Eduardo Ibarra Aguirre
A tan sólo 20 meses y medio de que concluya el gobierno que arrancó con la “Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado” y 32 mil muertes después, Felipe Calderón corrigió para precisar que nunca habló así, sino de “lucha contra el crimen organizado y la lucha por la seguridad pública”.
Y ahora, en la Convención de la American Chamber, con la ausencia del embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, y más de 35 mil vidas mexicanas perdidas después, puntualiza “prefiero yo usar el término lucha por la seguridad, porque no es un tema de narcotráfico, no pretendemos erradicar el consumo de drogas en el mundo (sic), eso será impensable, pero sí tenemos que erradicar la violencia que generan”.
Aclaradas las dimensiones y alcances de la aventura con la que sacó al Ejército y la Marina a las calles para realizar tareas de seguridad pública, durante los 20 meses restantes el abogado, economista y administrador público que tanto goza sus aventuras policiacas que las presumió en el discurso --pasaje que ni La Jornada ni El Universal registraron--, puntualizará a los gobernados cómo va corrigiendo estrategias y alejándose de la alta dosis de moralina personal con que se desenvuelve en esta decisiva batalla para legitimarse en Los Pinos, satisfacer una exigencia y necesidad de Washington y dar una respuesta lineal a un clamor popular.
Los cambios y ajustes en las estrategias unilaterales y excluyentes --por militaristas y policiacas-- del comandante supremo de las fuerzas armadas que gusta de portar el caricaturizado uniforme, cuestan al país una fortuna, mientras Estados Unidos aporta de manera condicionada e intervencionista migajas para que México le haga el trabajo sucio. Arrojan también un baño de sangre sin precedente, más de 50 mil huérfanos carentes de protección familiar, cientos de miles de emigrados y millones de hogares abandonados, los derechos humanos en situación desastrosa, millones de hombres y mujeres en el miedo y la zozobra, descapitalización y aislamiento internacional del país… Y lo que usted, amable lector, agregue.
Al principal inquilino de Los Pinos pareciera no quitarle el sueño el agobiante panorama porque cada día se fuga más al futuro, a los tiempos que disfrutará de una excelente pensión y de los recursos acumulados en buenas y también en malas lides. En el discurso pronunciado en el Centro Deportivo Israelita criticó “las fortunas inmensas que se han hecho en México al abrigo del poder, y lo sabemos”. El presente lo omitió porque ni él ni los integrantes de su gobierno, mucho menos sus patrocinadores desde los poderes fácticos, salen bien librados. Tanto es así que las denuncias que se ventilan en tribunales o no caminan o de plano son favorables a los denunciados y los denunciantes viven en permanente hostigamiento y hasta amenazados de muerte. Allí están los casos de las periodistas Anabel Hernández y Ana Lilia Pérez que son sólo los más conocidos.
La última fuga al futuro del titular del Ejecutivo es de antología. “México será en el futuro, no digo que inmediatamente, una verdadera fortaleza en materia de seguridad y legalidad”. Lamentablemente, el horizonte que promete no lo vivirá él, ni usted ni yo.
Prometer no empobrece, como lo constató Calderón Hinojosa de enero a julio de 2006, en la campaña por la silla presidencial. Pero a esta altura del sexenio no es recomendable gobernar con promesas, menos para un futuro incierto en un país saturado de insatisfacciones, esperanzas frustradas, desánimo creciente e individualismo a ultranza; afortunadamente también con reclamos multiplicados y en proceso de mutarse en movimiento social y participación ciudadana, a pesar de la apabullante pequeñez de las élites políticas.
Acuse de recibo
El reportero Ramsés Ancira agrega a Rebelión en Wisconsin (14-III-11) lo que sigue: “Sorprendente, refrescante y motivante la guerra Duopolio-Slim. La calidad de la televisión abierta está en sus peores niveles históricos. Ni El tío Gamboín, ni Genaro o Rogelio Moreno y luego Cositas tuvieron una programación tan dependiente de los peores contenidos extranjeros. La televisión infantil no solo es enajenante sino completamente ajena a nuestra cultura. Los programas más exitosos como los Simpson o Malcolm solo muestran familias disfuncionales sin proponer solución alguna. Las cortinillas de seris o tarahumaras, con modelos de gimnasios de Televisa, huecas e inútiles para fortalecer la identidad nacional. Laura y Niurka completamente intencionales en la programación, quieren votantes estúpidos en el 2012”… El “Estado incumple gravemente su obligación de proteger a periodistas y defensoras y defensores de los derechos humanos”, sostienen nueve organizaciones civiles. Agregan que hacen “un llamado a la Presidencia de la República para que el Estado mexicano cumpla ante la comunidad internacional sus compromisos en la construcción de un mecanismo de protección que incorpore a poblaciones en riesgo como periodistas y defensoras/es de derechos humanos”.
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