La Marcha por el Agua, la Tierra, el Territorio y la Vida que concluyó
el pasado 22 de abril en la ciudad capital de Guatemala sin duda está
motivando a la reflexión sobre la problemática del vital líquido en
comunidades rurales y urbanas.
Se ha logrado crear una corriente de opinión que defiende el agua como un bien común, rechaza su mercantilización, cuestiona el desvío de ríos al antojo de terratenientes, la contaminación provocada por empresas, y las afectaciones ocasionadas por grandes hidroeléctricas.
Una caminata que empezó a ser reportada con pequeñas notas. Conforme fueron pasando los 12 días de la marcha, aumentó el número de espacios informativos y de opinión. Hoy cubre todo el espectro mediático guatemalteco. Buena manera de conmemorar las protestas sociales que sucedieron hace un año, así como para crear vínculos entre la ciudadanía del campo y de la ciudad dispuesta a ejercer sus derechos.
Entre las agrupaciones participantes estuvo el Consejo de Comunidades Indígenas Vecinos del municipio de Cajolá, en el departamento (estado) de Quetzaltenango, que recorrió los 297 kilómetros.
Sus integrantes, Zoila López y Clavia López, quienes aún permanecen en la plaza central para exigir se les reconozca su derecho a la tierra y el agua, expresaron: “Estamos cansadas, pero en asamblea decidimos permanecer en la capital hasta que nos resuelvan”.
Esta comunidad es una de las afectadas por la extensión de monocultivos de caña de azúcar y palma aceitera, lo que les impide arrendar terrenos para su alimentación. Señalaron que varios gobiernos han ignorado su demanda de tierra.
La gravedad de los problemas expuestos sin duda requiere múltiples esfuerzos que ninguna mesa de negociación con autoridades ni reformas de ley, por sí mismas podrán atender la crisis provocada por quienes convirtieron el agua en mercancía o en un bien regalado a dueños de monocultivos e industrias extractivistas, toleraron el desperdicio y la contaminación, e ignoraron los deberes de saneamiento.
En este proceso de reflexión en el que más personas van tomando consciencia de la problemática referida, también es importante considerar qué repercusiones hay en la vida de las mujeres tener o no agua entubada dentro de casa, y ser incluidas o no en la toma de decisiones vinculadas a este bien público.
Cabe entonces señalar que las mujeres en este país casi nunca son tomadas en cuenta a pesar de que son ellas las principales usuarias para el consumo doméstico, la agricultura de subsistencia, la salud familiar, el cuidado de enfermos, etcétera; mientras que los hombres son quienes controlan presupuestos, adoptan decisiones en materia de planificación, y con frecuencia cometen actos de corrupción.
Atender esta problemática requiere incorporar las miradas de las mujeres porque ellas están aportando en tres áreas: la reproductiva y de cuidado, la productiva y la organizativa; por tanto, los proyectos de agua tienen que incluir dentro de sus impactos el mejoramiento de su calidad de vida y su reconocimiento como actoras sociales, no darles mayores cargas de trabajo como está ocurriendo en algunas comunidades, donde además de asumir todas las tareas del hogar, se le suman otras mientras se les excluye de comités y juntas de agua.
Según estudios feministas, dos aspectos primordiales para atender la problemática del agua son: incrementar la presencia de los hombres en las tareas reproductivas y de cuidado, y garantizar la participación de las mujeres. Ojalá y los tribunales indígenas y congresos populares escuchen y tengan en cuenta su voz.
*Periodista mexicana, residente en Guatemala y coeditora de la publicación feminista LaCuerda.
Foto: David Oliva
Por: Rosalinda Hernández Alarcón*
Cimacnoticias | Guatemala, Guate.-
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