10/15/2013

Grandes expectativas, pobres resultados



Alberto Aziz Nassif

Durante los últimos meses se ha experimentado un fenómeno particular en México: la creación de grandes expectativas, de cambios importantes mediante las famosas reformas estructurales; sin embargo, al mismo tiempo, los resultados han quedado por debajo de lo prometido. La relación entre dinámicas de cambio e inercias de resistencia produce tensión permanente. Es complicado mover los nudos de intereses que se aferran al status quo para que todo siga más o menos igual.

Desde finales del sexenio anterior se hizo la reforma laboral, que en realidad fue un abaratamiento de las condiciones del despido y una legalización de la subcontratación para “la creación de empleos”. Hasta la fecha no ha dado los resultados esperados; la precariedad laboral no produce más empleos; la informalidad crece y crece sin que haya mejores condiciones para crear empleo formal no precario.

Luego llegó —con grandes fanfarrias— la primera reforma resultado del Pacto por México, y se escucharon los aplausos, al fin una reforma importante: nuevos mecanismos de evaluación y una institución autónoma en manos de especialistas para evaluar y comenzar la ruta de la calidad educativa. Unos meses después se presentaron las leyes secundarias, después de la pausa electoral, y el panorama se complicó. Después de varios días de jaloneos en el Congreso, se aprobaron primero dos leyes (Ley general de Educación y Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) en el periodo extraordinario de agosto y, unos días después, ya en el periodo ordinario, se aprobó la tercera y más conflictiva, (Ley General del Servicio Profesional Docente). La resistencia vino de los maestros de la CNTE de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y DF. Ya se acumulan semanas de bloqueos y marchas en el DF y cuando parece que se arregla el conflicto, se rompen los acuerdos y así seguimos. Los niños ya llevan más de dos meses sin clases. La famosa reforma cargó las tintas en la parte laboral y el resto de las partes del modelo educativo no aparecen. Algunos especialistas, como Manuel Gil, usan una metáfora para describirla: la del autobús viejo y destartalado que va por un camino sinuoso y lo que hace la reforma es sólo ver al chofer.

La reforma en telecomunicaciones se aprobó en el Congreso de la Unión antes de la pausa electoral y se ha ido avalando en los congresos de los estados, por lo que está a punto de completarse el proceso legislativo. Sin embargo, falta la ley secundaria en donde se va a definir el alcance de los cambios. Los primeros signos han sido decepcionantes, es decir, el nombramiento de los comisionados del nuevo Ifetel se cubrió de opacidad y, como señaló la AMEDI, cinco de los siete no tenían las credenciales que mandaba la ley. Hasta la fecha domina el silencio y los problemas se acumulan. A esta reforma todavía le falta la parte reglamentaria y los intereses darán la pelea para defenderse, así que todavía no se puede cantar victoria.

Queda el paquete de las reformas económicas, la financiera que intenta cambiar la dinámica para pasar a una banca que apoye el crecimiento económico. El ejecutivo presentó la reforma energética, una de las más controvertidas, pero todo indica que será hasta noviembre el debate en el Congreso, después de la reforma política y la hacendaria. En estos días vemos la lucha fiscal como un campo de batalla entre todos los intereses. La propuesta gubernamental no ha logrado el consenso de todos los partidos, por ejemplo el PAN dijo que no la aprobará, en tanto que el PRI y el PRD parece que la avalarán. En materia de impuestos hay enormes diferencias y la propuesta no deja contento a nadie. Un resultado previsible es una nueva miscelánea para unos cuantos años, pero estará lejos de un nuevo modelo fiscal para el crecimiento económico y el bienestar. Una pregunta importante es: ¿más impuestos para el enriquecimiento de políticos y líderes sindicales y para un gobierno que no rinde cuentas?

Después del paquete económico y fiscal la atención estará en el juego entre la reforma energética y la reforma político-electoral. El dilema energético será entre la posición que quiere cambiar la Constitución y la que propone sólo cambios a leyes secundarias. En la parte política uno de los dilemas será entre los que quieren un órgano nacional y los que piden conservar a los organismos locales. Grandes expectativas, se aplauden los cambios generales en la Constitución, luego las leyes secundarias bajan la calidad y la implementación resulta un gran signo de interrogación.

Investigador del CIESAS

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