Periódico La Jornada
M. Samuel Mendoza G.
Llego al Centro de
Readaptación Social de Tepepan a las 10 de la mañana, donde desde hace
ocho meses Nestora Salgado García se encuentra en la Torre Médica de ese
penal. Espero durante varios minutos, en la explanada, para poder
ingresar. Y por fin llego adonde está Nestora. Lo primero que me
impresiona es su personalidad, muy juvenil, tiene una sonrisa que
contagia a sus casi 44 años de edad y ante la situación por la que pasa
es una mujer valiente, resistente, alegre.
Sobre el buró que está al lado de su cama tiene un libro de la escritora y periodista Elena Poniatowska, El niño estrellero, y en la ventana hay más libros, entre ellos Cien años de soledad,
que le regaló el sacerdote y defensor de los migrantes Alejandro
Solalinde. Y en la pared hay una cartulina con la fotografía de Las
Patronas –las mujeres que desde hace más de 20 años alimentan a los
migrantes que van encima de La Bestia– que dice:
Un día tú y yo comenzamos a cambiar el mundo. ¡Tú nunca te vas a rendir!
Eso me hace platicarle a Nestora Salgado sobre la colecta que
emprendimos, de septiembre a noviembre del año pasado, estudiantes de
las universidades Nacional Autónoma de México e Iberoamericana para
solidarizarnos con los indocumentados centroamericanos. En la Colecta
por la Resistencia logramos recaudar dos toneladas de tenis y ropa para
el albergue Hermanos en el Camino, en Ixtepec, Oaxaca. Ante ello,
Nestora recuerda:
Yo fui migrante, y no me fui por gusto. Es un dolor dejar a la familia. El dolor de despedirte de tus hijos y vivir con angustia, porque no se tiene la seguridad de volverlos a ver.
En 1991 Salgado tenía 20 años de edad y Olinalá, Guerrero, era un
pueblo tranquilo, pero muy pobre, porque no había trabajo. Las familias
humildes se dedicaban al campo. Un día Nestora llegó a su casa y se
enteró de que a su hija Rubí le había dado una infección en el estómago,
tenía muchísima fiebre y por tanto se había deshidratado y desmayado.
Entonces, Nestora fue muy preocupada a pedir ayuda al doctor, quien
metió a la niña en una tina de agua para quitarle la fiebre. Nestora
relata que sintió
tanto dolor por no tener dinero para pagar el medicamentoque necesitaba para su hija, quien apenas tenía unos meses de edad.
La necesidad, como a muchos otros migrantes, la obligó a salir de
Olinalá para viajar a Estados Unidos. Cuando arribó a Tijuana cruzó la
frontera y llegó a San Diego, California, donde logró un empleo. Luego
se fue a Washington y afortunadamente después de 13 años consiguió su
ciudadanía en aquel país.
Nestora Salgado dice que es muy triste que se discrime a los migrantes
porque hay personas que se dedican a buscar el perjuicio del otro. Todos deberíamos abrazarnos porque somos latinos, y decirnos: aquí estamos, paisano, somos raza. Es necesario hacer una cadena de hermandad que dé fortaleza.
Ella siempre se ha preocupado por los demás, ha volteado su mirada a
quienes más lo necesitan. Desde Estados Unidos apoyaba tanto a los
migrantes como a las personas de su comunidad. Dos veces al año
regresaba a Olinalá con alimentos y ropa para regalar. Apoyaba a la
gente, porque está convencida de que las personas que andan sin zapatos
son las que tienen más dignidad. Ella afirma que se es feliz teniendo
poco, en contraste con las personas que tienen todo y no dan nada.
La comandanta, con su compromiso y honestidad, dio tanto apoyo en la
Policía Comunitaria que fue posible, en 10 meses, disminuir en 90 por
ciento los homicidios y la delincuencia. Ella es muestra de que no se
dio el lujo de quedarse en el estado de confort al que tenía acceso en
Estados Unidos.
Hace dos años cinco meses que Nestora Salgado está encarcelada de forma
ilegal y arbitraria y con un proceso injusto, así lo señaló el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la Organización de Naciones Unidas. Es por ello que a escala nacional e internacional se exige su inmediata liberación, porque hay irregularidades que se empeñan en mantener para tenerla dentro de una cárcel. Por ejemplo, en los años que lleva presa, tanto en el penal de Nayarit como en el de la Ciudad de México, ha tenido en total 20 audiencias y en ninguna sus acusadores se han presentado a declarar.
El apoyo que ha recibido es trascendental, incondicional y
como las olas del mar. En cada visita colectiva al penal, se escucha muy fuerte:
Nestora, luchadora, te queremos libre ahora. Y ella desde Tepepan ha dicho que con el apoyo recibido se ha
logrado que se escuche la voz de quienes hemos sufrido de injusticia. Yo quisiera darles un abrazo a todos, por el hecho de que se preocupen por mí.
Ante el atribulado país que tenemos, recomienda a los jóvenes que
comiencen a revolucionar las cosas, desde la educación para cambiar a
México.
Se necesitan semillas de gente
sensible. Y con voz inquebrantable, como su corazón, finaliza:
Esto que me ha sucedido me ha fortalecido, me ha despertado todas las partes sensibles de la vida.
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