Raúl Romero*
La Jornada
El 19 de diciembre de
1994, la comandancia general del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) anunció que como resultado de la campaña denominada
Paz con Justicia y Dignidad para los Pueblos Indígenas, y con apoyo de la población local, tomaron el control de 38 municipios en el estado de Chiapas. La toma se realizó sin enfrentamiento alguno, y respetando el
cese al fuegoen el que se encontraban en ese momento.
La población civil de esos municipios se dio a la tarea de
renombrarlos de acuerdo con sus creencias, usos y costumbres, y de
elegir a sus propias autoridades. La conciencia rebelde se hizo notar en
forma sensible. Los pueblos eligieron nombres como General Emiliano
Zapata, Libertad de los Pueblos Mayas, Ernesto Che Guevara, Lucio
Cabañas o Magdalena de la Paz. Con ellos, los territorios que antes
poseían hacendados y finqueros fueron resignificados.
Los nuevos municipios pasaron a regirse con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, las Leyes Revolucionarias Zapatistas
de 1993 y las leyes del propio municipio. Así nacieron los Municipios
Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez), los cuales practican el
autogobierno a través de consejos autónomos. El EZLN sólo se encargaría
de dar protección frente a ataques militares o paramilitares.
Los ejércitos deben usarse para defender, no para gobernar. El trabajo de un ejército no es ser policía o agencia de ministerio público, dijeron los zapatistas por medio de su vocero.
En 2001 el EZLN dio una última oportunidad al Estado mexicano para
que reconociera su derecho, y el de todos los pueblos indígenas, al
autogobierno. Miles de personas se volcaron a las calles en toda la
nación para apoyar la exigencia. Por su parte, la clase política toda,
incluidos los partidos de
izquierda, dieron la espalda a los pueblos originarios de México: los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena fueron rechazados y se abonó así el camino de despojo y saqueo.
Los pueblos tzotziles, tzeltales, mames, choles, tojolabales y zoques
organizados en torno al EZLN, dijeron que los tiempos de pedir y de
exigir estaban agotados, y que era momento de pasar al tiempo de
ejercer.
Luego de comunicar la suspensión total de cualquier contacto con el
gobierno federal y con los partidos políticos, el 9 de agosto de 2003 se
anunció la creación de cinco Caracoles Zapatistas y sus respectivas
Juntas de Buen Gobierno.
Los Caracoles pasaron a sustituir a los Aguascalientes,
construidos en 1995 con el objetivo de ser puntos de encuentro entre
las culturas de los pueblos zapatistas y las otras culturas de México y
del mundo. Los Caracoles tienen una función similar, la de
ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera, la de
bocinas para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está, dicen los rebeldes del sureste.
Por su parte, las Juntas de Buen Gobierno funcionan mediante los
principios de rotatividad, la revocación de mandato y la rendición de
cuentas. Son verdaderas redes del poder de abajo. En ellas se articulan
los consejos municipales, los cuales a su vez agrupan a las autoridades
comunitarias. Así es como se va tejiendo esa forma emancipadora del
poder en el que los gobernantes pasan a ser servidores, personas que
mandarán obedeciendo al pueblo.
Cualquier persona que visite territorio zapatista puede percibir los
logros de este ejercicio de autogobierno. Los y las zapatistas han
dedicado sus esfuerzos a darse a sí mismos techo, tierra, trabajo,
salud, alimentación, educación, democracia, libertad, justicia, cultura e
información. Pero desde su origen, el EZLN fue claro: su lucha no es
por beneficios para los pueblos que agrupa, ni tampoco es sólo para los
pueblos indígenas, es una lucha por todos y todas.
Los Caracoles zapatistas y las Juntas de Buen Gobierno son
un aporte de los pueblos mayas a las luchas por la emancipación. El
diálogo que establecen entre lo particular y lo universal, les abre un
lugar en la historia justo a lado de las comunas, de los sóviets, de los comités, de los consejos obreros, de los municipios libres.
Ahora que los Caracoles zapatistas y las Juntas de Buen
Gobierno cumplen 16 años, enfrentan nuevos retos y amenazas, entre
ellas, las de un Presidente que un día les dice que no son adversarios
ni enemigos, y al otro les tilda de mentirosos y de apostar por la
violencia.
Pero esos pueblos que históricamente fueron despreciados y
violentados, explotados y oprimidos, ahora conocen la libertad que viene
con el autogobierno, y están dispuestos a defender con todo su proyecto
de mundo nuevo. Ojalá no sea necesario, y ojalá también que el largo y
lento andar del Caracol encuentre la libertad para seguirnos alumbrando.
* Sociólogo.
Twitter: @cancerbero_mx
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