Los familiares y estudiantes de Ayotzinapa
I.
Los familiares de los secuestrados-desaparecidos y los normalistas
sobrevivientes han resistido durante largos, incansables y
sobresalientes 90 días de indagaciones, demandas y reclamos (26 de
septiembre a 26 de diciembre de 2014) las embestidas
gubernamentales-estatales orquestadas con todo tipo de maniobras (y
asesorías) reaccionarias. Montadas sobre la base de chantajes
moralistas, ofrecimientos corruptos, extorsiones sutiles, promesas
fingidas, vigilancias panópticas y amenazas más o menos veladas. Todos
ellos sin excepciones (y a diferencia de otros actores de la
resistencia como los grupos de autodefensa michoacanos o movimientos
magisteriales de Oaxaca o Guerrero que han sido escindidos) han
mantenido unificadamente su digna resistencia.
Su fundamento
tesonero ha sido su amor filial y fraternal que ha metamorfoseado su
dolor corporal-sentimental en coraje y esperanza. La vida estudiosa,
comprometida, militante y combativa de sus hijos, sobrinos, nietos,
hermanos y camaradas ha sido el pábulo y aliciente político-ideológico
y axiológico para sostener sus búsquedas, sus denuncias, sus marchas,
asambleas, mítines, plantones, caravanas y manifestaciones diversas.
No
ha sido, pues, una resistencia pasiva y menos abnegada. Han tomado
iniciativas firmes y múltiples: se han movido por diversos lugares del
país, han tenido reuniones sin fin, han encabezado marchas globales,
han estado activos en los medios de comunicación, han confrontado
directamente hasta al mismo Peña Nieto y a sus personeros de toda
calaña.
Han ganado –con ello– simpatías, solidaridades,
adhesiones y relaciones de las organizaciones y resistencias de la
izquierda mundial. Y han ganado también en desenmascarar las miserias
de los funcionarios y las tretas encubridoras del régimen.
En
efecto el Estado mexicano y su gobierno peñanietista ha manejado varias
caretas cuidando su administración y su régimen necropolítico en el que
están coludidos el capital mundial, la oligarquía mexicana y la caterva
de sus agencias y agentes, incluidos, políticos-funcionarios y
empresarios de todo nivel, policías, militares y narcocriminales.
Así
pues por la envergadura y significado de sus acciones, de su lucha, de
su ética política, de su resistencia activa y crítica, de su papel en
el momento en el que el régimen necro-neoliberal mostró su sadismo más
barbárico, los familiares y normalistas de Ayotzinapa se han situado en
encaje político nodal: en un liderazgo en el que con lo que han ganado:
hemos ganado los “vícitimizados” del régimen (y no sólo a nivel
nacional sino a nivel internacional).
II. Los lineamientos del script
del poder del narcoEstado-gobierno hasta ahora no han cambiado, sigue
su campaña de “fue un hecho a nivel municipal”, “nuestras acciones han
sido transparentes”, “fueron calcinados pero no sabremos nunca toda la
verdad”, “nuestras políticas son las adecuadas”, “ya llevamos x
detenidos y vamos a apresar a todos los implicados”, “ya reforzamos las
medidas para que no se vuelvan a repetir este tipo de eventos”,
“estamos a la espera de resultados”, ”supérenlo”, “olvídenlo”,
“volvamos a la normalidad de la necropolítica”, “etcétera”.
Pero ese script
aparencial esconde las reales acciones del Estado-gobierno
necropolítico y policial-militar: Su apuesta al desgaste de los
familiares cuestionadores y del movimiento Iguala-Ayotzinapa, su
apuesta al engaño y a los múltiples encubrimientos, su apuesta a la
represión, su apuesta a la protección de personajes claves implicados
en la matanza y desaparición forzada (como el jefe de la policía
municipal de Iguala, del “chocky”, del “gil”, de Aguirre, de los jefes
militares del 27 batallón, de los jefes policíacos federales presentes
el 26-27 de septiembre, de los mismos “Abarca”, de presidentes
municipales priístas de Guerrero y Michoacán y de todos los estados,
etc., etc.). El necro-narco gobierno sigue con su política de
revictimización de los familiares y normalistas de Ayotzinapa, su
política de descrédito hacia ellos y sus aliados, su política de
monitoreo y provocación por parte de agentes estatales.
En fin,
no hay muestras de cambios verdaderos, ni siquiera de cambios de
funcionarios ineptos y a todas luces infames de su gabinete, como se lo
han sugerido intelectuales y líderes internacionales demócratas
burgueses; por ejemplo de Murillo Karam o del secretario Soberón de la
Marina, etcétera. No hay, pues, intención de mover profundamente nada
(solo cosmetología barata); el empecinamiento y la ceguera de Peña
Nieto, de su gobierno, de los partidos y la clase política seguidista y
de los poderes fácticos del fundamentalismo neoliberal mexicano son
radicales y doctrinarios.
