Luis Hernández Navarro
La notoriedad que el
levantamiento armado zapatista adquirió en los medios masivos de
comunicación durante sus primeros años ha disminuido sensiblemente. Los
rebeldes han dejado de ser noticia cotidiana. Hay quien incluso anuncia
con beneplácito su extinción.
Por supuesto, eso no es cierto. El Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) sigue siendo una fuerza política muy relevante dentro y
fuera del país. Sin embargo, la atención que atrajo el resplandor de sus
fusiles se ha diluido ante la epopeya de construir desde abajo y sin
pedir permiso, contra y viento y marea, otro mundo.
Muchos libros, tesis y reportajes –algunos muy buenos– se escribieron
de la insurrección indígena del sureste mexicano. Muy pocos se han
elaborado acerca de la hazaña rebelde de construir un gobierno y un
sistema de justicia autónomos en un amplio territorio bajo su control.
Aunque miles de personas han visitado y vivido en las comunidades
zapatistas durante lapsos variados de tiempo, no abunda la literatura
que dé cuenta de lo que allí sucede.
Ciertamente, hay algunos trabajos muy notables que dan cuenta de los
avatares del proyecto de educación rebelde, de sus experiencias de
organización colectiva para la producción en las tierras ocupadas o del
impacto de su proyecto autonómico en las luchas de los pueblos indios.
Sin embargo, comparados con el boom intelectual que acompañó el
levantamiento armado, los que analizan y documentan el día a día de
hacer autogobierno son más bien escasos.
Uno de esos libros es Justicia autónoma zapatista: zona selva tzeltal,
de la doctora Paulina Fernández Christlieb. No es un trabajo más, sino,
con mucho, la investigación más completa y documentada sobre la forma
en que se imparte justicia en cuatro municipios zapatistas.
Justicia autónoma zapatista: zona selva tzeltal es un
trabajo colectivo con colectivos, que recoge las voces de las bases de
apoyo rebeldes. Muy lejos de un ensayo académico clásico, el libro hace
una apasionante radiografía de la construcción de instituciones de
gobierno y de justicia alternativas paridas desde las entrañas de las
comunidades rebeldes, a contracorriente de las lógicas de poder.
Esas instituciones, presentes ya en el levantamiento de enero de 1994
y en las leyes que se dio, comenzaron a tomar forma acabada a raíz de
una traición gubernamental. El 16 de febrero de 1996 el gobierno federal
firmó con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) los
acuerdos de San Andrés sobre derecho y cultura indígenas. Sin embargo,
el Estado mexicano en pleno (sus tres poderes) traicionó su palabra y se
negó a convertirlos en leyes. Lejos de amilanarse, los rebeldes
decidieron llevarlos a la práctica, sin las restricciones a las que la
negociación obligó.
Lo han hecho, sobre todo, en el territorio autónomo
establecido sobre las miles de hectáreas ocupadas a partir de 1994, y
repartidas para trabajarlas en beneficio colectivo. Sobre este espacio
en disputa se han construido tres espacios de administración: las
comunidades, los municipios autónomos rebeldes zapatistas (MAREZ) y las
juntas de buen gobierno. Sus competencias se diferencian por la
complejidad de las problemáticas que cada una de ellas debe resolver. Es
allí donde se ejerce justicia, requerida no sólo por los rebeldes, sino
también, sorprendentemente, por quienes no lo son. Justicia autónoma zapatista: zona selva tzeltal narra y analiza ese desafío.
Paulina Fernández confiesa que su libro tiene un doble propósito. El
primero es mostrar la capacidad de los pueblos indígenas zapatistas para
construir un proyecto de vida autónoma sobre este espacio en disputa,
de gobierno y de justicia, alternativas a las dominantes en México.
Está de moda la idealización académica de la finca. Algunos estudios la presentan como un espacio de convivencia
armónicoentre mozos acasillados y dueños de la tierra. A través de los testimonios de quienes padecieron la explotación salvaje de esta unidad productiva y de sus descendientes, Justicia autónoma zapatista: zona selva tezeltal desmistifica esta visión.
“Para quienes nacieron y trabajaron en aquellas fincas –escribe
Paulina Fernández–, lo que todavía importa a esos viejitos y viejitas
son los tratos de animales que les daban, son los golpes de látigo que
recibían de castigo. Son las jornadas de más de 12 horas sin pago, son
los kilómetros que hay entre la finca y la ciudad hasta donde tenían que
llegar y desde donde tenían que traer carga sobre sus espaldas.”
De esa experiencia humillante, de la vida dejada en las fincas, del
abuso de las mujeres, nacieron el coraje y la obligación de cambiar la
cosas, la voluntad de rebelarse contra un orden no solamente injusto,
sino indigno.
En plena era de golpes blandos contra gobiernos progresistas en
América Latina, de desencanto con la política institucional en franjas
cada vez más amplias de la población y de agudización de las políticas
de despojo contra los bienes comunes, la experiencia narrada y analizada
en Justicia autónoma zapatista: zona selva tezeltal adquiere
enorme relevancia. Lo que las bases zapatistas narran en el libro no son
ideas abstractas a realizar, sino un otro mundo que se está
construyendo.
Justicia autónoma zapatista: zona selva tezeltal es un libro
imprescindible, no sólo para comprender lo que el zapatismo es hoy,
sino lo que la lucha por la emancipación puede ser.
Twitter: @lhan55
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