Javier Flores
El triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones del domingo marca el ingreso a una nueva etapa en el desarrollo científico y tecnológico en México. Lo que viene ahora es la exploración de una nueva ruta, aunque con un destino aún incierto al no existir una política suficientemente estructurada en esta materia en Morena, carencia que se debe en gran parte a la juventud de esta organización política. Aún así, no podría afirmarse que otros institutos políticos, a pesar de su mayor antigüedad, cuenten con programas sólidos en estas áreas, pues, por ejemplo, los partidos Revolucionario Institucional o Acción Nacional (que ya han gobernado a nivel federal) han ensayado estrategias que tienen una vida media muy corta (sexenal en el mejor de los casos), son oscilantes y han mantenido al país por décadas en el atraso y la dependencia frente al exterior.
Lo primero es reconocer que en seis años apenas se podrá esbozar una política de ciencia a la que habrá que dotar desde el inicio de una orientación diferente a la de las décadas pasadas. Al mismo tiempo, es necesario identificar entre las políticas actuales, aquellos elementos que, pese al rezago en que nos encontramos, puedan servir como punto de arranque para impulsar nuevas acciones. Para citar un par de ejemplos, en materia presupuestaria no es imaginable ir hacia atrás, sino, por el contrario, se deben encontrar los elementos objetivos que permitan sustentar un crecimiento sostenido del gasto en ciencia y tecnología. De igual modo, las políticas de formación de recursos humanos deben expandirse hasta llenar al mundo con jóvenes mexicanos absorbiendo conocimientos y tecnologías de vanguardia en los campos del conocimiento que puedan ser definidos de interés prioritario.
A diferencia de otros países, la ciencia en México se ha desarrollado, en general, al margen de la economía. El empuje industrial que jala e incorpora a la creación de conocimientos no es algo que haya formado parte de la experiencia en nuestro país. Así, la ciencia mexicana se caracteriza por la existencia de dos núcleos diferentes, los cuales han sido ajenos uno de otro: una ciencia surgida en las universidades que desde la segunda mitad del siglo XX ha impulsado principalmente programas de investigación básica y cuenta con una comunidad que ha participado en la creación de instituciones claves como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología o el Sistema Nacional de Investigadores, y otra que crece de una manera muy lenta, que es la ciencia ligada a la producción de bienes y servicios, y que hasta hace algunos años era prácticamente inexistente.
Un punto de definición importante es no prescindir de la investigación básica, pues en ella se concentra nuestra historia, tradición científica y los cimientos sólidos para atisbar hacia el futuro. La ciencia vinculada con la producción de bienes y servicios ha sido impulsada por diferentes gobiernos con un enfoque basado en los estímulos o subsidios. Debe haber una revisión a fondo de estas políticas de fomento al sector privado, pues si bien su desarrollo es muy importante, deben reconocerse más las iniciativas surgidas desde las propias empresas y no verlas como minusválidas. Contraponer un tipo de investigación con la otra es una falsa disyuntiva, ya que los dos aspectos son igualmente necesarios e importantes. Además, Morena cuenta en su política de desarrollo industrial con elementos para la vinculación entre la academia y las empresas. Habrá que ver cómo se concretan, para evitar que sigan habitando en mundos paralelos.
Lo que puede dar sustento a una nueva política depende de cómo se articule a la ciencia con los objetivos del gobierno de AMLO. Hay un acento en las políticas sociales para abatir la pobreza y la desigualdad. Otro de los grandes desafíos es la inseguridad, ante la que el líder de Morena ha planteado ir a las causas brindando a los jóvenes educación y empleo. Esto lo señaló el domingo en la concentración en el Zócalo, donde también se refirió al desarrollo de proyectos productivos a lo largo de todo el país para crear empleos. Es aquí donde debe diseñarse una estrategia para involucrar a la investigación científica y tecnológica con los nuevos objetivos del progreso nacional, pues aportaría los elementos objetivos para el despegue de estas actividades.
Pasando a otro tema, el primero de julio se me impidió votar, pues unos días antes alguien eliminó mi nombre de la lista nominal a causa de… mi fallecimiento. Lo anterior muestra la desesperación a la que se llegó en los núcleos de poder y la sofisticación que han logrado los delincuentes electorales para expulsar selectivamente a los opositores de las urnas. Confío en que con la estrepitosa derrota que han sufrido los jefes de estos malhechores queden este tipo de acciones en el museo de monstruosidades de nuestra democracia.
Para Diana, por su indignación.
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