▲ Nahmad es uno de los críticos más duros del trato oficial a los pueblos indígenas con 6 décadas de trabajo.
Los indígenas son los más pobres entre los pobres, además
de que la relación entre el Estado y los pueblos aún es colonial, no se
les da autonomía política ni recursos económicos,
necesitamos descolonizar el sistema, dice Salomón Nahmad, Premio Nacional de Artes y Literatura 2018 en la categoría Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.
Ahora que se creó el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas,
considera que fue un grave error cerrar el Instituto Nacional
Indigenista (INI), creado en 1948 y desaparecido en 2002:
El indigenismo es el apoyo para la descolonización de los pueblos; en 1940 se creó el Instituto Interamericano Indigenista para descolonizar todo el continente y que se reconocieran los territorios de los pueblos como propios, recuerda.
Con más de 60 años en la investigación antropológica de los pueblos
originarios, en particular el cambio social, el académico estudió
trabajo social en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1954, y
desde esa fecha
he estado dedicado a buscar el bienestar y el mejoramiento de la población indígena, dice a La Jornada.
Nahmad nació el 14 septiembre de 1935, actualmente labora en el
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
(Ciesas) y además es asesor en el Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social (Coneval).
–¿Qué lo motivó a dirigir su trabajo con los pueblos indígenas?
–Cuando estudiaba, la rectoría de la UNAM dirigía el proyecto de las
misiones culturales universitarias, así fui a Tonantzintla, en el valle
de Cholula, Puebla. Ahí entré en contacto con la población hablante del
náhuatl. Al terminar trabajo social estudié antropología social,
entonces entendí el panorama multilingüístico y multicultural de México.
Al terminar la carrera, un grupo de estudiantes fuimos a entrevistar al
doctor Alfonso Caso, fundador del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) y del Museo Nacional de Antropología. El gran arqueólogo
nos ofreció trabajo en el INI y en 1961 entré a trabajar bajo la
orientación del maestro Julio de la Fuente, uno de los más grandes
etnólogos mexicanos.
Hay más de 60 grupos originarios de los olmecas
–¿Cuál ubicaría que es su investigación más relevante?
–La más importante es el estudio integral de la zona mixe de Oaxaca.
El doctor Caso y De la Fuente me mandaron a hacer la investigación de
esos 21 municipios que hablan mixe. A medida que fui estudiando a ese
pueblo me di cuenta que eran descendientes de los olmecas: son los
pueblos vivos de los olmecas. Estos son el origen de la civilización
mesoamericana. Me tocó trabajar con uno de los pueblos pertenecientes a
la matriz de la civilización mesoamericana y junto con los zoques, que
están en Chiapas, Tabasco y Oaxaca, forman parte del tronco lingüístico
zoque-mixe.
“De ahí vienen los demás grupos étnicos, más de 60 grupos
diferenciados. Esto hace que México tenga una de las civilizaciones más
importantes, por eso la relevancia de la investigación de los pueblos
indígenas, de sus lenguas, de sus culturas, tradiciones, de su
religiosidad, de sus conceptualizaciones de la vida.
“De 1961 a 1977 estuve trabajando en el INI, donde fui director, pero
empecé desde investigador, primero en Tlapa, Guerrero, la zona más
pobre. Conocí en esa región de La Montaña la máxima situación de
pobreza: un drama. Ha mejorado, el cambio social no ha sido lo deseable,
pero ahora hay mecanismos para hacer llegar alimentos. En 1963 estuve
en Yucatán, en la zona más aislada, cuando era territorio de Quintana
Roo; no existía el estado. El trabajo que se hizo para el reparto de
tierras de un ingenio y una hacienda no gustó mucho a las autoridades y
pidieron mi salida.
–¿Cómo ve la situación en la que estaban los pueblos indígenas en los años 60 y las condiciones actuales?
–Es otra dimensión. Se logró una transformación con la educación
bilingüe porque las comunidades no querían maestros mestizos, sino gente
que hablara su idioma. Preparamos a los primeros promotores indígenas
en la zona cora-huichol, que era muy aislada. Establecimos el centro
coordinador, ahora hay una universidad intercultural dentro de esa zona,
en ese entonces no había ni una escuela.
–Después de todo el trabajo con pueblos indígenas, ¿qué lo llevó a enfocarse al tema de la pobreza?
–Los indígenas tienen 30 millones de hectáreas en posesión, pero la
banca no lo reconoce y no son sujetos de crédito. La cantidad de tierras
que tienen en la selva Lacandona es de gran valor. Los tarahumaras
tienen 600 mil hectáreas llenas de bosque. A los mayas de Quintana Roo
no les dan dinero para desarrollo turístico, es a las empresas
trasnacionales. Para transformar la economía hay que adaptarse a las
condiciones que ellos diseñan, no que nosotros lo diseñemos. El Estado
mexicano, hasta hace 20 años, apenas reconoció las lenguas de origen
nacional, incluido el mexicano: el náhuatl.
Foto La Jornada
Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
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