El golpe de Estado
en Bolivia no sólo es anticonstitucional y trunca el proceso democrático
en aquella nación, sino que nulifica el comportamiento altamente
positivo –con su efecto distributivo en el plano social– que su economía
registró a lo largo del gobierno de Evo Morales (es decir, la de mayor
crecimiento en América de Sur y la tercera en el planolatinoamericano).
De 2006 a la fecha la economía boliviana creció a una tasa anual
promedio cercana a 5 por ciento, y, en un contexto de desaceleración
regional, para 2019 y 2020 la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (Cepal) pronosticó –días antes del golpe– un avance de 3.5 por
ciento en cada uno de esos años, proporción que la mantendría en el
primer lugar de América del Sur.
Pero el golpe de Estado echa a la basura la solidez económica de
Bolivia y su positivo efecto distributivo, y la población comienza a
registrar desabasto de productos básicos e inflación creciente, en medio
del descenso del producto interno bruto, gracias al grupo faccioso de
la ultraderecha que dice
gobernar, aunque en los hechos sólo reprime y asesina con la Biblia en la mano, como en la Colonia.
Días atrás la Cepal
revisó a la baja las proyecciones de crecimiento de la actividad económica de la región para 2019, año en que se espera una expansión promedio de 0.1 por ciento en América Latina y el Caribe. Para 2020 proyecta que continúe en una senda de bajo crecimiento, con una expansión del PIB estimada en 1.4 por ciento. Con esto se cumplirían siete años en que América Latina y el Caribe permanecerían situados en una posición de bajo crecimiento, que se ha traducido a su vez en un deterioro de los niveles de ingreso per cápita promedio. El PIB per cápita de la región se vería reducido en 4 por ciento entre 2014 y 2019, lo que implica una caída promedio anual de 0.8 por ciento.
La desaceleración, subraya la Cepal,
se extiende para la mayoría de las economías de América Latina (17 de 20 países) en 2019. Este año las economías de América del Sur, especializadas en la producción de bienes primarios, en especial petróleo, minerales y alimentos, caerían 0.2 por ciento, la primera baja desde 2016. En 2020 se espera que el crecimiento en esta subregión sea de 1.3 en promedio.
En ese mar de malas noticias, Bolivia destacaba por su avance
sostenido: casi 5 por ciento como promedio anual desde 2006; 3.5 por
ciento en el presente año y la misma proporción para 2020 (estimación de
la Cepal), hasta que la ultraderecha detuvo en seco el proceso de
crecimiento y distribución del ingreso, y siempre con la intención de
echar para atrás las nacionalizaciones –sobre todo las energéticas– del
gobierno de Evo Morales.
Ahora, tras el golpe, la facciosa Jeanine Áñez anuncia no la
inversión para mantener el crecimiento económico, sino mayor gasto para
reprimir, aún más, a los bolivianos. De acuerdo con el diario La Razón, de La Paz, los golpistas destinarán –por decreto– alrededor de 5 millones de dólares adicionales para
equipamiento de las fuerzas armadas, haciendo notar, entre aspectos de los considerandos, que la institución armada tiene la atribución y responsabilidad de coadyuvar, en caso necesario, a la conservación del orden público. Lo anterior va de la mano de otro decreto, el
que deslinda de responsabilidad penal a los militares que participan en los operativos para restablecer el orden(léase licencia para asesinar).
Las rebanadas del pastel
Mauricio Macri deja un desastre económico al próximo
presidente de Argentina, Alberto Fernández, pues en apenas cuatro años
hundió al país. Entre otras gracias, el empresario entregará un país con
recesión (el PIB cayó 1.22 por ciento como promedio anual), altísima
inflación, devaluación (el tipo de cambio peso-dólar se incrementó cerca
de 500 por ciento), deuda descomunal y cerca del default,
desempleo, pobreza creciente y hambre en amplios sectores poblacionales
(tres de cada 10 niños sufre inseguridad alimentaria en una nación que
produce y exporta alimentos en grandes cantidades).
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