La clase gobernante es corrupta de origen, dice el obispo de Saltillo, Raúl Vera López
Proceso
MÉXICO, DF (Apro).- Para el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, los
partidos políticos exhibieron este año, como nunca, su decadencia; la
clase gobernante, perpetuada a través de varias generaciones, es
corrupta de origen, y lo ocurrido con los estudiantes de la Normal de
Ayotzinapa sumado a los escándalos de corrupción plantean una sola vía
para evitar que el desenlace sea violento: Que la sociedad cambie la
forma de Estado y su sistema político.
La perspectiva
del último obispo mexicano en activo de la teología de la liberación va
más allá de la opinión, pues está convocando a lo que define como un
"congreso constituyente alternativo", cuyo propósito es que, al margen
de los grupos de poder, sea el pueblo el que ejerza su
autodeterminación, su soberanía.
Se trata, explica en
entrevista, de refundar el país, de acoger todas las voces y las
aspiraciones, "no impulsando superliderazgos, y sí dando los pasos
necesarios para acrecentar la conciencia política de todos los
ciudadanos".
Su plan consiste en construir "sujetos
sociales", un concepto que empleaba con frecuencia Samuel Ruiz, el
fallecido obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y que Vera ha
recogido y empleado desde que fue coadjutor de esa misma diócesis en
los años noventa, para referirse al empoderamiento de la sociedad.
Reticente a aceptar —como en su tiempo lo hacía Samuel Ruiz— que se le
identifique como "teólogo de la liberación", Vera prefiere describirse
como un sacerdote que tomó la "opción preferencial por los pobres", y
considera que su deber pastoral consiste en escuchar "el clamor de los
pobres, de las víctimas y de los que sufren".
HUMANA Y CON SENTIMIENTOS
En la sociedad mexicana, excluyente y desigual, afirma, "la voz de los
pobres no está presente en las decisiones, la economía ha perdido el
rumbo y, en lugar de ponerse al servicio de la equidad y la igualdad
con oportunidades para todo ser humano, ha generado injusticias y
desigualdades que cada día y a cada hora crecen de manera escandalosa.
"Los grupos del así llamado crimen organizado son vistos por no pocos
funcionarios como organismos simbióticos con las estructuras de los
tres niveles de gobierno, municipal, estatal y federal. En el mundo
empresarial y financiero que les lava el dinero, son vistos como
colegas y compañeros de negocios".
La única
alternativa, insiste, es reaccionar ante la barbarie, empezando a
trabajar en la construcción de una sociedad en la que todos sean
incluidos, en especial los más vulnerables —los pobres—, a quienes
reconoce como la parte de la sociedad que sigue siendo humana y con
sentimientos.
Son ellos quienes "recorren caminos de
muerte en los procesos de migración; en las mujeres y los niños
víctimas de la trata y la esclavitud moderna; en los jóvenes que no
tienen el derecho a vivir las ilusiones del futuro que todo joven
debería tener, y que son expuestos a una existencia cruel, donde su
destino final es la muerte o la cárcel".
Inevitable la evocación histórica:
—Suena a replantear "Los Sentimientos de la Nación"… —se le comenta.
–Sí,
lo sé. Me lo han dicho. El padre Morelos interpretó lo que el pueblo
quería, no eran sus sentimientos, eran los sentimientos del pueblo.
Hoy, el pueblo quiere una salida pacífica, ya no quiere pobreza,
cinismo, injusticia ni violencia. Hay que remediar el país, no
remendarlo, pero tiene que hacerlo el pueblo.
EL ORIGEN DEL LLAMADO
Cuando en 1996 los Acuerdos de San Andrés sobre derechos indígenas
fueron desconocidos por el gobierno de Ernesto Zedillo, en Chiapas se
planteó una discusión: Llevar el proceso de consulta para refundar el
país.
Vera acude a ese recuerdo para explicar que,
desde entonces, era claro que las aportaciones que hizo la población
indígena para generar un nuevo marco jurídico que reconociera y
protegiera los derechos y la cultura indígenas tenía que realizarse con
todas las comunidades rurales y urbanas de México.
Desde aquellos años, el planteamiento de "generar sujetos sociales"
para que en pleno ejercicio de la autodeterminación se planteara el
rumbo que debía seguirse en México fue una constante en las
declaraciones de Vera, que sin embargo, luego de lo ocurrido con los
normalistas en Iguala, Guerrero, a finales de septiembre pasado,
decidió encausar un plan para generar un constituyente ciudadano.
Vera López cuenta que desde hace meses maduraba la idea, luego de la
serie de diálogos que sostuvo con Bernardo Barranco y que se
convirtieron en el libro "El evangelio social del obispo Vera"
(Grijalbo, 2014), pues fue en una de esas conversaciones cuando expresó
sus preocupaciones sobre México. Barranco le preguntó cuál era la
solución a los problemas actuales y el obispo expresó la necesidad de
refundar el país:
"En Chiapas, luego de que el Estado
traicionó los acuerdos de San Andrés, sabíamos que no era suficiente y
que el modelo de diálogo podía ser la guía para generar una nueva
Constitución. Ya veíamos que Salinas se había ido sobre lo agrario,
entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio. La tendencia se agravó y
hoy debe reconstruirse el país".
