3/21/2011

Good bye Mr. Pascual



Samuel Schimdt
schimidt@mexico.com


Finalmente se va el embajador de Estados Unidos en México. No tenía otra opción, después que el presidente se quejó públicamente en Washington y que se haya filtrado que al representante del principal socio de México no le hablan en la casa presidencial, poca efectividad podía tener su gestión.


Según con quién hable usted o lea las quejas son variadas. Alguien decía que era inaceptable que este fuera el segundo embajador que sostenía una relación amorosa o afectiva con una mujer destacada mexicana. El embajador anterior terminó casándose con quién dicen es la mujer más rica del país y el embajador que se va, según los rumores, tiene una relación con la hija del líder del PRI en la cámara de diputados. Fuera de los celos correspondientes, bien visto no tiene nada que ver si los embajadores son ligones o no. Claro que ha habido casos en la historia de México, como por ejemplo cuándo una espía nazi se volvió amante del secretario de gobernación Miguel Alemán, lo que determinó que él por ejemplo votara contra la entrada de México en la guerra cuando los alemanes hundieron los barcos petroleros. A menos que alguien piense que la hija del diputado podría influir de manera decisiva en la aprobación de leyes, la queja es insustancial y verdaderamente ridícula.

Otra fuente de queja es que el embajador reportó en sus cables a Washington sobre algunos aspectos y declaraciones muy delicadas que le fueron comunicadas. La queja del presidente Calderón contra el embajador fue ridícula e infantil, aunque bien vista puede reflejar parte de sus creencias más profundas y es que Estados Unidos jugaría de su parte.

El embajador representa los intereses de su gobierno, sus reuniones tienen la función de conseguir información y establecer vínculos que permitan promover esos intereses, en ningún momento esta para velar por aquello que le conviene al gobierno o a México. Si Felipe Calderón llegó a pensar que Obama era su jefe, o que Estados Unidos vela por los intereses mexicanos, sin duda que recibió una fuerte lección al acercarse a la realidad y ver que se había engañado a sí mismo. ¿Que implica el cambio del embajador en este momento? Aquel que seleccionarán no vendrá a cuidar a Calderón, aunque si vendrá a asegurarse que la transición presidencial sea conveniente para los intereses que promueve Washington y que quede claro que son muy pragmáticos, si no les conviene al jamelgo que proponga cualquiera de los partidos con posibilidades seguramente que harán lo que puedan para inclinar la balanza hacia alguno que les asegure paz y sumisión, los panistas han fallado en la primera pero cumplido con creces con la segunda.

Si la salida del embajador responde al berrinche de Calderón habrá que preguntarse ¿de qué le sirve el cambio a Calderón? Si cree qué esto lo pone en una mejor posición para negociar la agenda bi-nacional puede llevarse otra decepción, ¿o aceptó los vuelos sobre el territorio a cambio? Tal vez crea que con la salida del embajador se puede incendiar el orgullo nacionalista y que su imagen puede mejorar como si estuviera anteponiendo la dignidad nacional para enfrentar al malvado personero del odiado imperialismo. Supongamos que en efecto Calderón gana con esto, ¿podrá usarlo para dejar a su candidato en la presidencia?

Tal como se ven las cosas posiblemente para el 2012 el PAN pierda la elección. Acaso esta opción se vea como positiva, solamente a juzgar por los terribles resultados que ha mostrado el enfrentamiento contra el crimen organizado. Por otra parte, la llegada del PRI y el grupo que se perfila para ganar la elección podría dar que pensar sobre la posibilidad de controlar las fuentes de la inestabilidad, especialmente si recordamos las viejas acusaciones sobre los nexos de Salinas con el narco y entre los que reviven estas acusaciones se encuentran periodistas estadounidenses.

Estados Unidos maneja con muy pocos escrúpulos sus relaciones internacionales. Embajadores van y vienen sin que se pierda de vista un proyecto de muy largo alcance que implica que América sea para los americanos y los verdaderos americanos son ellos.

México se llama a engaño al creer que un apellido “hispano” implica cambiar las prioridades de esa nación, posiblemente Calderón cayó en esta trampa simbólica y luego se dice sorprendido al ver que el embajador informó sobre lo que radio bemba confirma cotidianamente. La estrategia militar falló, los militares se han corrompido y el cambio de embajador no mejorará para bien en la relación bi-nacional, podría ser más bien todo lo contrario. Ojalá que a Calderón no le llegue un embajador de mano muy dura, porque entonces si daría mucha pena que vaya con Obama y le diga: No me ayudes compadre.

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