Pedro Echeverría V.
1. Cuando los indígenas del EZLN tomaron el palacio y la plaza principal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, aquel 1 de enero de 1994, el presidente Carlos Salinas nos tenía pisado el cuello a la poca izquierda radical. Casi en tono de burla festejaba el alargamiento del pago de la deuda externa, la firma del TLC, la designación de Colosio como candidato presidencial y, de paso, contaba con alrededor de 100 diputados socialdemócratas del PRD. Salinas cantaba de alegría, aparecía cada minuto en TV, declaraba que México era país de primer mundo y su seleccionado sucesor continuaría con su política neoliberal y privatizadora. Hacíamos trabajo de oposición en las calles, pero obviamente el salinismo era el gran triunfador a fines de 1993.
2. De pronto los medios de información dan la gigantesca noticia nacional: “al amanecer 1994, cientos de indígenas armados tomaron San Cristóbal; declaran estar contra el gobierno, contra el TLC y llaman al pueblo de México a unirse y solidarizarse con su lucha”. Yo antes de aplaudir emocionado de alegría, abordé el autobús y me trasladé a San Cristóbal para saber y conocer de cerca lo sucedido. Desde ese día estuve presente el todas las reuniones amplias convocadas por el EZLN en Chiapas, así como en otras que se organizaron alrededor del levantamiento zapatista en la República. Estuve en Aguascalientes, la Catedral, San Andrés, Oventic, la Caravana de la Tierra, Los Caracoles, en 2005 en Ocosingo y parte de la Otra Campaña de 2006.
3. Muchos pensábamos que después del estallido de la lucha del EZLN otras guerrillas (habían unas diez en el país) se unirían a las batallas de los indígenas chiapanecos y que las grandes movilizaciones en el DF avanzarían también por el mismo camino. Incluso el salinismo había puesto al ejército en vigilancia en varios estados de la República y recorría todas las torres eléctricas y demás. La burguesía gobernante se movió decretando a los 12 días el fin de los bombardeos, se abrió totalmente los diálogos, se repartió mucho dinero a los medios de información, intensificó su trabajo internacional y abrió las puertas al gobierno de EEUU para intervenir en caso necesario.
4. ¿Qué ha pasado después, sobre todo de aquella entusiasta y masiva Caravana de Chiapas-DF en 2001 y la negativa del gobierno –del PRI, PAN, PRD- a reconocer los acuerdos de San Andrés en beneficio de los indígenas? Yo he argumentado siempre que no hubo ninguna traición de líderes del EZLN, ningún entendimiento con la burguesía con el panismo o el priísmo, ninguna falta de decisión por cobardía. Lo que hubo fue un fortalecimiento de la estructura del gobierno y el ejército y, al mismo tiempo, un debilitamiento de los grupos de oposición radical y un mayor acomodo de los partidos con el Estado. Paralelo a ello los medios de información acentuaron su apoyo al gobierno al mismo tiempo que desprestigiaban a los zapatistas.
5. No olvido que en los noventas Marcos llegó a plantear un interrogante que yo entendí así: “¿Qué somos el EZLN? No somos un partido legal como el PRD ni tampoco una guerrilla clandestina como el EPR; ¿Qué somos entonces?” A mí me pareció muy inteligente porque era un planteamiento de definición que casi nunca hacen los luchadores sociales a partir de conocer al enemigo, a los amigos y a uno mismo. Obviamente no se trataba de hacer, hacer y hacer sin ton ni son, porque sin darse cuenta se puede estar fortaleciendo al enemigo. ¿Qué hacer cuando nuestro enemigo controla la política, la economía, a los medios y nosotros no contamos con el apoyo real del pueblo y muchas veces sin su solidaridad?
6. El EZLN y sus dirigentes continúan en la selva creando ideas como Los caracoles y avanzando con lentitud hacia otras zonas. No ha dejado el EZLN de estar presente entre miles de jóvenes zapatistas que lo consideran la única organización de izquierda o una de las dos o tres existentes en el país. Sin embargo la clase gobernante –después de la Caravana de 2001- no la tiene pendiente porque la considera arrinconada en un pequeño sector de Chiapas tratando de conservar las tierras de sus militantes. Pero esto no es extraño porque -con excepción de las luchas de la CNTE y la irrupción de las protestas contra los 43 estudiantes desaparecidos en los últimos tres meses- podría decirse que la burguesía controla
7. No tengo duda en la enorme honestidad y valentía de los compañeros dirigentes e integrantes del EZLN y de la CNTE; con sus planteamientos en sus luchas a través de décadas han demostrado ser consecuentes batalladores contra el capitalismo. Aunque aún no hayan logrado derrotar a la burguesía gobernante, han ayudado mucho a desarrollar la conciencia de clase de los de abajo. Sin embargo todavía hay que pensar y actuar con la mayor inteligencia contra esta clase social burguesa que lleva más de 500 años aplastándonos. Aunque no soy un adherente al EZLN ni un afiliado a partido político alguno, no puedo dejar de reconocer que los luchadores sociales anticapitalistas son lo mejor que tenemos en México. (30/XII/14)
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