¿Por qué el sector empresarial, representado por Mexicanos contra la
Corrupción, siguen una estrategia mediática de denostación denunciando
los casos de cohecho en el gobierno actual sin hacer lo mismo con los
empresarios que han hecho de la corrupción un gran negocio, mientras que
no mejoran las condiciones laborales de sus trabajadores? ¿Qué papel ha
tenido el empresariado en el proceso de democratización del país?
Los 100 días del gobierno de López Obrador ofrecen una oportunidad
para hacer estos y otros cuestionamientos sobre un presidente y su
gobierno que ha roto cartabones a los que no acostumbramos durante 90
años de gobiernos del PRI y PAN que, en el ejercicio del poder, no
mostraron ninguna diferencia: la complicidad en la corrupción y el
impulso del capitalismo más atroz que ha beneficiado a un mínimo de la
población compuesta por empresarios, banqueros, inversionistas y grandes
comerciantes, contra el resto de la población cuyos márgenes de
bienestar se han ido deteriorando y reduciendo hasta llegar a los
límites de la marginación.
La disociación entre la crítica más feroz de los sectores
conservadores y el apoyo mayoritario de la población reflejado en las
recientes encuestas, tal vez se deba a que una gran parte de la gente
sigue creyendo en el discurso de López Obrador y en sus intenciones de
mejorar la situación precaria que se vive día a día.
Se mantiene una percepción social favorable hacia las acciones del
presidente para combatir los vicios privilegiados del grupo gobernante:
la corrupción, la desigualdad económica, el amiguismo, el compadrazgo,
el crimen institucionalizado, el influyentismo y otros males.
Por otro lado, existe una percepción social desfavorable hacia los
empresarios a los que no se les ve interesados ni comprometidos en
combatir en sus filas la corrupción, el lavado de dinero, los negocios
millonarios, el desdén a las leyes para beneficio propio, la
concentración de la riqueza, la opacidad en sus declaraciones de
impuestos, los privilegios al amparo de las influencias y la falta de
compromiso social.
Nada es casual, todo es causal. Hay causas que explican la enorme
expectativa ciudadana que genera el gobierno de López Obrador a pesar de
sus contradicciones en la estrategia de combate al crimen organizado,
el retiro del subsidio a las agrupaciones de la sociedad civil, la
cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México,
el despido de miles de burócratas, la cancelación de la reforma
educativa…
La razón esencial es que López Obrador le sigue hablando a la gente y
no a los sectores económicos y políticos que se han beneficiado de las
políticas neoliberales en las últimas cuatro décadas. Sus interlocutores
directos son esos grupos sociales a los cuales se les privó por muchos
años de los beneficios económicos, se les marginó de las políticas
financieras y se les dio un trato de segunda con dádivas paternalistas
mediante programas de gobierno asistencialistas.
En sentido contrario, los empresarios, inversionistas, banqueros y
grandes comerciantes, se han alejado de la gente y sólo han buscado el
beneficio de las políticas públicas de los últimos cinco presidentes. La
llegada de López Obrador a la presidencia la vieron como una amenaza a
sus intereses, calificando negativamente su política, acusándola de
populista, anacrónica y autoritaria.
Pero no se dan cuenta que ellos, los más beneficiados del modelo
económico, han sido por años los grandes ausentes de las acciones de
cambio que requiere el país para salir de la crisis, que han carecido de
un discurso que los acerque a la gente y de compromisos que impulsen
cambios sociales que beneficiaría a todos.
Por cierto… Hace una década la Secretaría de
Hacienda informó que 400 grandes empresas en el país generaron ingresos
por casi cinco billones de pesos y que amparados en privilegios fiscales
apenas pagaron 1.7% de Impuesto Sobre la Renta (ISR). En 2011 se
denunció que el sector privado adeudaba 453 mil millones de pesos en
créditos fiscales, de acuerdo con reportes de Hacienda, y que la mitad
de ese monto –232 mil millones de pesos– lo concentran 60 consorcios
cuyos dueños siguen siendo los mismos que hoy critican a López Obrador. A
la mitad de la administración de Enrique Peña Nieto las autoridades
fiscales perdonaron 188 mil millones de pesos en impuestos a diversas
empresas por cancelación y condonación de créditos fiscales, de los que
tan solo 15 empresas han concentrado la mayor parte de los beneficios,
de acuerdo con el informe ‘Privilegios Fiscales. Beneficios
inexplicables para unos cuantos’, del Centro de Análisis e Investigación
Fundar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario