8/18/2019

Los Caracoles zapatistas



El 19 de diciembre de 1994, la comandancia general del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció que como resultado de la campaña denominada Paz con Justicia y Dignidad para los Pueblos Indígenas, y con apoyo de la población local, tomaron el control de 38 municipios en el estado de Chiapas. La toma se realizó sin enfrentamiento alguno, y respetando el cese al fuego en el que se encontraban en ese momento.
La población civil de esos municipios se dio a la tarea de renombrarlos de acuerdo con sus creencias, usos y costumbres, y de elegir a sus propias autoridades. La conciencia rebelde se hizo notar en forma sensible. Los pueblos eligieron nombres como General Emiliano Zapata, Libertad de los Pueblos Mayas, Ernesto Che Guevara, Lucio Cabañas o Magdalena de la Paz. Con ellos, los territorios que antes poseían hacendados y finqueros fueron resignificados.
Los nuevos municipios pasaron a regirse con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, las Leyes Revolucionarias Zapatistas de 1993 y las leyes del propio municipio. Así nacieron los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez), los cuales practican el autogobierno a través de consejos autónomos. El EZLN sólo se encargaría de dar protección frente a ataques militares o paramilitares. Los ejércitos deben usarse para defender, no para gobernar. El trabajo de un ejército no es ser policía o agencia de ministerio público, dijeron los zapatistas por medio de su vocero.
En 2001 el EZLN dio una última oportunidad al Estado mexicano para que reconociera su derecho, y el de todos los pueblos indígenas, al autogobierno. Miles de personas se volcaron a las calles en toda la nación para apoyar la exigencia. Por su parte, la clase política toda, incluidos los partidos de izquierda, dieron la espalda a los pueblos originarios de México: los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena fueron rechazados y se abonó así el camino de despojo y saqueo.
Los pueblos tzotziles, tzeltales, mames, choles, tojolabales y zoques organizados en torno al EZLN, dijeron que los tiempos de pedir y de exigir estaban agotados, y que era momento de pasar al tiempo de ejercer.
Luego de comunicar la suspensión total de cualquier contacto con el gobierno federal y con los partidos políticos, el 9 de agosto de 2003 se anunció la creación de cinco Caracoles Zapatistas y sus respectivas Juntas de Buen Gobierno.
Los Caracoles pasaron a sustituir a los Aguascalientes, construidos en 1995 con el objetivo de ser puntos de encuentro entre las culturas de los pueblos zapatistas y las otras culturas de México y del mundo. Los Caracoles tienen una función similar, la de ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera, la de bocinas para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está, dicen los rebeldes del sureste.
Por su parte, las Juntas de Buen Gobierno funcionan mediante los principios de rotatividad, la revocación de mandato y la rendición de cuentas. Son verdaderas redes del poder de abajo. En ellas se articulan los consejos municipales, los cuales a su vez agrupan a las autoridades comunitarias. Así es como se va tejiendo esa forma emancipadora del poder en el que los gobernantes pasan a ser servidores, personas que mandarán obedeciendo al pueblo.
Cualquier persona que visite territorio zapatista puede percibir los logros de este ejercicio de autogobierno. Los y las zapatistas han dedicado sus esfuerzos a darse a sí mismos techo, tierra, trabajo, salud, alimentación, educación, democracia, libertad, justicia, cultura e información. Pero desde su origen, el EZLN fue claro: su lucha no es por beneficios para los pueblos que agrupa, ni tampoco es sólo para los pueblos indígenas, es una lucha por todos y todas.
Los Caracoles zapatistas y las Juntas de Buen Gobierno son un aporte de los pueblos mayas a las luchas por la emancipación. El diálogo que establecen entre lo particular y lo universal, les abre un lugar en la historia justo a lado de las comunas, de los sóviets, de los comités, de los consejos obreros, de los municipios libres.
Ahora que los Caracoles zapatistas y las Juntas de Buen Gobierno cumplen 16 años, enfrentan nuevos retos y amenazas, entre ellas, las de un Presidente que un día les dice que no son adversarios ni enemigos, y al otro les tilda de mentirosos y de apostar por la violencia.
Pero esos pueblos que históricamente fueron despreciados y violentados, explotados y oprimidos, ahora conocen la libertad que viene con el autogobierno, y están dispuestos a defender con todo su proyecto de mundo nuevo. Ojalá no sea necesario, y ojalá también que el largo y lento andar del Caracol encuentre la libertad para seguirnos alumbrando.

* Sociólogo.
Twitter: @cancerbero_mx

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