Autor: Elva Mendoza @elva_contra
En 2014, al menos, 22 personas en situación de calle perdieron la vida. Las causas van desde la falta de atención médica básica, los atropellamientos, los asesinatos, hasta el VIH. Pese a los señalamientos de la Comisión de Derechos Humanos capitalina y de diversas organizaciones, el Gobierno del Distrito Federal permanece indolente ante una problemática que crece cada año
Durante 2014, en el Distrito Federal,
al menos 22 personas en situación de calle perdieron la vida, la
mayoría de ellos por causas prevenibles: hambre, frío, gripes. La falta
de acceso a la salud y la discriminación son los factores que con mayor
frecuencia inciden en las muertes de la población callejera.
De acuerdo con El Caracol, AC, la
esperanza de vida de la gente que sobrevive en el espacio público es de
apenas 25 años, mientras que a nivel nacional es de 75. Cumplida la
mayoría de edad, cuando el Estado y las instituciones dejan de tutelar
los derechos de los niños, una vez en la calle, los jóvenes permanecen
vivos en promedio no más de 7 años, señala Luis Enrique Hernández,
director general de la organización que trabaja desde hace 18 años con población callejera.
Los peligros a los que se someten han
sido ampliamente documentados por organizaciones no gubernamentales, la
prensa y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal,
instancia que de 2009 a la fecha ha recibido 169 quejas y ha abierto 69
investigaciones relacionadas con violaciones a los derechos humanos de
quienes habitan la calle.
Sin casa, baño, luz eléctrica, agua
potable, sin acceso a la salud, ni comida, sin trabajo estable, sin
dinero, sin oportunidad de inscribirse a programas sociales, sin nada,
la vida de quienes sobreviven en una de las urbes más grandes del
planeta corre riesgo a cada instante.
Enfermedades curables como la gripe y
la diarrea, o controlables, como la diabetes; accidentes comunes como
las caídas, torceduras, fracturas o incluso el pisar algo filoso
mientras se busca cartón o vidrio entre las calles oscuras, pueden ser
mortales para ellos.
A esa condición se suma el consumo de
sustancias tóxicas que causan daño orgánico expresado en dolor de
brazos y piernas, inmovilidad, calambres, dificultad para respirar,
vómito, pérdida del apetito. La hipokalemia es común entre la población de calle:
el uso de solventes provoca una baja de potasio en la sangre hasta
dejar inmóviles los músculos del cuerpo, incluido el corazón. Sin
diagnóstico y tratamiento oportuno la muerte llega súbitamente.
La lluvia, el calor, el frío son
igualmente mortales; quedarse dormido a la intemperie sin un plástico,
cartón o periódico que proteja; tratar de cruzar la calle cuando los
semáforos son apagados; pelear por un mal entendido, por una mirada mal
interpretada, por un trozo de lona.
Alguien podría golpear a un indigente
hasta la saciedad, quemarlo, prenderle fuego a la cabina donde duerme o
lanzarle una roca con fuerza a la cara, como le hicieron a Lalo.
La roca que un peatón le lanzó impactó contra su cráneo. Murió luego de
3 días sin que ni él ni sus compañeros supieran la razón del ataque y
de su posterior deceso. ¿Fue la pedrada? ¿Estaba enfermo? ¿Un paro
cardiaco? ¿Daño orgánico? ¿Qué?
Los resultados de la Encuesta sobre discriminación de la Ciudad de México 2013, del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), revelan que la población callejera es
uno de los grupos más discriminados. Ocupan el octavo sitio de una
lista de 40 segmentos poblacionales discriminados. Las personas pobres
(una de las características de personas de la población callejera)
quedó en segundo sitio con 91.9 por ciento.
Documentar la vida y la muerte
El Caracol,
AC, a través de la campaña Chiras Pelas Calacas Flacas. Aprendiendo con
la Muerte, documenta los decesos de la población de calle desde hace 11
años. En 2014 contabilizó 22; el más reciente ocurrió en noviembre. El Gordo perdió
la vida en el Parque México sin que hasta la fecha se conozcan las
causas. Sus compañeros lo encontraron en una banca y dieron aviso a las
autoridades.
A la base
de datos –que alimenta la organización en colaboración con la Comisión
de Derechos Humanos capitalina, el Copred, Social TIC (tecnologías de
la información y la comunicación), el Centro de Derechos Humanos Fray
Francisco de Vitoria, Amistad, Desarrollo y Cooperación, AC (Adeco)–
repleta de sobrenombres y apodos, le faltan explicaciones, respuestas
sobre la causa de las muertes.
“El Momia, la More, el Parka, el Copetes, el Payaso, el Jarocho…
Hipokalemia. VIH. VIH. Hipokalemia. Hipokalemia. Caída. VIH. Se ahorcó.
Enfermedad cardiaca. Se ahogó. Accidente de tránsito. Congestión
visceral. Complicaciones durante el embarazo. Lo golpearon. Negligencia
médica. Hipokalemia…”, se lee en las celdas del programa Excel.
Para las organizaciones no es un
trabajo fácil, reiteradamente han denunciado la ausencia de una base de
datos, un censo confiable de cuya elaboración estaría obligada la
autoridad capitalina.
Un equipo interdisciplinario de 18
educadores de calle salió del 20 al 31 de octubre a recabar la
información. Acudieron a 15 puntos en siete delegaciones del Distrito
Federal donde habita población callejera. Preguntaron por los muertos.
El grupo ubicado en las inmediaciones
de Taxqueña perdió este año a dos miembros (una de ellas estaba
embarazada) por atropellamiento.
Conformado por aproximadamente 30
personas (15 de ellos, menores de edad) este grupo fue retirado
violentamente del bajo puente de Taxqueña y Calzada de Tlalpan por
alrededor de 150 granaderos en marzo de 2012, para dar paso a los
negocios privados.
Acorralados, asentaron su precario
campamento (forjado a base de lonas, trapos, madera, cartón y colchones
usados) en las inmediaciones de la estación Taxqueña del Sistema de
Transporte Colectivo Metro, bajo la curva. Sin accesos peatonales, la
zona es mortal para cualquiera, incluso para quienes no consumen
sustancias tóxicas.
Los diputados de la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal Ernestina Godoy Ramos y Manuel
Granados Covarrubias trabajan en la iniciativa de Ley de Derechos
Humanos e Inclusión Social de la Poblaciones Callejeras. La propuesta
fue elaborada conjuntamente por organizaciones civiles, la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal, el Consejo para Prevenir y
Erradicar la Discriminación, el Sistema para el Desarrollo Integral de
la Familia del Distrito Federal, el Instituto para la Atención y
Prevención de las Adicciones de la Ciudad de México y las delegaciones
Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.
En entrevista, Ernestina Godoy Ramos, presidenta de la Comisión de Desarrollo Social, dice a Contralínea
que la ley mandata obligaciones puntuales para cada una de las
dependencias capitalinas, además de que prevé la operación de un
sistema de monitoreo e información. “Con esta ley se pretende evitar
operativos de limpieza social”.
En su balance, señala que el Gobierno
del Distrito Federal queda a deber algunos temas en el tratamiento y
atención a este segmento de la población, y, a pregunta expresa,
asegura que buscará que se contemple a las poblaciones de calle en el
paquete fiscal próximo a discutirse en la Asamblea Legislativa.
Para la realización de este trabajo
se solicitó entrevista con Rosa Icela Rodríguez Velázquez, titular de
la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal, a
través de Oriana Camacho; al cierre de edición, no se tuvo respuesta
No hay comentarios.:
Publicar un comentario