1. Espero que con el reconocimiento del triunfo electoral de López Obrador este primero de julio salga algún tontito a decir que “ahora sí” México es un país democrático. O quizá aparezca otro que, por el contrario, señale que al reconocer el triunfo de AMLO se estén abriendo las puertas para el establecimiento de dictadores populistas. La realidad es que un simple hecho positivo no puede cambiar la historia total o reciente de un país. Un país no es democrático por hacer elecciones, tener partidos o una aparente libertad de prensa. Para que un país sea democrático es indispensable que haya igualdad económica, política, social, así como plena libertad para para intervenir y manifestarse en las luchas sociales.
2. En el mundo no existe algún gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Ha habido muchos de este corte en pequeñas comunidades de menos de mil habitantes donde el sistema capitalista jamás penetró con su fuerza dominante. Pero en las grandes poblaciones, en las ciudades –totalmente dominadas por poderosos empresarios, medios de información y políticos profesionales- nunca el pueblo ha gobernado o autogobernado; por el contrario, ha sido la clase poderosa quien ha gobernado en nombre de la democracia. Es la que ha controlado la economía, la política, los medios de información, al ejército, la policía, etcétera.
3. El reconocimiento de Peña Nieto y la temprana salida del candidato del PRI y demás a reconocer el triunfo de López Obrador, se debió a que no tuvieron otra salida frente el triunfo abrumador de AMLO. Ningún gobierno, tampoco partido político alguno, se ha comportado en México con decencia. Si AMLO hubiese ganado con un punto lo defraudaban como le hicieron en 2006 y 2012. Hoy López Obrador se impuso desde la campaña en sus actos políticos y ni siquiera las empresas encuestadoras pudieron hacer nada a pesar de los cientos de millones que les ofertaron por el PRI y el PAN. Los 18 años de trabajo político diario de AMLO fue aplastante.
4. En la década de los años 60 y 70, en los grupos de izquierda se decía y repetía: “Frente a la dictadura asesina de la burguesía, la dictadura democrática del proletariado”. Se tenía la convicción de que las llamadas democracias en las que las elecciones y los partidos eran simple instrumento de la clase dominante –totalmente dominadas por los ricos empresarios y políticos-eran dictaduras disfrazadas de la burguesía. Que el proletariado, los trabajadores, al triunfar, también tenían que imponer una dictadura sobre la minoría burguesa hasta arrancar sus costumbres de explotadoras y opresoras. A partir de los años 80 las cosas y dichos cambiaron.
5. En la línea de la lógica formal dictadura es dictadura y democracia es democracia; por el contrario en la lógica dialéctica se habla de dictadura democrática de los trabajadores para enterrar la explotación y la opresión, para luego construir un sistema de igualdad y, también se habla de democracia por el sólo hecho de celebrar “elecciones libres” y partidos políticos siempre dominados por los hombres del poder y del dinero. Por ello hablar de democracia suele ser una trampa de los poderosos para seguir dominando. La democracia surgió en oposición al sistema monárquico, oligárquico y a las dictaduras, pero la clase poderosa se apropió de ella.
6. Frente a la democracia burguesa del sistema capitalista habría que plantear el autogobierno o la autogestión haciendo a un lado esa poderosa estructura organizada por la clase dominante en todos los aparatos burocráticos que evitan la penetración de los de abajo. El triunfo de AMLO en las elecciones presidenciales de México es importante porque podrá verse hasta dónde puede llegar la llamada democracia y cuáles son sus limitaciones. ¿Hasta qué grado la Constitución mexicana democrática y sus leyes reglamentarias –construidas y reformadas por el poder- se han convertido en el freno para la solución delos problemas de los trabajadores y sus pueblos? (2/VII/18)
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