Hubo otro momento que
robusteció la idea. Durante los diálogos relativos a la reforma
energética, en el llamado "Grupo de los Siete", el planteamiento fue
hecho por el intelectual Pablo González Casanova, sin embargo,
Cuauhtémoc Cárdenas se opuso.
DERECHOS HUMANOS
Como garante y juez del Tribunal Permanente de los Pueblos, Capítulo
México (TPP), Vera se convenció de la necesidad de un constituyente
durante las mesas de trabajo que emprendió dicha instancia
internacional no gubernamental.
Particularmente, a
mediados de noviembre pasado, cuando el TPP emitió el informe de su
Audiencia Final, entre sus recomendaciones estableció: "(Apartado) 9.4.
Avanzar en la refundación de México", en la que se expone la "crisis
institucional y de legitimidad del Estado", en especial a partir de los
hechos ocurridos en Iguala.
De acuerdo con el TPP, la
refundación del Estado debe conseguir que la estructura política
reasuma su función básica del interés público: Garantizar los derechos
humanos y prevenir su violación, instaurar las medidas para la
eliminación de la discriminación contenidas en instrumentos
internacionales, reasumir los derechos laborales fundamentales y
reconocer los derechos indígenas recogidos en el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo.
Además, debe
replantear la problemática de migración, libertad de expresión y
derecho a la información; cesar las prácticas de represión y
criminalización de los movimientos sociales; retirarse del TLCAN;
detener el proceso de privatización industrial y reconstruir el tejido
industrial; salvaguardar el régimen de propiedad ejidal; asumir la
responsabilidad en la protección del maíz nativo prohibiendo el maíz
transgénico; emprender un programa de restauración ambiental; entre
otras de naturaleza económica, política, judicial, fiscal y militar.
Con los 20 puntos recomendados para la refundación que emitió el TPP, el obispo Vera se declara "muy motivado".
"Lo que más abona son las torpezas de lo que están haciendo los
poderosos. Si los pobres estuvieran en lugares de decisión no
estuviéramos viviendo así, porque ellos sí tienen sentimientos",
expresa.
LA RUTA DIFÍCIL
El obispo
Vera convocará para el próximo 5 de febrero a una asamblea en la que se
presentará la iniciativa o plan de un nuevo congreso constituyente. A
su juicio, nunca el país tuvo un momento tan grave como éste y sostiene
que lo ocurrido a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa a manos
del Estado abrió los ojos de la sociedad, porque mostró las intenciones
de lo que el poder quiere hacer con el pueblo. El itinerario que planea
implica al menos tres fases, cada una compuesta por diferentes acciones.
La primera fase se propone redactar la nueva Constitución. Dentro de la
fase hay seis pasos: Difundir y convocar a legislar, con acompañamiento
de la universidad; recibir las aportaciones del conjunto de la sociedad
generando una democracia participativa; entregar a un grupo de expertos
y académicos las propuestas para construir el nuevo texto
constitucional, que una vez redactado se regresa al pueblo para que lo
apruebe.
La segunda fase se propone renovar las
instancias legislativas federales y locales, preparando el camino para
el nuevo gobierno que se quiere.
La tercera fase se plantea instalar el nuevo congreso que aprobará el nuevo orden constitucional.
—¿Tiene alguna relación con el proceso electoral de 2015? —se le pregunta.
—No.
La coyuntura no tiene nada que ver. Como he dicho, los partidos no son
opción, viven una terrible decadencia. Se escogió el 5 de febrero por
ser una fecha emblemática para nuestras constituciones de 1857 y 1917.
Hasta ahora, el obispo ha encabezado dos talleres y dice que ya hay
grupos trabajando en varios estados, entre éstos Michoacán. Su ideal es
alcanzar una representación durante el proceso de nuevo constituyente
similar a la que participa en un proceso electoral, es decir, alrededor
de 60% del padrón, que legitime el nuevo documento constitucional.
Su esperanza va más allá. Al finalizar la elaboración de la nueva
Constitución, las grandes mayorías del país se conocerán, y sabrán
quién puede representarlos legítimamente en las cámaras, para salir
finalmente "de los apellidos que se repiten y que ya nadie quiere".
Entre las figuras que plantea están la introducción del plebiscito, el
referéndum, la consulta popular y la revocación de mandato. "No soy
experto constitucionalista, pero tiene que ser un cambio pacífico. No
dudo que va a haber actos violentos, meter (el gobierno) su
paramilitarización, su violencia… eso vamos a enfrentar, pero tenemos
que llevarlo a cabo, conscientes de que México tiene que cambiar con la
voz del pueblo", concluye.
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