III. Particular y concretamente
se trata de necro-economía y de necro-política a nivel mundial (y de su
núcleo sádico generalizado, como lo afirma el intelectual orgánico
Jorge Veraza) y muy especialmente a nivel del México actual. Economía y
política o, mejor, economía política (y su interiorización
psico-axiológica).
Capitalismo necroplítico iniciado desde
2006, que continúa el capitalismo cínico de los 80 del siglo XX,
plantea el destacado investigador Luis Arizmendi. Su país modélico:
México. Donde “la esclavización de migrantes en la frontera sur, la
trata de blancas, el despoblamiento dócil de zonas con recursos
naturales estratégicos o, como en Michoacán, la imposición de tributo
por circulación de mercancías, circulación de personas y hasta por
metro cuadrado de casas habitación, se volvieron fuentes múltiples de
un nuevo tipo de renta: la renta criminal. Tremenda
concentración de riqueza privada imposible si no fuera por el
establecimiento violento de la acumulación por desposesión salarial
basada en la necropolítica. Su expresión más sórdida: el país está
lleno de fosas. La economía criminal que opera desde México es de las
más poderosas del siglo XXI”1.
Necropolítica
en el México de hoy que ha generado una nueva identidad en los
comportamientos y los imaginarios de los mexicanos del siglo XXI, nos
plantea el articulista Ricardo Guzmán. El imperio de la sangre, de la
violencia extrema como rectora, del sacrificio de miles [millones] de
vidas a cambio del bienestar de unos pocos ha hecho que todo se opaque
“frente a las notas de muertos y desaparecidos: estamos en un país que
se ha modificado a partir de los fallecidos y no de los vivos. La
presión generada por los deudos de esos miles de asesinados y
desaparecidos no se limita a los manifestantes ni a quienes recurren a
organismos internacionales para obtener una simple respuesta sobre si
viven o no sus parientes. El imaginario colectivo es otro, a partir de
que resultó inocultable la avalancha de sangre. Son los muertos los que
reinan este tiempo”2.
IV.
En México el “día de muertos” se ha recalendarizado, se ha difuminado,
se ha generalizado a todos días del año. Las fiestas navideñas
(posadas, nochebuena, navidad, fin de año, año nuevo, día de reyes) se
han convertido en este 2014 en fechas de “día de muertos y
desaparecidos”, pero también de memoria, resistencia y manifestación
contra esa necro-economía, esa necro-poítica y esa necro-identidad.
Los
familiares y normalistas de Ayotzinapa no han aceptado el olvido, no
han aceptado las “fiestas navideñas convencionales”, siguen sus actos
de desagravio, sus pesquisas, sus demandas de justicia, sus exigencias
de presentación con vida de los 42. Pero no están solos, existe
significativamente el acompañamiento, la solidaridad, la recuperación
de esa resistencia-lucha como paradigmática de la nueva vida; a nivel
nacional e internacional continúan las demostraciones.
No son
42 los desparecidos-secuestrados, no son 6 los masacrados, sino como
dice Ricardo Guzmán, son miles y quizás millones los que están de por
medio en estas actividades y movilizaciones. La navidad se resignifica
teniendo su corazón latente en la fortaleza y la dignidad de esos
familiares, amigos y solidarios de esos desaparecidos y muertos.
Tres meses después al abrigo humano en pleno solsticio de invierno se prepara el advenimiento del equinoccio primaveral.
V.
El articulista José Blanco en un reciente escrito se lamentaba de que
el futuro de México queda en el “limbo” debido, entre otras cuestiones,
a que “no aparecen aún liderazgos inteligentes capaces de conducir un
cambio de gran profundidad que no termine en una hecatombe represiva,
con la que todos perdamos con el riesgo adicional de quedarnos con un
tirano en el poder”3.
En efecto, según nosotros y ratificando-rectificando a Blanco, no
habían aparecido hasta antes del 26 de septiembre de 2014 liderazgos lo
suficientemente inteligentes y sobre todo suficientemente creíbles y política-éticamente
identitarios (identificatorios) para todos los “victimizados por el
necro-régimen”. No es que neguemos los liderazgos individuales y
colectivos aparecidos desde el nacimiento del neoliberalismo o
capitalismo “cínico” en México, esto es, por ejemplo: Cuauhtémoc
Cárdenas, el Sup Marcos, López Obrador, Javier Sicilia, o la Corriente
democrática del PRI, el Partido de la Revolución Democrática, Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, el Sindicato Mexicano de
Electricistas, la organización del Pueblo de San Salvador Atenco, la
Comuna de Oaxaca, Morena, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación o el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (entre
los más sobresalientes)4.
