OPINIÓN
Zona de Reflexión
Por: Lucía Lagunes Huerta
La
euforia que tiene la población mexicana es más allá del triunfo de un
candidato, es porque su voto fue respetado, contado y las instituciones
creadas para ello, funcionaron. La euforia es por sentir que la apuesta a
la democracia hoy da frutos. Es por saber que este triunfo es nuestro.
En 1988 la historia de la política mexicana dio un vuelco que no
tenía retorno. La sociedad lo entendió pero el priismo no. El poder
absoluto se desquebrajó, no más partido único, no más elecciones de
Estado.
En síntesis lo que se demandaba entonces era “la emergencia de un
sistema de partidos competitivo, un cambio en la correlación de fuerzas
entre las opciones políticas y la mayor vigilancia de la sociedad civil
de los procesos electorales”, explica la socióloga Irma Campuzano
Montoya.
La creación del Frente Democrático Nacional fue la apuesta de la
confluencia de todas las expresiones políticas que apostaban por la
democracia y una transición pacífica. Desde la escisión del ala
democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia
Martínez, Andrés Manuel López Obrador, entre otros, hasta una de las
expresiones del trotskismo mexicano liderado por el historiador y
politólogo Adolfo Gilly.
En 1988 el fraude tecnológico se estrenó como la expresión de la
nueva era. La caída del sistema impidió tener resultados inmediatos y
confiables, un instituto electoral a la orden del gobierno priista dio
el triunfo ilegítimo a Carlos Salinas de Gortari.
En 2018, los votos contaron, el sistema que se cayó fue el
autoritario y ganó la democracia. Ésa es la euforia que está en el
ambiente, la que sacó el domingo en la noche a la ciudadanía a las
calles a festejar que “sí se pudo”, que el voto mayoritario era
respetado. El triunfo es de la sociedad mexicana, es nuestro, de mujeres
y hombres.
Cómo olvidar esa imagen de Cárdenas, Rosario Ibarra de Piedra y
Manuel J. Clouthier, acudiendo a Gobernación para rechazar la caída del
sistema que anunciaba el fraude. Desde entonces la ciudadanía construyó
el camino del triunfo del pasado domingo 2 de julio.
Los resultados están escribiendo un nuevo capítulo en la historia de
México, la paridad equilibró de manera justa la presencia de las mujeres
en los congresos y en el gabinete.
No sin nosotras, ha sido la exigencia que desde el movimiento
feminista se ha impulsado. Sin las mujeres la democracia no avanza, no
sólo en la presencia numérica sino en la construcción de país.
En 1996 las feministas crearon la Asamblea Nacional de Mujeres,
espacio plural con dos ejes fundamentales: un Acuerdo Nacional de
Mujeres para la Transición hacia la democracia y que la Reforma del
Estado incluyera las propuestas de las mujeres.
Entonces ellas afirmaban “Nuestro futuro será diferente y promisorio
si éste se construye tomando en cuenta la diversidad, la pluralidad, la
diferencia y las necesidades de cada una de las personas que pueblan el
país y que son base y el fundamento de un Estado de Derecho.”
Y así lo hicieron. Construyeron nuevos marcos legales, instituciones, centros de estudios, conocimiento y movimiento.
Muchas de ellas, de las de entonces y las de ahora, se sumaron a la
construcción de los partidos que surgieron en 1988; muchas crearon las
“Adelitas” en 2008, acompañaron a Andrés Manuel López Obrador en la
resistencia civil pacífica, movimiento femenino encabezado por Claudia
Sheinbaum, hoy gobernadora electa de la Ciudad de México.
A las mujeres les interesa la política por supuesto, “porque ella nos
permitirá construir este nuevo país con toda la sociedad. Porque
nuestros asuntos son asuntos de la nación” así lo manifestaban en 1996 y
hoy sigue vigente.
La agenda del nuevo gobierno que emana de esta historia y que se
concretó el 1 de julio debe incluir a toda la sociedad, desde el
discurso hasta en la visión de país. Las mujeres deben ser nombradas y
sus demandas priorizadas en un acto de justicia y en un reconocimiento
por su aporte a la construcción democrática de México.
Sí, el triunfo es nuestro, de toda la sociedad, como nuestra es la
responsabilidad de seguir impulsando y vigilando el cambio que hemos
construido entre todas y todos.
CIMACFoto: Sonia Gerth
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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