39 Festival Internacional de Cine de Toronto
Leonardo García Tsao
Roger Waters festejó sus 71 años con el estreno de su documental en el
festival de Toronto. En la imagen, da autógrafos a sus seguidores a su
paso por la alfombra rojaFoto Ap
Toronto, 7 de septiembre.
El comentario común en las publicaciones especializadas es el error
estratégico cometido por el TIFF de retrasar cuatro días las películas
antes exhibidas en Telluride. Varios distribuidores se han quejado de
que eso le ha restado interés a la primera parte del festival, que
hasta el año pasado solía ser la más intensa. Hasta ahora ningún título
ha causado el entusiasmo que, por ejemplo, Gravedad, de Alfonso Cuarón, suscitó en 2013, o la sobrestimada Argo,
de Ben Affleck, en 2012. Lo peor es que muchos distribuidores se
marcharán de Toronto el lunes, justo antes de que comiencen a
proyectarse las películas retrasadas por la nueva cláusula. Tal vez el
director artístico, Cameron Bailey, debería recapacitar sobre esa
decisión.
Uno tampoco ha encontrado la gran revelación y ha debido conformarse con estrenos como Une nouvelle amie (Una nueva amiga),
la más reciente realización del muy disparejo François Ozon. Después de
que su joven amiga de la infancia murió, Claire (Anaïs Demoustier),
descubre que el viudo David (Romain Duris) es un travesti de clóset.
Después del shock de la revelación, Claire se convierte en la
única compañía de David transformado en Virginia, lo cual se presta,
por supuesto, al trastrocamiento de las identidades sexuales. El
cineasta mantiene ligero y entretenido su relato hasta que Claire no
sabe si David le atrae como hombre o como mujer (vaya, el mismo dilema
de la original Viktor und Viktoria, la comedia alemana de 1933). Pero hasta la conclusión es estrictamente convencional.
La identidad es también el tema central de No soy Lorena,
de la chilena Isidora Marras, sobre una joven actriz (Loreto Aravena)
que sufre una aflicción común de la vida moderna: una compañía de
cobros la llama constantemente, confundiéndola con una Lorena Ruiz, al
parecer una deudora incorregible. Por mucho que la protagonista insiste
en aclarar la situación, esta sólo se complica.
Marras,
quien también es la coguionista, ha sabido jugar con eso de la
personalidad alterada, acompañando a su personaje con una madre con mal
de Alzheimer (o sea, en trance de perder la identidad) y un vecino
travesti que se hace llamar Rosetta. Además, su profesión la obliga a
adoptar otros roles. Todo eso está muy bien planteado. Lástima que la
directora no ha sabido intensificar ese aspecto de pesadilla kafkiana y
se le va de las manos en una resolución muy poco satisfactoria. No
obstante, es una opera prima que anuncia a una cineasta con potencial.
El que sí cumple su simple planteamiento es el joven director estadunidense David Robert Mitchell en It Follows (Te sigue),
original película de horror sobre una especie de maldición venérea:
después de hacer el amor con su novio, una chica (Maika Monroe)
comprueba que ahora la sigue una siniestra presencia que adopta
diversas formas humanas, en un intento obcecado por matarla. El
ambiente conseguido por Mitchell es curiosamente retro –una música de
sintetizadores anuncia la aparición del monstruo– y eficaz, al hacer
inquietante la más prosaica de las situaciones.
El viernes por la noche iba a ser el estreno canadiense del documental mexicano Los años de Fierro,
de Santiago Esteinou, que atrajo una larga fila de cinéfilos que le
daba vuelta a la cuadra. Sin embargo, una tormenta eléctrica provocó
una sobrecarga que fundió al proyector de esa sala. La función tuvo que
reprogramarse. No sólo en el tercer mundo se dan esos contratiempos.
Twitter: @walyder
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