Pedro Echeverría V.
1. Los presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón (2000-12),
aunque uno le rasque a sus resultados, nada notable encontrará en sus
gobiernos porque no hicieron nada positivo. De Fox, que fracasó en la
construcción del aeropuerto porque no supo negociar, sólo se recuerda
haber sido una especie de payaso dicharachero y haber apoyado a sus
hijastros para que hagan enormes negocios para beneficio personal. De
Calderón, que ni siquiera se propuso el aeropuerto (sólo construir
refinerías que no cumplió) nadie olvidará que lo más significativo
fueron los 100 mil muertos que produjo su política de militarización
del país. Peña Nieto, por lo que se ha publicado, pretende que la
construcción de la ampliación del aeropuerto sea una obra transexenal
que por lo menos asegure continuidad del PRI; pero todavía no sabemos
lo que resultará.
2. Aunque de todas maneras, dada la correlación de fuerzas con base
al casi absoluto control político que tiene el PRI-gobierno, lo más
probable es que se haga la obra, aunque técnicamente no sea sustentable
y a dos o tres años de su inauguración se empiecen a descubrir los
errores. ¿Se puede soslayar que el proyecto está ubicado precisamente
sobre el Lago de Texcoco? ¿Puede olvidarse que hace apenas unos años se
gastó más de siete mil millones en remodelación del aeropuerto actual,
así como qué sociológicamente que pasará en la zona? En México ha
habido en todos los sexenios –con la aprobación de los tres poderes-
suficiente dinero para despilfarrar en obras que a los pocos años
aparecen fracasadas, aunque ese dinero sea urgente para invertirlo en
mil lugares: servicios de empleo, salud, educación.
3. El gobierno de Peña Nieto que ha aprobado la obra –como sexenio
tras sexenio se señala con mucha irresponsabilidad, porque además estas
grandes obras crean enormes riquezas entre la clase política- señala
triunfalmente que “las consecuencias de no construir el nuevo
aeropuerto de la ciudad de México serían de una grave afectación a la
generación de empleo y a la economía del país, porque esta obra será
una poderosa locomotora económica. Por cada millón de pasajeros se
espera la creación de mil empleos directos; potenciar el transporte de
carga en la nueva terminal e impulsar el comercio exterior con la
construcción de un parque industrial próximo al aeropuerto que albergue
empresas dedicadas a actividades como la nanotecnología”. Es tan
poderosa esa “locomotora” que año tras año hace nuevos multimillonarios
para la lista de Forbes, es decir, de los hombres más ricos del mundo.
4. Sin embargo, por otro lado, universitarios especialistas no
metidos en los enormes negocios aeroportuarios, apuntan con enorme
responsabilidad: “La elección de terrenos en la zona oriente de la
ciudad de México para instalar el aeropuerto generará crecimiento
urbano inadecuado, incrementará los problemas que ya padece el Distrito
Federal, e implicaría ciertos riesgos. Es una decisión contraria a las
políticas planteadas para contener el crecimiento de la ciudad. Para
construir el nuevo aeropuerto se eligió una zona con riegos de
inundaciones, hundimientos y sismos, cuyos efectos ya se han visto en
las instalaciones del aeropuerto actual. Ubicando la nueva terminal ahí
estaríamos construyendo el riesgo” ¿Pero qué le va a preocupar a la
clase política y empresarial si el aeropuerto y la privatización del
petróleo les proveerán gigantescas ganancias y control político?
5. El sólo anuncio de la privatización del petróleo y de la
construcción del aeropuerto garantiza inversiones empresariales en
grandes negocios, así como en la campaña política para el triunfo del
PRI y el reinicio de su dictadura como partido. (No debe olvidarse que,
aunque el PAN es el partido ideológicamente empresarial, el PRI
garantiza mejores negocios y ganancias a ese sector) Mientras la
llamada izquierda o socialdemocracia sigue pensando en que crecerá en
número de diputados y senadores, el PRI piensa en que le basta arrojar
más “maicito” para comprar a la “oposición”, como ha sucedido durante
décadas. ¿Puede olvidarse que Díaz el dictador con su lenguaje popular,
decía que había que arrojar maíz a la “oposición” para que tenga en qué
entretenerse?
6. En tanto México se hace más moderno desde el lado capitalista,
más hunde a la población que lucha contra la miseria y el hambre, por
conservar su cultura y sus tradiciones. Ni siquiera los pueblos
europeos (como España, Grecia, Portugal) han podido resistir la feroz
acometida de los poderosos capitales transnacionales que los han
llevado a salir a las calles a protestar. Todas las enormes ganancias
que se producen vía privatizaciones de recursos naturales, inversiones
extranjeras, obras gigantescas, no han servido para beneficiar al
pueblo, a los trabajadores, sino a los amos del poder. Eso quiere decir
que a mayor capitalización mayor miseria y desesperación en el pueblo.
Desafortunadamente esa desesperación no ha llevado a la liberación.
7. No puede existir mayor esperanza en que las cosas cambien en
beneficio de la población mayoritaria. La vía electoral –desde la
Revolución Mexicana y Madero en 1911- lleva más de un siglo sin que
nada se transforme en beneficio de quienes trabajan y producen la
riqueza; sin embargo todos pueden decir que en cada campaña electoral
se prometen cambios que solo benefician al final a empresarios y
políticos. Tenemos que analizar y discutir más para crear, inventar
formas que permitan la mayor participación de la población en las
luchas. Es necesario dar la batalla contra los medios de información
que tanto embrutecen al pueblo y lo hacen más sumiso; pero eso no basta
porque el poder capitalista tiene que ser destruido porque sigue siendo
el determinante. (6/IX/14)
alterar
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