Silvia Ribeiro*
La Jornada
El 20 y 21 de abril de
2016 comunidades y organizaciones indígenas, campesinas y de la sociedad
civil, que somos parte de la Red en Defensa del Maíz, nos reunimos para
analizar, compartir, revisar y trazar caminos por la defensa de los
pueblos del maíz.
Recordamos el primer Foro en defensa de maíz, convocado en 2002, como
ahora, por Ceccam y otras organizaciones y comunidades preocupadas por
el entonces reciente hallazgo de contaminación transgénica en maíces
campesinos en Oaxaca. Desde entonces, comunidades y organizaciones hemos
venido afirmando una diversidad de resistencias y formas de proteger el
maíz de la contaminación, estableciendo una auténtica moratoria popular
contra los transgénicos, desde campos y ciudades.
Otras organizaciones, que eligieron la defensa legal, lograron
amparos y medidas que retrasaron los permisos de siembra y en 2013 una
demanda colectiva logró la suspensión legal de la siembra experimental y
comercial de maíz transgénico en México, proceso que sigue en pie,
aunque sufrió un revés en marzo 2016, con una sentencia que volvió a
autorizar la siembra de maíz transgénico experimental. Este punto fue
analizado con preocupación, ya que las empresas, apoyadas por las
autoridades, seguramente intentarán nuevamente sembrar y vender maíz
transgénico a gran escala, aumentando las fuentes de contaminación.
El encuentro, que contó con participantes de los cuatro puntos
cardinales del país, afirma en su declaración: “Seguiremos impidiendo
que entren a nuestras regiones o a nuestras comunidades semillas ajenas o
de asistencia, porque estamos empeñados en mantener una moratoria de facto
a la entrada de maíces transgénicos a nuestras regiones. Eso ha
impedido hasta ahora que la invasión transgénica se haya generalizado.
Como medida preventiva urgente seguiremos manteniendo la alerta roja,
poniendo toda la atención posible al desarrollo de nuestros cultivos en
la milpa, y no permitiremos que nadie de fuera (ni ONG, ni empresas y
mucho menos el gobierno) venga a nuestras regiones a querer
descontaminar. Sólo nosotros decidiremos cómo hacerlo.” La Red en
Defensa del Maíz hace años viene compartiendo diversas formas de
observación campesina de las diferencias que pueden surgir en las
milpas, así como reflexión comunitaria sobre cómo entra la contaminación
y cómo prevenirla.
El cuidado del maíz siempre ha estado entretejido a la vida de los
pueblos en México y Mesoamérica como un elemento esencial, pero nunca
separado de la milpa –que incluye frijol, calabaza, jitomate, quelites y
muchas otras plantas–, ni de las asambleas, de las fiestas y
celebraciones de las comunidades que de diversas formas marcan las
estaciones y los cambios, afirman y reavivan los lazos con la
naturaleza, la tierra, el territorio. Presencia tan fuerte que sigue
viva en las ciudades, donde el maíz es alimento principal de la
población. Todo esto se reconoció y afirmó, enfatizando además la
necesidad de mantener las formas de agricultura tradicional y de
agroecología contemporánea, ante la avalancha de agrotóxicos y semillas
híbridas que se imponen junto a engañosos programas de gobierno, que
crean dependencia y destruyen el equilibrio y defensas naturales de
suelos y cultivos. Esa debilidad aumenta la vulnerabilidad social y
natural frente al embate transgénico de las empresas trasnacionales.
El encuentro se manifestó también en apoyo a las demandas
contra la soya transgénica que las comunidades y organizaciones de
Yucatán, Campeche y Quintana Roo están llevando contra Monsanto y el
gobierno
puesto que la soya (y en especial la genéticamente modificada) amenaza la vida, la agricultura y la economía campesina de los pueblos mayas, permite el acaparamiento de tierras y expulsa poblaciones, contamina el ambiente al estar asociada al aumento de uso de agrotóxicos, atenta contra la apicultura, actividad ancestral de la que dependen miles de familias, pone en peligro a colonias enteras de abejas y a los ecosistemas de la Península.
Otro tema de alerta fueron las leyes que intentan privatizar e
ilegalizar las semillas campesinas, amenaza que aumenta con la firma del
Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. El encuentro rechazó
también otras amenazas que convergen en los territorios, desde el
intento de privatizar la tierra y el agua (por medio de leyes
secundarias de la reforma energética y anteriores), a proyectos
carreteros, urbanos, energéticos y agrícolas, apoyando a su vez la
resistencia que florece desde lo local ante casi todos ellos. También
denunció que las consultas que hacen para intentar acallar las protestas
son un engaño, ya que no existe obligación de acatar sus resultados.
Por ello exigen que se respete el derecho al
consentimiento libre, previo e informado, no la simple consulta.
Ante la realización en México de la décimo tercera Conferencia del
Convenio de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (CDB), en
diciembre 2016 en Cancún, se consideró
imperativo demandarle al CDB que se prohíba la siembra de maíz transgénico en toda Mesoamérica, por ser un riesgo inaceptable a la biodiversidad y a la soberanía alimentaria en todo el mundo.(http://redendefensadelmaiz.net/)
Muchos son los caminos de la defensa del maíz y este no fue ni el
primer ni el último encuentro. Como bien expresa Ramón Vera, la defensa
de los pueblos del maíz es un
horizonte perpetuo(Ojarasca 229, mayo 2016). Seguiremos caminando.
*Investigadora del Grupo ETC
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