La
novia del deportista, la esposa del político, la señora del empresario.
Así suele identificar la sociedad, especialmente a través de los
medios, a las mujeres públicas
Sean ellas también políticas, empresarias, deportistas, modelos o vedettes.
Son favoritas en las pantallas, noticieros, revistas de chimentos,
páginas web y el éter radia; soportes comunicativos que refuerzan la
teoría de que lo femenino es a partir de lo masculino. Allí interesa
qué cosas hacen para conquistar día a día al hombre con quien comparten
su vida, lo cual involucra el look, el cuerpo, el sexo, su dedicación a
la vida familiar, atributos que luego serían retribuidos por sus
parejas con dinero, viajes, buena pilcha, inmuebles en zonas top o
espacios de poder, como si por ellas mismas no fuera posible lograrlo.
En su libro “El segundo sexo”, la filósofa francesa Simone de
Beauvoir escribió: “El privilegio económico que disfrutan los hombres,
su valor social, el prestigio del matrimonio, la utilidad de un apoyo
masculino, todo empuja ardientemente a las mujeres a gustar a los
hombres. Siguen estando en su conjunto en posición de vasallaje. El
resultado es que la mujer se conoce y se elige no en la medida en que
existe para sí, sino tal y como la define el hombre”. Es un buen punto
de partida para pensar a esas jóvenes y señoras que la cultura
patriarcal y heterosexual faranduliza y registra como sujetas a un
otro, el varón-protagonista.
A “la mujer de fulano” también se la exhibe como persona dependiente
económicamente: ella no trabaja, disfruta a costa del dinero que gana
el hombre, es mantenida, se va de shopping y funciona como apéndice de
los viajes de trabajo y de placer del marido. Mientras los hombres
famosos aparecen en la sección deportes, política, finanzas, cultura o
espectáculos, ‘sus’ mujeres van directo a la sección farándula.
Las críticas también comprenden la clase social a la que pertenecen,
su rol como madres y esposas y la actitud que tienen en distintos
eventos públicos. Es de esperar que sean buenas mujeres para no quedar
en el medio del tiroteo: que mantengan un perfil bajo, que presenten
buena predisposición hacia el entorno familiar, que acompañen y apoyen
al padre de sus hijos y, por supuesto, tengan una belleza tipo.
Con este particular sentido de pertenencia, empieza el show de la frivolidad.
El matrimonio Kirchner
Sin poner el acento en el modelo de gobierno argentino actual, con
el cual se puede estar en acuerdo o en desacuerdo, la figura de la
presidenta Cristina Fernández sigue siendo paradigmática por su
condición de mujer y esposa. De hecho, nunca perdió el apellido
marital: es Cristina Kirchner, es Cristina Fernández de Kirchner, es
CFK.
En 2003, durante la campaña de Néstor Kirchner como candidato a
presidente, ella era presentada como “la señora de Kirchner”, pese
incluso a ser también abogada y a haber ejercido distintos cargos
legislativos. Paradójicamente, por su carácter fuerte se sospechaba que
manejaba las decisiones de su marido. Sin embargo, después no habría
sido el mérito propio el que la llevó a ocupar el Sillón de Rivadavia
en 2007, sino el ser “señora de”. Además, no pudo escapar al ranking
mundial de las mujeres políticas más lindas y elegantes y todavía es
acusada de gastar fortunas en carteras y aplicaciones de botox.
En 2010, cuando Néstor Kirchner falleció, empezó a ser “la viuda de
Kirchner”, situación que en 2011 le habría valido la reelección. Así lo
escribió Sylvina Walger en La Nación días después de los comicios: “(…)
Desde hace algunos meses nadie -a menos de sufrir un peligroso estado
de enajenación mental- podía dudar de que las elecciones le pertenecían
a la Viuda Kirchner, que iniciaba así su peregrinaje hacia la
concentración del poder absoluto”.
El dream team de las botineras
En la jerga argentina, una botinera es una señora o señorita que
ronda continuamente a los jugadores de fútbol para entablar un romance
y sacar así algún provecho económico o de popularidad.
Durante el reciente mundial Brasil 2014 aparecieron innumerables
artículos dedicados a las novias y esposas de los jugadores de la
Selección argentina. El interés central era descubrir cuál era o no
botinera, cuál de ellas era la más linda o cómo se lookeaban para ir a
la cancha a alentar a sus hombres.
El lomo infartante de la novia de fulano, la operación de lolas
[tetas] de la esposa de sultano, el antes y el después de la mujer de
mengano fueron temas cliché. Eran notas con mucha fotografía y poco
texto, en lo posible condimentadas con algunas “declaraciones
escandalosas”, ya que muchas de esas famosas son mostradas como arpías
para con sus pares. Sumado a los comentarios de lectores debajo de cada
posteo, el resultado era alimento balanceado para el corrillo mediático
y sexista.
De un lado ubicaban a las botineras y del otro a las “Claudia
Maradona”, símbolo de madre abnegada y esposa incondicional en este
difícil ambiente. Por ejemplo, el portal digital Primicias Ya, publicó:
“Eliana Guercio, quien fuera una de las vedettes más polémicas del
ambiente, dejó las plumas para viajar tras los pasos de su marido, el
arquero de la Selección Argentina de fútbol, Sergio Romero”.
En lo suyo, Evangelina Anderson, la esposa de Martín Demichelis,
encabezaba los top ten de “las botineras más lindas”. Mientras que
Antonella Roccuzzo, esposa de Lionel Messi, por su bajo perfil era
considerada “la Claudia de Messi”, además de que recibió elogios por
ser dueña de una belleza “fresca y natural”, es decir, sin cirugías.
En una de las notas que Ciudad.com publicó en pleno mundial sobre
Roccuzzo, un lector posteó este comentario (Sic): “Bonita y mujer de un
Grande cómo es Lionel Messi se mira y no se toca porque es la señora de
un Grande por más linda que sea. Se la ve contenta con Leo cómo le está
yendo en el Mundial esperemos que nos dé una alegría y un sueño, que
todos los Argentinos queremos es que Argentina salga Campeón. Antonella
Roccuzzo Carne 100% Nacional”.
Parece entonces que la femeneidad también es cosa de machos,
legítimamente sostenida por el patrón comunicacional y cultural
reinante. Las mujeres son observadas con esa lente y luego prejuzgadas.
De acuerdo a los valores que de antemano la sociedad deposite en ellas
se decidirá cuáles establecieron lazos "verdaderos" con su pareja y por
ende deben ser respetadas y cuáles simplemente se colgaron de la fama y
la billetera y, en consecuencia, pueden ser "tocadas".
Por el momento no hay otra lógica que valide el ser femenino.
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