CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La reasignación de las funciones
directivas en la educación básica que estuvieron ilegalmente en manos de
la dirección del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE) ha sido resistida por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación (CNTE), la cual no es un sindicato aparte sino que sigue
integrada en aquél. Los líderes charros, como siempre, cedieron ante el
reclamo del poder político que les amenazó con enviarlos a la cárcel,
como ya lo había hecho con su dirigente máxima, y volvieron mansamente
al oficialismo a seguir gozando con quietud de sus escandalosos
privilegios. La CNTE por su lado no ha cedido en lo más mínimo y sigue
dando una batalla que no tendría que ser la suya.
El sistema de evaluación educativa está mal porque se aplican
conceptos falsos, autoritarios y lesivos para los profesores como
trabajadores y como docentes profesionales. Las críticas superficiales
del sistema de evaluación –que tampoco han sido escuchadas– señalan tan
sólo algunas de sus contradicciones y sinsentidos, como lo ha expuesto
Gilberto Guevara, uno de los evaluadores.
Pero más allá de que la evaluación suele ser agresiva y nada
educativa, la cuestión consiste en que es inaceptable que no exista en
absoluto. Si los educandos son sistemáticamente evaluados por los
maestros, por desgracia de la peor forma con calificaciones de 0 al 10
en lugar de aplicar el sencillo sistema de suficiente o no suficiente,
los profesores deben serlo también. Mas unos y otros deberían contar con
una evaluación de calidad, respetuosa e insertada dentro del respeto a
derechos laborales, profesionales y estudiantiles. La cuestión es que
hasta hace poco no existía un sistema de evaluación y la dirección del
SNTE, en las secciones y a nivel nacional, decidía libremente las
promociones, la admisión y los despidos.
Para el sector democrático del SNTE, es decir, la CNTE, es
inaceptable la evaluación puesta en marcha, sin embargo, no quiso
discutir abiertamente y negociar con el gobierno y los demás dirigentes
del magisterio, es decir, los charros sindicales, una alternativa.
Cuando se iban a aprobar las leyes, aplicó la táctica de movilización
y negociación encubierta. Los cambios que logró la Coordinadora a los
proyectos de ley, aunque no fueron menores, aparecieron como concesiones
desde arriba.
En el periodo anterior a la reforma constitucional y legal la CNTE
llegaba con frecuencia a la huelga, castigaba de esa forma a alumnos y
padres de familia, retaba a la sociedad cobrando sin trabajar, a veces
no evitaba la acción violenta contra las cosas y, en ocasiones, contra
personas. En este marco era prácticamente imposible que dentro de la
CNTE surgiera una dirección con la capacidad para emprender una lucha
por la reforma del sistema de educación básica.
La CNTE se presenta ante la nación sin programa alternativo y sólo
con la absoluta negativa a la evaluación del magisterio, lo cual le
impide proponer una educación nueva y una escuela democrática y popular
para todo México. Por el otro lado, el de la sociedad, la evaluación es
entendida como algo lógico y, además, ha sido resignadamente aceptada
por una mayoría de profesores.
El desempeño de la dirección de la CNTE en los últimos años se ha
caracterizado por una cadena de acciones realizadas sin importar su
acreditación ante el pueblo. Se puede decir que desde esa organización
se aplica una política de no mirar a los demás mexicanos y mexicanas,
por lo cual no se le habla a la gente y, en consecuencia, no hay
necesidad de propuestas. La huelga en curso de la CNTE ya es un fracaso
sólo por la baja participación del magisterio en los estados donde
dirige las secciones del SNTE y también donde, aun cuando es minoría,
cuenta con una parte significativa de los profesores. Sus dirigentes
exponen ahora a la CNTE a la desorganización, al desánimo de las bases y
a las rencillas internas entre paristas y no paristas, entre marchistas
y no marchistas, etc. Por falta de apoyo de las bases, de momento han
provocado que el gobierno dé de baja a más de 3 mil profesores, los
cuales iniciarán un cruel proceso legal hacia su posible destitución.
Por desgracia, el gobierno de Peña es visto como el artífice de la
derrota de la CNTE, lo cual impacta la lucha política general del país.
Al tiempo, Aurelio Nuño, precandidato, es proyectado por los medios como
quien por fin puede contrarrestar la protesta de los profesores y lo
hace desde la Secretaría de Educación, sin tener el mando personal de la
fuerza pública, con amenazas, ultimátum, ceses y discursos propios de
la tradición autoritaria priista del país.
Cierto que no se puede pedir a una organización social que deponga
sus banderas en aras de la democracia nacional o de la contención de la
derecha, pero lo que sí se le puede pedir es que no se exponga a sí
misma a la disgregación, a la sumisión del magisterio, a la cancelación
de un proyecto válido de educación democrática y popular. La CNTE fue
resultado de muchos años de luchas y esfuerzos de miles de afanosos
maestros que supieron resistir la represión y la segregación cuando todo
operaba en su contra. No se vale olvidar a esos profesores, algunos de
los cuales siguen frente a sus alumnos.
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