo presidente, que no líder nacional, por lo que desde ahora se entretejen otros escenarios, aun cuando se anticipan imposibles: que se logre un consenso entre Jesús y la Padierna para ir en pareja insólita de presidente y secretaria general; de persuadir de última hora a Lazarito Cárdenas para que él y el inge les hagan el favor; de convencer a todos de un tercero en discordia como el joven diputado guerrerense Armando Ríos Piter, o instalar el Consejo Nacional —como mandan sus estatutos—, pero declarar de inmediato un tramposo receso para reanudar la sesión, por ejemplo, el 5 de abril, cuando ya haya transcurrido la tan llevada y traída consulta en el Estado de México.
Y, a propósito, ahí está el detalle que pueden provocar switchers perredistas que vayan con el alianzoso Zambrano o la antialiancista Padierna por encima de sus plumas penachísticas tribales. Así que la consulta por la alianza con el PAN en el Estado de México, aunque sea posterior, podría estar posdeterminando el momento actual.
Los otros factores tienen nombre y apellido. Y aunque son dos personajes distintos y a veces opuestos, los dos comparten varias características: tienen un peso específico en el partido, ambos con calculadoras caras de jugadores de póquer y uno y otro con la mirada en el mismo destino.
Así que por el candidato que apuesten Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador podría ser finalmente el ganador. El problema es que no se sabe, hasta ahora, si apostarán por el mismo.
Pero, insisto, ese es el corto plazo. En el mediano, esta elección estará predeterminando el esquema de alianzas no sólo en el Estado de México, sino en la elección presidencial del 2012. Y en el plazo largo, significará la presencia o la ausencia electoral organizada de la izquierda mexicana a través de un partido que, a pesar de todo, la ha representado.
dnn_rocha@hotmail.com Twitter: @RicardoRocha_MXFacebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia
Así que el primer y amenazante gran riesgo es que este fin de semana se produzca una reedición de aquel oprobioso capítulo, lo que —ahora sí— originaría una crisis sin retorno; con un daño irreparable no sólo para el PRD, que al fin y al cabo es únicamente un partido, sino para la izquierda, que es una forma de entender la vida.
Sobre lo que puede ocurrir hay dos vertientes. En el corto plazo, la rebatinga que evoca —con el debido respeto— a la filósofa política doña Celia Cruz, que anticipó atrocidades como éstas al manifestar: “Ponina y Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga…” y así hasta quién sabe dónde en un pleito entre hermanos, según dice la canción. Lo malo es que entre los perredistas esa fraternidad marcada por orígenes diversos pero algunos ideales comunes fue rota desde hace mucho tiempo. Cuando las discusiones en el interior del partido eran por los modelos de país, los métodos para alcanzar el poder y las alternativas para aplicarlo. Cuando, en sentido contrario, todo se fue estrechando para disputar territorios, tarascadas o migajas y parcelas legislativas en gobiernos cada vez más interesados en la rapiña del día a día y ya no más por el destino de la nación. Así, las tribus ahora no representan diversidades ideológicas, sino facciones oportunistas.
Si intentáramos describir lo que ahora sucede ahí, sólo se me ocurre una sucia madeja de hilos muy diversos y con multitud de puntas de las que se puede tirar sin resultado alguno. A ver: se va uno de Los Chuchos, Ortega, para heredarle al otro, Zambrano, que trae pintura de guerra de Nueva Izquierda, ADN (que no es ningún ácido), Foro Nuevo Sol y alguna que otra tribu; enfrente, la otra candidata, Dolores Padierna, quien asegura contar con el respaldo del G8 (que se dice agrupa a otras tantas microtribus), diversos consejeros independientes y párele de contar. Según se sabe ninguno de los dos alcanzaría de entrada los 228 votos necesarios para ser ungido como nuevo presidente, que no líder nacional, por lo que desde ahora se entretejen otros escenarios, aun cuando se anticipan imposibles: que se logre un consenso entre Jesús y la Padierna para ir en pareja insólita de presidente y secretaria general; de persuadir de última hora a Lazarito Cárdenas para que él y el inge les hagan el favor; de convencer a todos de un tercero en discordia como el joven diputado guerrerense Armando Ríos Piter, o instalar el Consejo Nacional —como mandan sus estatutos—, pero declarar de inmediato un tramposo receso para reanudar la sesión, por ejemplo, el 5 de abril, cuando ya haya transcurrido la tan llevada y traída consulta en el Estado de México.
Y, a propósito, ahí está el detalle que pueden provocar switchers perredistas que vayan con el alianzoso Zambrano o la antialiancista Padierna por encima de sus plumas penachísticas tribales. Así que la consulta por la alianza con el PAN en el Estado de México, aunque sea posterior, podría estar posdeterminando el momento actual.
Los otros factores tienen nombre y apellido. Y aunque son dos personajes distintos y a veces opuestos, los dos comparten varias características: tienen un peso específico en el partido, ambos con calculadoras caras de jugadores de póquer y uno y otro con la mirada en el mismo destino.
Así que por el candidato que apuesten Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador podría ser finalmente el ganador. El problema es que no se sabe, hasta ahora, si apostarán por el mismo.
Pero, insisto, ese es el corto plazo. En el mediano, esta elección estará predeterminando el esquema de alianzas no sólo en el Estado de México, sino en la elección presidencial del 2012. Y en el plazo largo, significará la presencia o la ausencia electoral organizada de la izquierda mexicana a través de un partido que, a pesar de todo, la ha representado.
dnn_rocha@hotmail.com Twitter: @RicardoRocha_MXFacebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia
No hay comentarios.:
Publicar un comentario