Santiago
de Chile, 08 sept. 14. AmecoPress.- La directora de la división de
Asuntos de Género de la CEPAL, Sonia Montaño, aseguró que en
Latinoamérica “cuanto más estudia una mujer, mayor es la brecha
salarial con el hombre”.
“En
cambio, en la pobreza, los ingresos salariales se igualan en hombres y
mujeres”, dijo la socióloga boliviana que hace 15 años investiga temas
de género en la Comisión Económica para América Latina, desde su
oficina situada en Santiago de Chile.
La
investigadora consideró que a pesar de que los gobiernos han asignado
coberturas en educación y muchísimos países superaron el analfabetismo
y las mujeres lograron una calidad y rendimiento académico superior a
la de los varones, la mayoría de mujeres altamente capacitadas recibe
una remuneración menor a la del hombre, en las mismas condiciones.
“Esta brecha
salarial no tiene explicación más que en la discriminación”, explicó la
experta y a su criterio es “una tremenda injusticia”.
“En la mayoría
de los países latinoamericanos, a pesar de los logros educativos, la
mujer sigue siendo responsable de las tareas domésticas. Los servicios
públicos de cuidado infantil, guarderías y transporte escolar son
escasos y en encuestas de uso de tiempo se constata que las mujeres son
las principales responsables del trabajo hogareño, la atención de los
niños y los ancianos, a lo que se suma el trabajo remunerado fuera de
casa, lo que determina que los cambios sociales no han sido
suficientes”, afirmó.
La experta
lamentó que “son pocos los países que en sus legislaciones promueven
que el trabajo de la casa sea compartido” entre hombres y mujeres.
Al comparar
las legislaciones de distintas naciones latinoamericanas, dijo que
países como Ecuador, Chile y Costa Rica, por ejemplo, cuentan con
normas que en algunos casos, reconocen y subsidian la tarea hogareña no
remunerada, amplían licencias en casos de discapacidad y brindan
licencia a también a los padres, después del parto.
“Son leyes
recientes, pero muchos varones las eluden y no toman la licencia que
les corresponde” para ayudar a sus esposas en los primeros días de vida
de los hijos.
“En cambio, en
los países escandinavos, la pareja de padres comparte licencia para
cuidar a los niños” en sus primeros tiempos de vida.
Consultada
sobre el salario promedio de la mujer latinoamericana, la socióloga
dijo que “no hay salarios mínimo promedio” ya que el continente tiene
distintos niveles de informalidad laboral. No obstante aseguró que “son
muchas más las mujeres que ganan por debajo de la línea de pobreza que
los hombres. Ahí hay una desventaja”, opinó.
“Las que más
estudian son las que menos ganan en comparación a los varones y los
trabajos de las empleadas domésticas son empleos en general precarios,
de baja calidad y mal remunerados”, describió.
Reconoció que
países como la Argentina y Chile legislaron en los últimos años sobre
el trabajo de las empleadas domésticas “pero aún persiste mucha
informalidad en pequeños comercios”, ejemplificó.
Dijo que hay
muchas mujeres trabajando en el campo de la educación, la salud y la
administración pública y que "faltan mujeres en el área de exportación,
en las cadenas productivas de valor; en esos eslabones el nivel de
participación femenina es bajo”, ejemplificó.
Otro concepto
sobre el cual trabaja la Dirección es el relativo a la autonomía
económica de la mujer, que es la capacidad con que cuenta para generar
ingresos propios y no depender de otro para sobrevivir y poder tomar,
por ejemplo, decisiones de crédito.
Al cuantificar
la situación de dependencia económica femenina en el continente dijo
que “el 30 por ciento de las mujeres en edad de trabajar en
Latinoamérica aún no tiene ingresos propios”, es decir que depende de
los ingresos de familiares, parejas o remesas lo que las limita para
atender el servicio de salud propio o de sus familiares directos.
Citó que se
están realizando estudios sobre la contribución del trabajo femenino y
agregó que en naciones como México, Colombia, Ecuador, Uruguay y
Guatemala el trabajo de la mujer no remunerado contribuye en un 23 por
ciento al PIB de esas naciones.
Además de
carecer de autonomía económica, entre el 30 y 40% de las mujeres en la
región carecen de autonomía física y sufren violencia en sus hogares lo
que se constituye en un obstáculo para luego conseguir trabajo dado que
el castigo físico afecta su autoestima.
Muchas son las
latinoamericanas que no pueden decidir la cantidad de hijos que quieren
tener y el embarazo adolescente también es un tema preocupante en la
región, asevera Montaño.
Sobre la idea
base de que es necesaria una reingeniería social que permita que
hombres y mujeres puedan conciliar la vida familiar con la laboral,
dijo que varios países latinoamericanos están comenzando a delinear
legislaciones en tal sentido, como Uruguay, con sus sistema integral de
cuidado, Costa Rica con sus leyes de cuidados infantil y personas
dependientes, al igual que Ecuador y Chile.
Foto: Archivo AmecoPress.
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