Pedro Echeverría V.
2. “Sartre es uno de los más grandes escritores que ha dado
Francia y uno de sus intelectuales más críticos y controvertidos. El
vigor de su lenguaje y la diversidad de sus modos de expresión, la
profunda unidad de su pensamiento y su compromiso en las luchas
concretas de nuestro tiempo, han convertido a Sartre en una celebridad
mundial y lo han hecho acreedor de la admiración y la estima de la
mayoría de quienes luchan por orientar la historia en vistas a la
superación de las injusticias y la conquista de la libertad para todos
los hombres.”(Catalina Uribe)
3. La filosofía de Sartre representa una especie de punto de
inflexión en la historia del pensamiento contemporáneo y su literatura,
una bisagra entre dos épocas de la novela y el teatro francés. La obra
de Sartre, por la lucidez de su pensamiento y la audacia de sus temas,
constituye uno de los testimonios más representativos de su tiempo.
Desde el final de la segunda guerra mundial, ningún intelectual marcó
tanto su época como lo hizo él. No en vano, recién despuntado el año
2000, comenzó a ser considerado por muchos como el escritor del siglo en
Francia.
4. Sartre –con todo su prestigio- se solidarizó ampliamente con la
lucha de Argelia por su independencia de Francia, apoyó la Revolución
Cubana, participó abiertamente en la rebelión estudiantil del mayo
francés, apoyó al maoísmo frente al gobierno de la URSS, fue símbolo de
las luchas estudiantiles en el mundo, publicó con los jóvenes rebeldes
en Francia el periódico Liberación y fue un gran polemista de
literatura, filosofía y política en su tiempo. Por ello me ha parecido
muy importante conocer por qué rechazó el Premio Nobel que más de 100
escritores han recibido.
Así explicó Sartre su rechazó:
Si hubiera aceptado el Nobel – y aunque hubiera hecho un discurso
insolente en Estocolmo, lo que hubiera sido absurdo – habría sido
recuperado. Si hubiera sido miembro de un partido, del partido
comunista, por ejemplo, la situación hubiera sido diferente.
Indirectamente hubiera sido a mi partido que el premio habría sido
discernido; es a él, en todo caso, que hubiera podido servir. Pero
cuando se trata de un hombre aislado, aunque tenga opiniones
"extremistas" se lo recupera necesariamente de un cierto modo,
coronándolo. Es una manera de decir: "Finalmente es de los nuestros". Yo
no podía aceptar eso.
La mayoría de los diarios me han atribuido razones personales:
estaría herido porque Camus lo había obtenido antes que yo…tendría miedo
que Simone de Beauvoir se sintiera celosa, a lo mejor era un alma bella
que rechazaba todos los honores por orgullo. Tengo una respuesta muy
simple: si tuviéramos un gobierno de Frente Popular y que me hubiera
hecho el honor de discernirme un premio, lo habría aceptado con placer.
No pienso para nada que los escritores deban ser caballeros solitarios,
por el contrario. Pero no deben meterse en un avispero.
Lo que más me ha molestado en este asunto son las cartas de los
pobres. Los pobres para mí son las personas que no tienen dinero pero
que están suficientemente mistificadas para aceptar el mundo tal cual
es. Esa gente forma legión. Me han escrito cartas dolorosas: "Deme a mí
el dinero que rechaza".
En el fondo lo que escandaliza es que ese dinero no haya sido
gastado. Cuando Mauriac escribe en su agenda: "Yo lo hubiera usado para
arreglar mi cuarto de baño y el cerco de mi parque", es un maligno: sabe
que no provocará ningún escándalo. Si hubiera distribuido ese dinero
habría chocado más a la gente. Rechazarlo es inadmisible. Un
norteamericano ha escrito: "Si me dan 100 dólares y los rechazo, no soy
un hombre". Y además está la idea de que un escritor no merece ese
dinero. El escritor es un personaje sospechoso. No trabaja, gana dinero y
puede ser recibido, si lo quiere, por un rey de Suecia. Eso ya es
escandaloso. Si además rechaza el dinero que no ha merecido, es el
colmo. Se considera natural que un banquero tenga dinero y no lo dé.
Pero que un escritor pueda rechazarlo, eso no pasa.
Todo esto es el mundo del dinero y las relaciones con el dinero son
siempre falsas. Rechazo 26 millones y me lo reprochan, pero al mismo
tiempo me explican que mis libros se venderán más porque la gente va a
decirse: "¿Quién es este atropellado que escupe sobre semejante suma?".
Mi gesto va pues a reportarme dinero. Es absurdo pero no puedo hacer
nada. La paradoja es que rechazando el premio no he hecho nada.
Aceptándolo hubiera hecho algo, que me habría dejado recuperar por el
sistema".
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