Bajo la Lupa
Vista del piso de remates en la Bolsa de Valores de Nueva York, hace unos díasFoto Reuters
D
esde
Gran Bretaña (GB) –que inventó la globalización mercantilista y
financierista desde hace tres siglos, hoy en peligro de ser balcanizada
por la rebeldía independentista de Escocia–, el analista Philip
Stephens, del Financial Times, afirma que
el mundo retrocede de la globalización, ya que a Estados Unidos no le conviene más imponer el modelo neoliberal global que prohijó.
Desde la
aldea globalplanteada por el gran comunicólogo canadiense Marshall McLuhan –de los años 70 del siglo pasado–, en realidad la brutal aplicación geopolítica de la globalización proviene de la
sociedad tecnetrónicade Zbigniew Brzezinski y la Comisión Trilateral, que alucinaron que el
monopolio de la ventaja tecnológica cibernéticay
serviciosde la dupla anglosajona, más Japón, sería eterna (http://goo.gl/4WlX1K), cuando es sabido que una
tecnologia de puntaes copiada en un máximo de 10 años.
A juicio de Philip Stephens,
Estados Unidos no ve ningún interés nacional en sostener un orden que concede poder a sus rivales(http://goo.gl/b0vWvb).
De acuerdo con las varias globalizaciones que existen y que he esbozado en mis libros – El lado oscuro de la globalización: post globalizacion y balcanización (http://goo.gl/8TNy44) y Hacia la desglobalización (http://goo.gl/11vihW)–, se pudiera diagnosticar que la única
globalizaciónque aún controla la dupla anglosajona es la
financierista, mientras que la versión
económicaha sido capturada por China (supuestamente debido a su mano de obra regalada, lo cual no es tan concluyente), la del
softwarepor India y la de los
energéticospor Rusia.
Sin contar el desenlace que puede ser cataclísmico en el referéndum balcanizador en Escocia, la
globalización financieristade Wall Street y la City de Londres –segundo y tercer lugares en el ranking del Índice de Desarrollo Financiero–, se encuentra en cuidados intensivos cuando la dupla anglosajona ostenta preocupantes deudas impagables en proporción a su PIB estancado.
Philip Stephens aduce que el
retroceso de la globalizaciónviene más atrás de la etapa de sanciones europeas a Rusia, ya no se diga de las contrasanciones deletéreas del Kremlin, que ha amenazado con interrumpir los sobrevuelos de las aerolíneas europeas –lo que dañaría a Francia, Alemania, GB y Holanda– en su conexión asiática (uno de los tres principales motores de la geoeconomía global), al hacer más inseguros y costosos los vuelos primordialmente al triangulo nor-asiático China/Corea del Sur/Japón.
Quien supuestamente era más proclive a
Occidente( whatever that means), el premier Medvediev, sentenció que las
nuevas sanciones contra Rusia podrían romper la seguridad mundial(http://goo.gl/IgyQwF). ¿Todavía mas?
Sin seguridad mundial no hay globalización que valga.
Más allá de las entelequias de la
deslocalización( outsourcing) y la decapitación de los
salarios mínimos( downsizing) –cuando los empleados y la clase media han sido las víctimas de la desregulada globalización financierista, que solo benefició a la plutocracia global (uno por ciento de la población mundial), en detrimento anómalo del restante, lo cual enmarca su consustancialidad antihumana y antidemocrática–, la verdadera quintaescencia del depredador neoliberalismo global radica en la reducción de los
costos, que han escalado debido a la inseguridad del transporte (desde el 11-S) y las sanciones bilaterales entre Rusia y la Unión Europea, que curiosamente han dañado a ambos y han beneficiado a Estados Unidos y a China, como delata el impecable análisis geofinanciero: alza del dólar en relación inversa al desplome del yen nipón, del euro y el rublo.
Hoy los organismos internacionales gestados en Bretton Woods en 1944
se encuentran en pleno desasosiego: 1) la disfuncional OMC, totalmente
paralizada por el sobresalto nacionalista de India, que rechazó la
imposición trasnacional anglosajona que infringe su
soberanía alimentariay que, de hecho, sepultó a la Ronda de Doha; 2) el nuevo banco de desarrollo del BRICS exhibe, en el papel, mayor capacidad inversionista que el alicaído Banco Mundial; 3) el
mini FMI, también bendecido en la cumbre del BRICS en Fortaleza (Brasil), pronto superará al desfondado FMI cuando su directora Christine Lagarde, después de las hazañas eróticas de su antecesor Dominique Strauss-Kahn, es motivo de un juicio por corrupción gubernamental en Francia, y 4) el Consejo de Seguridad de la ONU se encuentra fracturado entre sus cinco miembros permanentes: la tripleta Estados Unidos/GB/Francia frente al binomio Rusia/China, lo cual expone la agonía del viejo orden mundial emergido después de la Segunda Guerra Mundial, que aún se encuentra en búsqueda de nuevos parámetros multipolares. ¡No funciona ningún organismo multilateral del caduco Bretton Woods!
Tampoco la reducción de los
salarios mínimosa niveles microscópicos fomenta la
competitividad, una obsesión alucinante cuando se carece de investigación y desarrollo, infraestructura financiera decente y tecnología básica, como es el caso lastimoso del “México neoliberal itamita”: patético lugar 61 en
competitividadglobal y sitial 43 en el Índice de Desarrollo Financiero.
El salario mínimo anual del “México neoliberal itamita”, después
de 32 años de experimentación estéril, uno de los más bajos del mundo
(US$0.61 por hora), constituye la mitad del de China (US$1.19 por hora)
en sus diversas mediciones.
Philip Stephens desnuda el reduccionismo mercantilista/financierista cuando
una economía global integrada necesita una arquitectura política cooperativaya que
al castigar (sic) a Rusia económicamente, Estados Unidos y Europa socavan el sistema internacional abierto (sic).
Juzga que más que las sanciones contra Rusia, “en una visión más amplia, la globalización ha venido a pique desde el crash financiero de 2008”, que ha llevado a
Washington a retrotraerse continuamente (sic) de sus compromisos globales, cuando
el arquitecto de la época presente de la globalización no desea más ser su garante, mientras China, India y el resto (sic) no desean ser guardianes del multilateralismo. Sin un campeón (sic), la globalización sólo puede caer en deterioro.
Considera que todo era color de rosa con Internet y la
innovación financieraque
no tuvo respeto por las fronteras nacionalescuando los
maestros del universo bancario giraban su ruleta en nombre del Consenso de Washington(léase: el neoliberalismo global impuesto por Estados Unidos): “Hasta que llegó el crash” y el
mundo digitalizadosucumbió al espionaje de la privacidad y a la
política autoritaria.
Hoy
el mundo digital se encamina a su balcanización, mientras el
sistema comercial abierto se fragmentacon
el colapso de la Ronda de Doha, mientras las
economías avanzadas (sic) buscan en su lugar coaliciones regionales como el TPP y el TTIP, y las economías emergentes
construyen relaciones sur-sur. Philip Stephens concluye que el mundo tiende inexorablemente a la balcanización multidimensional.
Ni más ni menos que mi tesis anticipada de hace 15 años sobre los
regionalismosy las balcanizaciones.
La crueldad de la historia sería que la balcanización global se acentuase en el corazón de la globalización
financierista: en GB, con la letal independencia de Escocia.
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