Estamos a tiempo de que el jefe de gobierno de la Ciudad de México recapacite y tome el mando de la gran ciudad.
Del Zócalo a la nueva regencia del DF
Ricardo Mejía Berdeja
Ricardo Mejía Berdeja
No conformes con entregar el
petróleo a los extranjeros, empobrecer al país, paralizar la economía
con su mala conducción y su reforma hacendaria y hacer voraces negocios
al amparo del poder, ahora Enrique Peña Nieto y su camarilla de
traficantes y traidores a la patria de plano quiere hacerse del control
de la Ciudad de México, que cuenta con su propio gobierno resultado de
una larga lucha cívica, con el sometimiento del actual jefe de gobierno
Miguel Ángel Mancera.
La democratización del Distrito Federal ha
sido un esfuerzo continuo de la sociedad civil y las fuerzas
progresistas que ha tenido como fruto que los habitantes de la Ciudad
de México elijan a sus gobernantes, al jefe de gobierno y a los jefes
delegacionales, y que se cuente con una asamblea con facultades
legislativas. Si bien la Ciudad de México no tiene su propia
Constitución y tiene un status aún limitado en el ámbito local, lo
cierto es que desde 1997 elige a su gobernante, después de vencer
severas resistencias del régimen priísta que siempre ha visto en los
ciudadanos del centro de la República como personas críticas, de amplio
criterio y con un marcado talante opositor a los excesos del tricolor,
y por lo mismo siempre ha tratado de limitar sus derechos políticos.
Hasta
antes de 1997, la Ciudad de México era dirigida por un funcionario
nombrado por el presidente de la República, una gente del primer
círculo presidencial que sólo le rendía cuentas al titular del
Ejecutivo. El jefe del departamento del Distrito Federal, mejor
conocido como Regente, tomaba todas las decisiones y designaba de
manera unipersonal a los funcionarios encargados de cada delegación.
Con
la reforma constitucional del año 1996, la creación de la figura del
jefe de gobierno del Distrito Federal permitió que por primera vez, las
ciudadanas y los ciudadanos de la capital del país eligieran a través
de votación universal, libre, directa y secreta a quien sería la
persona encargada de conducir la vida gubernamental de la ciudad.
En
1988 Carlos Salinas sufrió una contundente derrota en el Distrito
Federal a manos del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y en 1997 el hijo del
General se convirtió en el primer jefe de gobierno tras una copiosa
votación a su favor. A él le sucedieron Andrés Manuel López Obrador y
Marcelo Ebrard Casaubon y el actual Miguel Ángel Mancera.
Esta
lucha fue una victoria de la ciudadanía, que permitió a la capital del
país dar pasos agigantados hacia la igualdad de derechos de quienes la
habitan.
Desde ese entonces y a la fecha, la discusión sobre la
necesidad de una Constitución para la ciudad de México persiste en el
ambiente, y con cierta periodicidad existen reformas políticas que
intentan mejorar dicho ámbito en la capital. Si bien se reconocen
algunos logros en esta dirección, tales como la conformación del
Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, el establecimiento de la
Asamblea Legislativa, y múltiples esfuerzos en materia administrativa y
de descentralización de funciones, la ciudad de México mantiene un
régimen de excepción respecto al resto de los estados de la Federación.
Con
toda la catarata de reformas regresivas del Pacto por México se le
vendió a cierto sector del PRD, el más proclive a negociar con EPN, que
la definitiva reforma política de la Ciudad de México sería parte del
paquete de sus acuerdos cupulares. Hasta ahora todo ha sido una
engañifa y por el contrario el gobierno federal priísta ha reforzado su
cerco político, económico y administrativo con la comodidad para ellos
de contar en la Ciudad de México con un jefe de gobierno que contrario
a sus antecesores se ha dedicado a cultivar una relación de
sometimiento al Ejecutivo federal. Una cuestión es cuidar un trato
institucional y otra muy distinta es permitir el avasallamiento y el
trato de Regente o de figura menor a ello que le otorga el gobierno
federal.
Hasta ahora el jefe de gobierno está más preocupado en
golpear con insidias a su antecesor que en cuidar los intereses de los
capitalinos y en gobernar con un sentido progresista, fiel al conjunto
de fuerzas que le apoyamos para llegar al gobierno.
Los
problemas en la conducción del gobierno de la Ciudad, en los temas del
transporte y la inconformidad social del Hoy No Circula han mermado la
popularidad del gobierno de la Ciudad de México, frente a ello y la
impunidad que lo caracteriza el presidente de la República ha invadido
el ámbito de gobierno, y ha tomado decisiones unilaterales que
involucran a los habitantes del DF, decisiones que deberían tomar en
cuenta a las autoridades locales y a la ciudadanía.
Un caso
grave del problema del transporte en el Distrito Federal es el caso del
metro. Debemos recordar que a partir del 13 de diciembre de 2013 un
aumento en el costo del boleto por viaje en metro, de casi un 60%,
modificó la vida de las personas que habitan la capital del país.
Estableciéndose en cinco pesos por viaje, el aumento generó una serie
de profundas inconformidades por parte de la población, así como
manifestaciones públicas, como el denominado #PosMeSalto, que invitaba
a las y los usuarios a ingresar a las estaciones sin pagar el costo del
boleto.
