La Jornada
Tras su abrumador triunfo en la elección presidencial del domingo anterior, Andrés Manuel López Obrador, postulado por la coalición Juntos Haremos Historia, integrada por los partidos Morena, del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES), se encamina, de manera sorprendentemente tersa, a ser declarado presidente electo y comienza desde hoy las tareas de una transición gubernamental delicada, por cuanto habrá de marcar el tránsito entre dos proyectos políticos y económicos sustancialmente distintos.
Desde el domingo en la noche, el político tabasqueño recibió una llamada de felicitación del presidente Enrique Peña Nieto y acordó con él un primer encuentro para ayer en Palacio Nacional a fin de definir las modalidades de la entrega del poder.
Tanto el candidato triunfador como el mandatario en funciones deberán mostrar mesura, prudencia y, sobre todo, un cabal entendimiento de sus respectivas posiciones a fin de evitar confrontaciones por aspectos de naturaleza polarizante que los han enfrentado desde finales de 2011, particularmente, las llamadas reformas estructurales.
Peña Nieto tiene la facultad de ejercer el poder presidencial hasta el último día de su periodo, pero deberá abstenerse de cualquier tentativa de acotar, mediante acciones postreras, las potestades de su sucesor; éste, en cambio, debe otorgar al jefe de Estado saliente el margen para que cierre su administración sin cortapisas y, al mismo tiempo, asegurarse de que la suya podrá arrancar libre de designios transexenales. Cabe esperar que ambos tengan la voluntad política de operar una transición fluida.
Llama la atención, por otra parte, la rapidez con la que se despejan algunos de los temores más acendrados que ha generado la victoria electoral de López Obrador, empezando por la estabilidad de los mercados financieros; lo cierto es que éstos han respondido con naturalidad al triunfo del ex jefe del Gobierno capitalino y han reaccionado de manera positiva a los mensajes tranquilizadores del morenista y de su equipo económico.
Un punto crítico en el que se entrelazan los aspectos político y económico, es la relación con Washington y, particularmente, la renegociación en curso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la cual ha enfrentado escenarios inciertos tanto por la volubilidad y la prepotencia características del presidente estadunidense, Donald Trump, como por el cambio de gobierno en México.
Sin embargo, la tensión en este terreno cedió rápidamente, tras la conversación telefónica entre el huésped de la Casa Blanca y el político tabasqueño, tras la cual Trump ofreció que tendrá una muy buena relación con las nuevas autoridades mexicanas.
El asunto se distendió también por el anuncio de López Obrador de que respetará y apoyará al gobierno actual en la negociación para que pueda firmar el acuerdo y se logre una buena negociación en beneficio de México.
Por lo demás, los resultados de la elección del primero de julio tienen implicaciones tan amplias y trascendentes en tantos ámbitos que sería imposible explorarlas todas en este espacio. De seguro ocuparán la reflexión y el análisis en los días, semanas y meses próximos.
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