El conjunto de trabajadores recibe un cuarto de la riqueza; en EU y Canadá, 55 por ciento
Se agrava disparidad en el ingreso por acciones de gobierno que privilegian a pocos, advierte
Periódico La Jornada
La remuneración que recibe el conjunto de
trabajadores en México representa una cuarta parte del valor de los
bienes y servicios producidos en el país en un año. En Estados Unidos y
Canadá, los principales socios comerciales, la proporción se eleva hasta
55 por ciento del valor de esas economías. La baja participación de los
trabajadores en los dividendos de la economía pone de relieve que el
problema de la distribución del ingreso está más relacionado con los
privilegios de la élite económica y política que con las habilidades de
los asalariados.
La disparidad del ingreso en México
no es resultado de que los ricos sean más productivos, sino consecuencia de un sistema político integrado por un reducido grupo de privilegiados económicos y la clase política, apuntó Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, firma especializada en análisis financiero.
Los trabajadores en México son pagados, en su mayoría, de acuerdo con
las habilidades que tienen, tanto físicas como para desempeñar su
labor. Mientras tanto, las clases privilegiadas –apuntó Coutiño– reciben
ingresos basados en factores como el nivel de educación “y sus
amistades con los dueños del capital, así como por las recomendaciones
políticas.
Las disparidades en la distribución del ingreso son explicadas generalmente a partir de factores económicos, políticos y sociales. Sin embargo, pueden ser agravadas por acciones del gobierno que promueven privilegios para algunos grupos. La existencia de obstáculos a la libre competencia, incluido un bajo grado de desarrollo, también explican la inequidad. Cuando un país trata de ampliar su apertura económica, pero ésta es acompañada por la concesión de privilegios y el uso del poder, la acumulación de riqueza se concentra en pocas manos. La desigualdad en la distribución del ingreso en México puede ser explicada por todos estos factores, expuso Coutiño, también integrante del Centro de Proyecciones Económicas para México, con sede en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos.
La distribución del ingreso es mejor en las economías con mayor grado
de libertad y justa competencia, expuso Coutiño en un estudio que el
analista entregó a La Jornada este martes. En sentido inverso,
la distribución del ingreso es más desigual en países de menor grado de
desarrollo y larga tradición de proteccionismo e intervención
gubernamental.
Por ejemplo, cita que en Estados Unidos el conjunto de
remuneraciones pagadas a los trabajadores equivale a 55 por ciento del
valor de su economía, medido por el producto interno bruto (PIB). Esa
proporción es de 50 por ciento en Canadá y de 25 por ciento en México.
La menor participación del salario de los trabajadores mexicanos en
la economía, respecto de lo que ocurre en Estados Unidos y Canadá, los
otros integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN),
ilustra una disparidad en el ingreso que favorece más al capital en el país menos desarrollado.
El ingreso promedio de la décima parte de familias más pobres en
México cabe 25 veces en el ingreso promedio del 10 por ciento de las
familias más acaudaladas, de acuerdo con datos de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Para el promedio de
las naciones que integran esa agrupación, la relación es de nueve veces.
El problema detrás de la forma en que se distribuye el ingreso en México no es
la existencia de una clase capitalista, sino la existencia de privilegios y la forma en que el gobierno asigna los contratos a grupos privados, que son los factores que aceleran la acumulación de riqueza en pocas manos y dejan fuera al resto, expuso Coutiño.
Si la desigualdad en la distribución del ingreso se ha agravado en México en las décadas anteriores, no ha sido por las leyes inherentes del modelo económico, sino más bien a consecuencia de regulaciones inconsistentes y la ausencia de instituciones fuertes que aseguren las mismas oportunidades para todos y la aplicación de las leyes por igual, apuntó.
La redistribución del ingreso, aseguró, no debe ser entendida como la
expropiación de riqueza a los más acaudalados, pero sí como la creación
de un sistema fuerte que asegure que las reglas son válidas para todos,
que promueva la igualdad de oportunidades y garantice el acceso de
todas las personas a la justicia.
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