DESDE LA LUNA DE VALENCIA
Especial
Por: Teresa Mollá Castells*
Cimacnoticias | España.- En
primer lugar he de reconocer que mi cultura cinéfila es muy pero muy
limitada y desde luego en este artículo no pretendo dar lecciones de
esta materia a nadie, puesto que parto de mi incultura en el séptimo
arte.Pero hay materias que, por lo visto, no escapan a algunas actitudes ni en el arte, o por lo menos en este séptimo arte. Y me explico: hace unos días una compañera, Julia López, me hizo llegar a través del correo electrónico un enlace sobre un tema un tanto escabroso y delicado.
Por lo visto recientemente, Bernardo Bertolucci, el renombrado y oscarizado director de cine italiano, narró cómo se rodó realmente la escena de la mantequilla en la película “El último tango en Paris”. Esperó más de 40 años para hacerlo y que María Schneider, la protagonista, hubiera fallecido.
Pues bien, según sus propias palabras, “la idea se nos ocurrió con (Marlon) Brando mientras estábamos desayunando. En un momento él comenzó a untar una baguette con mantequilla, y de pronto nos miramos cómplices”, señaló el director.
Agregó: “Decidimos no decirle nada a María para obtener una reacción más realista, no de actriz sino de mujer joven. En el momento en que llora, grita y se siente herida, en verdad ya estaba dolida por el hecho de que se le había ocultado cómo sería la escena en que su personaje era sodomizado, y lo cierto es que haberse sentido de esa manera fue útil a la película”.
O lo que es lo mismo: decidieron ser cómplices en una agresión sexual en directo y con fines claramente comerciales, sin ni siquiera plantearse la opinión de la coprotagonista de la película. Me parece sencillamente deleznable.
Han pasado más de 40 años del estreno de aquella película y ¿no pasa nada porque se confiese la violación de una mujer joven por parte de un actor y del director de la película?
No fue una escena pactada. Fue una agresión sexual y ¿sigue sin pasar nada, pese a la confesión de uno de los cómplices?
Y me pregunto: ¿En cuántas películas en las que la violencia que se ejerce contra las mujeres parece estar pactada en el guión, no lo es en realidad? ¿Cuántas de las escenas de agresiones sexuales o violaciones que nos ha ofrecido el cine no habrán sido reales y la ciudadanía, el público en general, no nos habremos enterado? Me parece terrible…
Y me hago estas preguntas porque no ha sido la única ocasión en que la mujer protagonista ha sido víctima de estas reprobables prácticas.
Al parecer a la protagonista femenina del filme “El amante”, dirigido por Jean-Jacques Annaud y basado en la novela de Marguerite Duras, también la “condujeron” para que las escenas de sexo fueran reales y no interpretadas para dar una mayor credibilidad y publicidad a la película.
Esta actriz, llamada Jane March, al igual que María Schneider, nunca más se mostraron desnudas en sus películas, puesto que las hicieron sentir culpables de aquellas escenas, lo cual ya es el colmo.
De pequeña, cuando lloraba viendo alguna película (aún me sigue pasando a veces), mi madre venía y me decía aquello de “hija, en el cine todo es mentira, todo ficción, cuando se acaban las luces todo vuelve a la normalidad. Y mira cómo la persona que crees muerta no lo está, observa cómo sigue respirando a pesar de que le han disparado. Porque lo han hecho con balas de broma”.
Aquella visión pragmática de mi madre respecto de las “pelis” me tranquilizó durante años y, aunque nunca he podido ver una escena de violaciones, siempre quería pensar que eran ficción, que era parte del guión, que todo estaba pactado y que todo el mundo estaba de acuerdo en protagonizar sus papeles, previamente aceptados, incluso en sus modificaciones.
Y ahora, esto me lleva a plantearme si este tipo de personajes laureados como Brando o Bertolucci han sido capaces de perpetrar esta agresión sexual sobre una película para aumentar su realismo (y sus bolsillos que todo hay que decirlo).
¿Qué no habrán hecho con los cuerpos de mujeres actrices, algunos otros directores para promover sus películas y llenarlas de “realismo”? La duda es atroz. Porque ahora ya no me vale el discurso de mi madre de que todo era mentira. Ahora ya veo que no todo lo es.
Pero además y lo más sangrante del tema es cómo al tratarse de personajes de renombre mundial y a pesar de haber pasado más de 40 años, el tema se sigue tratando como algo “anecdótico” y sigue sin pasar nada.
También hemos de recordar el caso de Roman Polanski, quien mantuvo relaciones con una menor de edad llamada Samantha Gailey (posteriormente Samantha Geimer), y que pese a haberlo reconocido en 1977, no fue hasta 2009 que pudo ser extraditado a Estados Unidos para cumplir con la justicia de aquel país.
Pero además la actriz Charlotte Lewis, quien protagonizó el filme “Piratas” (1986), también acusa a Polanski de haber abusado de ella cuando tenía 16 años de edad.
Y estos son algunos ejemplos de grandes y laureados directores de fama mundial que han abusado de su posición para intimidar, agredir y utilizar los cuerpos de las mujeres como si de mercancía se tratara, con el único fin de promover su trabajo y, en definitiva, ganar dinero.
Pero al parecer las palabras de las mujeres agredidas siguen sin tener importancia porque los neones de los nombres de estos “grandes e importantes directores” ocultan esas verdades que ellas proclaman.
Y son voces que les acusan de agresiones sexuales, físicas, psicológicas e, incluso, de no haber tenido en cuenta sus opiniones sobre los guiones y escenas a rodar. Pero a ellos, nada parece preocuparles ni perturbarles.
Con ello hacen gala de un desprecio absoluto tanto por los Derechos Humanos de las mujeres en general y de las actrices en particular, a quienes no tienen ningún empacho en utilizar como elementos necesarios para sus fines, desnudándolas no sólo de sus ropas, sino también de su dignidad y de sus derechos como personas.
A estos los vamos conociendo y, por supuesto desde mi posición de consumidora de cine, procuraré no volver a ver ninguna de las películas de estos monstruos que no han dudado en pisotear los Derechos Humanos de las mujeres en beneficio propio.
¡¡¡Hasta ahí podíamos llegar!!! Si para ellos no tenemos derechos, para mí no tienen dignidad ni trabajo que valga.
tmolla@telefonica.net
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
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