El 17 y 18 de diciembre pasados se
cumplieron 39 años de la fundación de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE). Nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas,
para coordinar y dar rumbo a la vigorosa insurgencia magisterial de
1979. Se propuso democratizar el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE), conseguir un incremento salarial de 30 por ciento y
descongelar los sobresueldos por vida cara.
El sindicato magisterial estaba entonces férreamente controlado por
una mafia autonombrada Vanguardia Revolucionaria, dirigida por el
profesor y licenciado Carlos Jonguitud Barrios. Para llegar y sostenerse
en el poder, el cacique gremial contó con el apoyo de varios
presidentes (Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid)
y con un grupo de golpeadores y pistoleros, que asesinó a docentes
disidentes como Misael Núñez Acosta, Pedro Palma y Celso Wenceslao
López.
En la formación de la CNTE confluyeron grandes movimientos de
maestros de base, grupos de activistas regionales y corrientes
político-sindicales ligadas a partidos políticos y grupos de orientación
socialista. En su surgimiento y conducción, desempeñaron un papel muy
relevante profesores de varias entidades de la República que asistían a
los cursos de verano de la Escuela Normal Superior de México y egresados
de las normales rurales. Muchos de ellos tenían una formación política e
ideológica marxista. Con todo, ha sido, desde su origen, un movimiento
diverso y plural.
A lo largo de su historia, la CNTE ha diversificado sus demandas,
protagonizado innumerables jornadas de lucha y renovado sus liderazgos.
Ha procesado, práctica y teóricamente, múltiples propuestas de educación
alternativa. Su estructura es parecida a la de un acordeón. Su
militancia dura es de medio millón de trabajadores de la educación, y,
en momentos de expansión del fuelle, llega a unos 750 mil.
En estos 39 años ha enfrentado en las calles y en el terreno jurídico
el despojo de conquistas sindicales sustantivas como la Ley del Issste
de 2007. Ha defendido la educación pública. Ha logrado que diversos
gobiernos estatales otorguen ayuda alimentaria, uniformes y útiles
escolares a los estudiantes de las regiones más pobres del país. Ha
brindado, eficazmente, solidaridad a damnificados de desastres
naturales. Y ha participado activamente, desde abajo, en multitud de
luchas por la democratización de la nación.
Desde su nacimiento, la Coordinadora ha sido víctima de todo tipo de
campañas de calumnias en su contra. Se le ha acusado falsamente de ser
instrumento de políticos priístas, de no preocuparse por la niñez y la
educación, y de fomentar la holgazanería. Sus integrantes (muchos de
ellos indígenas) han sido objeto de todo tipo de ataques racistas. Uno
tras otro, los mandatarios en turno, muchos secretarios de Educación y/o
Gobernación e innumerables gobernadores se propusieron terminar con
ella. No pudieron hacerlo.
Hoy, la CNTE es más fuerte que nunca. Como resultado de su lucha, con
un enorme esfuerzo y una nada despreciable cuota de sangre, ganó la
madre de todas sus batallas recientes: la abrogación de la reforma
educativa. Adicionalmente, sus presos políticos han comenzado a salir
libres y sus despedidos podrían ser reinstalados. Por primera vez en su
historia, se reunió, en dos ocasiones seguidas, con el nuevo Presidente.
Tiene un canal regular de comunicación con el gobierno de la Cuarta
Transformación.
Andrés Manuel López Obrador cumplió su compromiso de campaña con el
magisterio y, el pasado 12 de diciembre, propuso una nueva reforma
constitucional que echa atrás la de Enrique Peña Nieto, Mexicanos
Primero y la OCDE. Está ahora sobre la mesa una iniciativa de nueva
legislación que debe ser analizada en toda su complejidad e
implicaciones. Una iniciativa que rompe, para bien, con puntos
relevantes de la reforma de 2013, pero que, simultáneamente, mantiene
algunos cuestionables elementos de continuidad con ella.
La reacción de los viudos de la reforma peñista ha sido virulenta.
Están enfurecidos. Desataron una nueva campaña de estigmatización contra
el magisterio y la CNTE, similar a la de 2012-2017, pero
copeteada. Cartonistas,
analistaspolíticos y educativos, periodistas y empresarios, desempolvaron el viejo repertorio de calumnias, mentiras y ofensas hacia el magisterio democrático, y prendieron veladoras a los santos de la provocación, para tratar de descarrilar (o, al menos, meterle mano) a la nueva legislación.
Efectivamente, nunca había sido la CNTE tan fuerte, pero, al mismo
tiempo, nunca había vivido una situación tan compleja y delicada como la
que experimenta ahora. Tiene por delante el reto de definir una
posición unificada en tres frentes simultáneos: ante la Cuarta
Transformación, frente a la nueva reforma, y ante la intención
gubernamental de auspiciar una recomposición del SNTE similar a la que
le dio origen al sindicato en 1943.
Se requiere la reconciliación, les dijo AMLO el pasado 28 de octubre. Son tiempos interesantes.
Twitter: @lhan55
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