Feminismo & Hombres
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El feminismo interpela a los hombres sobre su inacción y pasividad ante el terrorismo machista. |
Compañeros, tenéis un problema, y es un problema gordo. Ruego que
antes de sentiros profundamente ofendidos por no escribir “algunos
hombres” sino considerarlo general, sigáis leyendo. Porque tenéis un problema que nos está matando.
La violencia machista no es un problema de las mujeres, como hemos
venido manejando y dando por sentado hasta ahora. La violencia machista
es un problema que tenéis los hombres y sufrimos las mujeres. Así de
simple.
Sí, los hombres, todos los hombres.
El pasado 8 de marzo, las mujeres, millones de mujeres de este país
(y de muchos otros) hicimos una huelga general y de cuidados y de
consumo. También una enorme manifestación que dejó al mundo con la boca
abierta. Al día siguiente supe que habíamos perdido. Que habíamos perdido en algo sustancial: vosotros.
Una de las controversias de los días anteriores, sin duda la mayor,
tenía que ver precisamente con los hombres, con si vosotros “podíais” o
“debíais” o no uniros a la manifestación o a la huelga. Más allá de las
opiniones a favor o en contra, el resultado fue un desastre y para mí
fuente de un desánimo profundo que ha permanecido intacto hasta el
momento en el que escribo esta carta.
Nosotras, las mujeres, millones de mujeres, nos organizamos contra la
violencia machista, aquí y en el mundo entero, desde Nueva York hasta
Manila, pasando por las muy bravas argentinas. Nos manifestamos, hicimos
huelga, contamos las agresiones sufridas, gritamos un dolor común. Un
grito amarguísimo que se dio de bruces contra el muro de vuestra
inacción, de vuestro pasmo. Nosotras gritamos con todas nuestras fuerzas
contra la violencia constante y estructural que sufrimos TODAS,
contra el hecho de cobrar sensiblemente menos por el mismo trabajo,
porque tenemos miedo, porque son cientos de miles solo en España las
agredidas física o psicológicamente, porque corremos el riesgo (como se
ha vuelto a demostrar) de que nos violen en cualquier lugar y en
cualquier momento, y por ello, de nuevo, tenemos miedo, un miedo todavía
más salvaje, y modificamos nuestras costumbres, y no podemos llevar la
misma vida que vosotros.
Nosotras SUFRIMOS ese problema. Somos la parte
paciente. Por eso, las noticias se redactan siempre en pasiva (Una mujer
ES ASESINADA por…) en lugar de poner la acción donde corresponde (Un
hombre ASESINA a…). Con ese gesto se evidencia dónde se ha querido
colocar el sujeto del problema. El lenguaje es sustancial y retrata,
nunca es inocente. Pero el centro del problema no está en las mujeres
sino en los hombres. El eje no está en “ser asesinada” sino en asesinar.
Y por supuesto que no todos los hombres agreden a las mujeres, qué bobada. Sin embargo, ¿dónde están vuestras protestas?
Algunos hombres aducís que queréis participar en nuestras
movilizaciones, a nuestras manifestaciones de dolor, pero que las
mujeres no os “dejamos”. Que por qué no os dejamos, etc. De nuevo, la
pregunta está descentrada, y eso tampoco es inocente.
¿Dónde las manifestaciones o huelgas o plantes organizados por vosotros?
¿Por qué no organizáis vosotros vuestras protestas?
¿Por qué no os organizáis y salís a la calle contra la violencia
constante y ya innegable que sufrimos la mitad de la población, de una
población que es vuestra población?
¿Por qué no sois vosotros, como parte socialmente implicada, quienes
convocáis manifestaciones, huelgas, protestas públicas y masivas?
Sencillamente, porque en el fondo consideráis que el problema es de otros, o sea nuestro, de las mujeres.
Si una gran parte de la población española (pongamos varios cientos
de miles) trabajara en régimen de esclavitud y ni más ni menos que la
mitad de la población corriera el mismo riesgo, por supuesto que os
echaríais a la calle, organizaríais grandes marchas, pediríais
dimisiones, hundiríais gobiernos. De la misma forma que cuando el
terrorismo, ETA, asesinaba salíais a la calle todos a una. No esperabais
que fueran las víctimas quienes organizaran nada.
¿Qué sucede, pues, con la violencia cotidiana y ESTRUCTURAL (por lo tanto, terrorismo: aquí la RAE)
machista? Debo pensar que se trata de las mujeres. Que no os
manifestáis por cuenta propia porque en el fondo consideráis que el
problema es nuestro. De ahí que manejéis en este campo las ideas de
“solidaridad” y “apoyo”.
Estoy harta de oír “me solidarizo con el dolor de las mujeres”. Harta. ¿Sabéis una cosa? Nadie se solidariza con uno mismo, con un problema propio, “me solidarizo conmigo”. Uno se solidariza con “otros”, o sea con el problema de otros.
Ahora se nos eriza el machismo brutal de la derecha y el machismo
irreflexivo e irresponsable de cierta izquierda. Pueden hacerlo porque
no hay una cantidad, ni suficiente ni siquiera insuficiente, de hombres
que les plantan cara en este sitio de violencia. Porque no existe una
cantidad activa de hombres que salen a llamarlos violentos y a formar
una barrera contra esa violencia que sufre la mitad de la población,
nosotras.
Espero haberme explicado. Nosotras sufrimos un problema. Vosotros tenéis un problema, gordísimo. Se llama silencio. Se llama inactividad. Se llama tolerancia con el mal.
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