Estas numerosas protestas no lograron revertir el
aumento de la tarifa y el gobierno capitalino insistió en que con el
alza en el costo del servicio éste mejoraría. Esto no ha sido así.
El
Sistema de Transporte Colectivo Metro han presentado reiteradamente una
serie de fallas, ya que -de manera sistemática- las personas usuarias
sufren las repercusiones del mal servicio: inundaciones, desalojos de
emergencia y el alto total de los trenes en las estaciones o entre las
mismas por varios minutos, son algunas de las fallas que afectan el día
a día de quienes se transportan en metro.
Entre las fallas más graves que se han presentado en los últimos cuatro meses se encuentran:
26
de mayo: Inundación de las estaciones Cuatro Caminos, Panteones y
Tacuba de la Línea 2 por la saturación de la red de drenaje causada por
las fuertes lluvias que cayeron en el norponiente de la ciudad.
19
de junio: Un convoy que se encontraba en la estación El Rosario de la
Línea 7 registró una falla que provocó fuego en una llanta. El
incidente fue divulgado por redes sociales.
“Según el reporte
del área de Transportación y Material Rodante, el convoy iba vacío pues
estaba a la espera de salir de la terminal El Rosario para prestar
servicio”.
“Cerca de las 5:50 de la mañana, el tren N2232 con
números de motrices 653/652, sufrió un calentamiento en las zapatas
-elementos de madera- lo que provocó fricción con el sistema de
lubricación generando que unos cables se incendiaran, fuego que se
aprecia sale de abajo del convoy”.
26 de junio: Usuarios de la
Línea 5 del Metro resultaron afectados, ya que las intensas lluvias
provocaron una falla eléctrica en la estación Aragón.
2 de
julio: Entre las 20:00 y las 21:00 horas, usuarios de la Línea 5 a la
altura de la estación Oceanía, fueron desalojados del convoy debido a
un corto circuito que generó una gran cantidad de humo.
“Personal
del Sistema de Transporte Colectivo (SCT) cortó la energía eléctrica
para que la gente pudiera desalojar los vagones utilizando las vías”.
“Debido al percance, el Metro suspendió temporalmente el servicio entre las estaciones Consulado y Politécnico”.
“Debido
a las molestias que esta situación generó, un grupo de usuarios increpó
a empleados del Metro y exigieron que les fuera devuelto el importe del
pasaje que pagaron, lo cual provocó connatos de bronca.”
En
tanto, en la estación Centro Médico de la Línea 3, usuarios reportaron
la presencia de humo en uno de los vagones, por lo que también fueron
desalojarlos.
15 de julio: Suspensión del servicio de las
estaciones Peñón Viejo y Acatitla de la Línea A por una supuesta falla
en la energía eléctrica de unos de los trenes, por lo que se tuvo que
desalojar a los usuarios.
2 de septiembre: Una supuesta falla
mecánica de las estaciones Zapata y Coyoacán, correspondientes a la
Línea 3, provocó servicio lento y saturación de los vagones
aproximadamente a las 7:30 horas, por lo que fueron desalojadas las
personas que se encontraban en dichos puntos.
Este problema
provocó también que la estación Indios Verdes, fuera cerrada en su
totalidad provocando un caos en la colindancia del Distrito Federal
con el Estado de México.
Un día después, el 3 de septiembre, A
través de Facebook, usuarios del servicio de transporte denunciaron que
un tren de la Línea 7 del Metro circuló con las puertas abiertas, entre
las estaciones Tacubaya y Refinería, mientras el técnico arreglaba el
problema con el tren en movimiento.
Por otra parte, no podemos
obviar lo sucedido con la Línea 12 del STC Metro y el cierre de once de
las veinte estaciones que la conforman a partir del 11 de marzo del
presente año, afectando así a medio millón de capitalinos, quienes se
verán afectados en su economía al desembolsar doce pesos diarios al
tener que usar otros transportes y un impacto en el ahorro en tiempo
que se tenía previsto con la llamada “Línea dorada”, el cual es de dos
horas treinta minutos al día.
Estos asuntos mal administrados
han dado cabida a un deseo de imposición gubernamental por parte de
Peña Nieto, retrocediendo de facto el tiempo y otorgando a Mancera un
cargo por mucho inferior al de Regente.
Peña Nieto, con sus
decisiones, hecha por la borda los años de esfuerzo de ciudadanas y
ciudadanos por elegir a sus propios gobernantes, tomando decisiones sin
consultar a los habitantes de la capital, y superponiendo sus
facultades a las de Miguel Ángel Mancera. En su desprecio por los
habitantes de la Ciudad de México el Ejecutivo Federal ha pasado de
utilizar el zócalo como estacionamiento a instituir en los hechos, de
nueva cuenta, la regencia del Distrito Federal.
Estamos a tiempo
de que el jefe de gobierno de la Ciudad de México recapacite y tome el
mando de la gran ciudad que protestó defender, poca esperanza queda
para las y los habitantes de esta gran urbe si los avances en la
democratización del Distrito Federal se vieran supeditados de facto a
un gobierno federal que ha demostrado ser represor, que ha entregado
los bienes de la nación a manos extranjeras, y que hará todo lo que se
encuentre en su poder para evitar que las fuerzas progresistas que han
gobernado la ciudad continúen aplicando las políticas que han colocado
a la ciudad como una metrópoli ejemplar y de vanguardia en materia de
seguridad social y derechos humanos en México.
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