Estos fueron importantes en su coyuntura, pero en la actual varios de
ellos aparecen en buena medida no sólo desgastados, rebasados y
desfasados, sino, incluso algunos francamente limitados y hasta
“ventaneados”. Sin embargo, los más consecuentes de ellos siguen siendo
hoy día importantes y necesarios para la unidad popular y democrática
antineoliberal y antinecropolítica.
Así tenemos que los
familiares y normalistas de Ayotzinapa a pesar de la campaña y
propaganda contraria a ellos de los fomentadores del necro-régimen
(oligarquía, medios de comunicación, presidente, gabinete, gobierno,
clase política, mercado y agentes criminales, imperialismo,
neoliberales, poderes fácticos, clase empresarial, etcétera), se han
ganado y están creando un nuevo liderazgo crítico que puede llevar a
una nueva situación en México: democratización, asamblea constituyente,
nueva constitución, nuevo gobierno, transformación revolucionaria…
Como
señalamos tras y junto a su lucha han estado contingentes de todas las
“víctimas” del sistema necro capitalista: estudiantes, intelectuales,
campesinos, obreros, urbanos, indígenas, jóvenes, mujeres, artistas,
militantes de izquierda, religiosos, etcétera. Y consideramos que los
movimientos y organizaciones consecuentes en la lucha contra el
capitalismo sádico y necropolítico a nivel nacional (y global) tienen
la alternativa convergente del liderazgo democrático y crítico de los
de Ayotizinapa. Un liderazgo que comienza a gestarse y está por
construirse.
Así, en estos días han declarado algunos de los
representantes de los familiares y normalistas de Ayotzinapa que las
marchas y plantones son necesarios pero ya no son suficientes, han
dicho literalmente que: “hay que pasar a otra fase de la lucha”; el
padre de estudiante desaparecido Carlos Iván N. opinó: “Si la gente nos
ayuda, hay que entrarle y quitar a todo este mal gobierno, pero hay que
entrarle con una revolución y hay que armarse porque no hay de otra”.
Este posicionamiento es una muestra del pensamiento y los ánimos que
–valga la redundancia– que animan a estos familiares, campesinos
humildes pero cada vez más concientizados y en el proceso de
aprendizaje colectivo de impulsar su liderazgo ganado. En este sentido
el 21 de diciembre pasado ellos participaron en la Séptima Asamblea
Nacional Popular (ANP) celebrada en la Normal Rural Isidro Burgos de
Ayotzinapa Guerrero en donde más de 30 organizaciones sociales y
políticas plantearon –entre otros– los siguientes puntos de un plan de
acción: presentación con vida de los 42 normalistas, castigo a los
responsables de su desaparición y de los asesinatos perpetrados, caída
inmediata de Enrique Peña Nieto porque no representa los intereses y
las aspiraciones del pueblo mexicano, la libertad inmediata e
incondicional de todos los presos políticos, boicot y anulación de las
elecciones de 2015, preparar condiciones hacia la huelga política
general, derogación de las reformas estructurales, por un nuevo
constituyente y una nueva Constitución, por el poder popular. También
se pactó convocar “a todos a seguir con la construcción de asambleas
populares en cada comunidad, ejido, barrio, colonia, fábrica, centro de
trabajo y centro de estudio, de cada estado, creando las bases para
construir una gran Asamblea Nacional del proletariado y los Pueblos de
México”5.
Estas
iniciativas e impulsos populares en vistas a formar una fuerte
convergencia unitaria que apuntale un frente orgánico o bloque
histórico que cambie la correlación de fuerzas a favor de las clases y
sectores explotados, oprimidos y violentados: el nacimiento de la
primavera vital. Y que construya un nuevo gobierno basado en el poder
proletario y popular y avance el camino revolucionario y socialista
1 Véase “Capitalismo necropolítico y Ayotzinapa”, en Rebelión, http://www.rebelion.org/noticias/2014/11/192555.pdf 28-11-2014, 2pp.
2 Véase “México hoy, necropolítica e identidad”, en La Jornada Semanal, 21 de diciembre de 2014, pp. 8 y 9
3 Ver “el futuro nos alcanza”, 23 de diciembre de 2014, p. 17.
4 Cfr. Adame C. Miguel Ángel, Movimientos sociales, políticos, populares y culturales, Edit. Itaca, México, 2013.
5 Cfr. Ocampo Sergio “La Asamblea Nacional Popular acuerda boicotear los comicios del año próximo”, en La Jornada, 22 de diciembre de 2014, p. 4.
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