Hace
una semana, partiendo del accidente de Buenavista, en Cananea, Sonora,
enumeramos otros, petroleros, que resultaron relativamente baratos para
los responsables de la o las instituciones.
El primero fue en la refinería de Pemex en Ciudad Madero, el 11 de
agosto pasado. El segundo, la explosión en el edificio central de
Pemex, en febrero del año pasado. El tercero, en la de la plataforma
Usumacinta, del 23 de octubre de 2007.
No sólo no les costaron caro, ni a la empresa privada en su caso, ni menos a los funcionarios de Pemex involucrados.
Vamos a agregar otro caso de
accidente barato, porque a veces ni siquiera se les considera accidentes, sino parte del proyecto normal.
Ya lo hemos mencionado, ahora vamos a ver si les costaron a las
trasnacionales Halliburton y Schlumberger, que desde hace más de un año
empezaron a perforar pozos en nueve municipios de Nuevo León, mediante
fractura hidráulica (fracking), para extraer gas de lutitas
del subsuelo. Desde entonces han ocurrido temblores y producido
cuarteaduras en muros de por lo menos 45 viviendas. Podrán negarlo,
pero recordamos que éste ha sido un accidente o incidente. Afectó a los
habitantes de las viviendas, y no les costó ni un centavo a las
trasnacionales.
Este método, fracking, consiste en inyectar en el subsuelo
grandes cantidades de agua (y que se amuelen los que la necesitaban),
arena y unos 600 productos químicos para fracturar rocas impermeables,
para obtener gas o, a veces, petróleo. La técnica está prohibida en más
de 20 países, incluso europeos. En Estados Unidos ya está prohibido en
Vermont, Nueva Jersey y Nueva York. Son estados importantes y con mucha
participación de la población. El agua usada no sólo es mucha, sino que
queda contaminada y ya no se puede volver a usar.
Se plantea hacer este proceso en México, incluso en estados del
norte muy poblados y con escasez de agua, por lo menos en una parte del
año. Y donde el agua se usa para consumo humano, para pesca o para
riego, pues que se amuelen; ya vimos y vamos a seguir viendo, que las
trasnacionales tienen preferencia.
Vamos
a ver ahora un accidente, o si quieren incidente, que sí le salió muy,
pero muy caro, a la trasnacional British Petroleum. Comenzó el 20 de
abril de 2010.
Una máquina submarina exploradora petrolera estaba trabajando en
Macondo, en el Golfo de México, y una explosión incendió el equipo, con
resultado de 36 horas de fuego y 11 muertos.
El costo para la British Petroleum, hasta el 31 de diciembre de
2013, fue enorme. No se trataba sólo de equipo y combustible perdidos,
sino de multas en serio, no como las de aquí. La propia empresa calcula
el total, hasta esa fecha, en más de 14 mil millones de dólares.
Las pérdidas obligan a realizar inversiones en gran escala, para
llegar a una nueva forma de llevar a cabo este trabajo que evite un
nuevo accidente similar al anterior.
Debemos apreciar el contraste entre los dos escenarios, para que
veamos el tremendo ahorro de las trasnacionales en México, que pueden
tener accidentes sin un costo notable. Entonces, pueden no invertir en
la seguridad, ni en previsiones, ni en equipos de mayor seguridad; ni
en nada por el estilo, pues si hay incidentes, si hay casas con paredes
rajadas o incluso derribadas, no les afecta de manera sensible. Ese es
el gran atractivo para sus inversiones en México.
Por eso se les apoya incluso en las nuevas leyes. No hay como la
impunidad, como la que muestran las empresas que sacan y procesan para
obtener gas en Nuevo León, o como el dueño de Buenavista, en Cananea.
Claro, los que sí pagan son los habitantes de las casas dañadas o
derribadas, los campesinos que se quedaron sin tierra, los afectados
por la pérdida de una presa (por lo menos temporal como en Sonora, no
digamos si es pérdida definitiva), los que pierden su trabajo, los que
tienen que pagar más caros los alimentos y/o sus combustibles, etcétera.
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