Usted disculpe, señor Presidente, pero le haría mucho
bien leer el libro que le regaló la senadora Layda Sansores, ese de La
Casa Blanca de Peña Nieto*.
Sobre todo, le haría mucho bien leer el capítulo que se titula, precisamente, “Usted disculpe”.
Ahí los autores señalan lo siguiente:
“Nada.
Ni una sola mención, ninguna referencia. Para la Secretaría de la
Función Pública (SFP) el reportaje original publicado en Aristegui
Noticias sobre la casa blanca no fue digno de ser citado en la
investigación sobre el conflicto de interés entre la familia
presidencial y Grupo Higa, a pesar de que dicha indagatoria
–irónicamente– fue originada por la publicación periodística”.
Usted
disculpe, señor Presidente, pero cuando el lunes en la promulgación del
Sistema Nacional Anticorrupción dijo que “no obstante que me conduje
conforme a la ley, este error (la casa blanca) afectó a mi familia,
lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el Gobierno”,
de dónde saca usted, señor Presidente, que se condujo “conforme a la
ley”, ¿de una investigación que en sus 60 mil fojas ni siquiera incluyó
el material original (menos entrevistas con los autores para conocer más
del caso) que dio pie a esa supuesta indagatoria?
La dizque
investigación de Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública
hasta el lunes, fue de una chapucería portentosa, donde el único
cuestionamiento que Andrade se atrevió a hacer a la Presidencia de la
República fue mediante el folio 0000123, que decía (cito de nuevo el
libro que le vendría bien leer, Presidente):
“Informe a esta
Secretaría la intervención que, en su caso, haya tenido en la
adquisición de los inmuebles ubicados en la calle de Sierra Gorda 150 y
160, en la colonia Lomas de Chapultepec, Delegación Miguel Hidalgo,
Distrito Federal, aportando la documentación con la que cuente en
relación con su intervención”.
El Presidente (o sea usted) tardó ocho días en responder dos párrafos, fechados el 16 de junio de 2015:
“Como
se desprende del oficio en el que se me solicita información, en
relación con los inmuebles, ubicados en la calle de Sierra Gorda 150 y
160 de la colonia Lomas de Chapultepec, Distrito Federal, los actos
jurídicos los llevó a cabo mi esposa, la señora Angélica Rivera Hurtado,
con su patrimonio y con quien me encuentro casado bajo el régimen de
separación de bienes.
“En atención a lo anterior, estimo que ella cuenta con la información y los documentos relacionados con esa operación”.
Y
tan tan, señor Presidente. La cosa (porque no podemos llamarla
investigación) no fue a más, ni con usted, ni con nadie de relevancia.
Porque en los 17 volúmenes del expediente de Virgilio no incluye otra
pregunta a usted, o “algún testimonio de Angélica Rivera. Lo mismo
sucedió con el empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, aunque en este
caso su representante legal atendió preguntas por escrito relacionadas
con las fechas, condiciones y los montos de compra de la casa”.
Tampoco
fue interrogado Gerardo Ruiz Esparza, quien dio contratos a Higa en el
Edomex que usted gobernó, señor Presidente, y en el gobierno federal. Y
de las entrevistas que sí hicieron los sabuesos de la Función Pública,
cito de nuevo, “en todo momento dieron por buenas las versiones” de sus
funcionarios o de Higa. ¿Investigación?
Usted disculpe, señor Presidente, pero igual que ocurrió en agosto pasado, esta nueva disculpa nada corrige, enmienda, arregla…
Sin investigación oficial independiente y creíble, señor Presidente, no habrá disculpa que valga.
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