Dos Bocas: viento en popa
Resbalón del subsecretario
¿Jaloneo, falta de
comunicación, encontronazo? Quién sabe, pero lo cierto es que en el tema
de la nueva refinería alguien resbaló, y feo, porque esa obra de
infraestructura petrolera fue ofrecida por Andrés Manuel López Obrador
desde los tiempos de su campaña electoral, confirmada por el mismo
personaje ya como Presidente de la República y detallada por la
secretaria de Energía, Rocío Nahle.
Pero algo falló, porque el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, declaró al rotativo británico The Financial Times que
el gobierno mexicano ha puesto en suspenso un polémico proyecto de refinería (que se construirá en Dos Bocas, Tabasco), en un contexto de desaceleración del crecimiento económico y está preparando una nueva inyección de capital para impulsar la producción en Petróleos Mexicanos.
De hecho, el subsecretario fue más allá y aseguró que
no autorizaremos la construcción hasta que tengamos una cifra final que no sea muy diferente de los 8 mil millones de dólares originales; la inversión planeada para este año en la refinería puede ir a exploración y producción.
Pero resulta que no, que Arturo Herrera fue tajantemente desmentido
por el propio Presidente, quien en la mañanera de ayer detalló:
Contamos con 50 mil millones de pesos para la refinería. Sí tenemos presupuesto y es muy probable que se haga el anuncio sobre la licitación el 18 de marzo. No hay retraso, estamos muy bien y se va a construir; se va a terminar en tres años, como se contempló y va a costar de 6 a 8 mil millones de dólares.
Vieja historia es, año tras año, la del jaloneo por recursos públicos
entre la Secretaría de Hacienda y otras dependencias del poder
Ejecutivo, pero en el caso de la refinería de Dos Bocas parece que
alguien no entendió de qué se trata ni el alcance de la decisión, como
Arturo Herrera comprenderá. Todo indica que el funcionario debe estar
más atento.
Como candidato a la Presidencia de la República lo señaló en
repetidas ocasiones, pero en específico va para un año (en la convención
bancaria de 2018, en Acapulco) que Andrés Manuel López Obrador detalló
que la construcción de una nueva refinería no era ocurrencia, sino una
urgente necesidad que formaba parte de la estrategia de seguridad
energética del país, porque México no podía darse el lujo de seguir
gastando cantidades impresionantes en importación de combustibles que
bien se pueden producir internamente.
México cuenta con seis refinerías y la más joven de ellas data de
1979 (la inauguró José López Portillo hace 40 años), y todas están
achacosas. Si bien va, trabajan a 30-35 por ciento de su capacidad y las
reconfiguracionesde varias en tiempos de Fox, Calderón y EPN sólo sirvieron para que la cleptocracia nacional metiera la mano hasta el fondo.
Y en aquella ocasión en Acapulco, López Obrador dijo que en Estados
Unidos existen 150 refinerías, las cuales trabajan a 98 por ciento de su
capacidad. En México hay seis y a duras penas funcionan, por decirlo
así, a 30-35 por ciento de su capacidad.
Refirió que India construyó una enorme refinería con un costo cercano
a 8 mil millones de dólares, en la que se transforman miles y miles de
barriles diarios. En nuestro país se gastó esa misma cantidad en la
reconfiguraciónde las refinerías de Minatitlán, Veracruz, Cadereyta, Nuevo León y Madero, Tamaulipas, y de milagro no se han caído.
A lo largo de los seis sexenios neoliberales, la cantaleta oficial fue que
invertir en refinerías no es negocio ni rentabley sólo implicaría
dilapidar recursos públicos(preferían robárselos, obvio es), de tal suerte que lo
convenienteera importar combustibles.
Y, sí, tal política no fue negocio para el país, pero qué tal para
las refinerías foráneas a las que México compró combustibles, tan sólo
en los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto, por más de 200 mil
millones de dólares.
Las rebanadas del pastel
Y ahora con ustedes, otro estercolero: el del selecto grupo de proveedores de medicamentos al sector salud.
Twitter: @cafevega
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