3/08/2020

Día internacional de la mujer trabajadora ¡Las mujeres al frente de la lucha de clases!



Después de compartir y reflexionar sobre las distintas experiencias de lucha en nuestros centros de trabajo y sindicatos, en nuestras comunidades indígenas, en la escuela, en el hogar y en nuestra organización misma; en el marco del día internacional de la mujer trabajadora y ante un escenario de violencia de género permanente que ha tocado todas las esferas en las que nos desarrollamos; las militantes, colaboradoras y simpatizantes del Partido Comunista de México (PCdeM) reunidas en el Encuentro de Mujeres Trabajadoras y Sindicalistas, realizado el pasado 1 de marzo, declaramos lo siguiente:

Conmemoramos este 8 de marzo como día internacional de la mujer trabajadora, recordando las múltiples movilizaciones de mujeres que tuvieron lugar en Chicago y New York en 1908 para exigir igualdad de salarios y reducción de la jornada laboral. Lo conmemoramos atendido al llamado de la Segunda Reunión de Mujeres Socialistas que, en 1909, estableció la fecha como día internacional de la mujer trabajadora, recordando las movilizaciones mencionadas. Lo reivindicamos siguiendo a las comunistas mexicanas, quienes bajo el lema, “las mujeres al frente de la lucha proletaria” convocaron la conmemoración de esa fecha por primera vez en México en 1931. Conmemoramos el 8 de marzo, como un día combativo y como un recordatorio de la lucha de todas aquellas mujeres gracias a las cuales hoy tenemos mayores libertades y que nos han dado la pauta para seguir en el camino de nuestra emancipación.

Actualmente, en México y el mundo, asistimos a una nueva oleada de movilizaciones de mujeres de diferentes sectores. Manifestaciones que, en el caso de México, han ido creciendo y que podemos rastrear, desde hace varias décadas, con las denuncias de los feminicidios hechas por las madres de Ciudad Juárez, hasta las distintas protestas de jóvenes estudiantes y mujeres de diversos ámbitos para denunciar el acoso, los feminicidios y exigir el derecho al aborto legal y seguro. Estas protestas han puesto en primer plano la situación de violencia y la amenaza permanente bajo la que vivimos la mayoría de las mujeres en México.

Con movilización, las mujeres hemos evidenciado que el Estado es el principal cómplice y responsable de la violencia de la que somos víctimas al no garantizar el derecho a la justicia y la reparación de daño de las mujeres que denuncian violencia o de las familias que claman justicia ante el feminicidio. El Estado es cómplice, no sólo por las torpes declaraciones del presidente en turno que muestran indolencia, desconocimiento e ineptitud, sino porque durante décadas, ha mantenido, encubierto, justificado y solapado a policías y jueces corruptos en todos los niveles del sistema judicial que entorpecen e impiden el acceso a la justicia a las familias víctimas de feminicidio y, en algunos casos, han coadyuvado al feminicidio cuando no se otorgan las garantías suficientes a las mujeres que denuncian violencia, dejando libres a sus agresores, que finalmente terminan asesinándolas, aun después de haber recurrido a los aparatos de justicia para buscar protección.

Y en última instancia el Estado es autor de la violencia en contra de las mujeres, porque ejerce violencia de género de forma sistemática contra ellas, como política represiva; tal como la padecieron las mujeres de Atenco, como la sufrieron las maestras de la CNTE, como la han vivido durante décadas las mujeres campesinas e indígenas a manos del ejército y otros elementos represivos del Estado. Por todo lo anterior, señalamos al Estado como el principal responsable y cómplice de la violencia de género que nos aqueja y hacía éste dirigimos nuestras exigencias de justicia.

Como mujeres comunistas, sabemos que esta condición de violencia cotidiana es el síntoma más evidente de la opresión que ha padecido la mujer durante siglos y que es un elemento estructural de las sociedades organizadas en clases sociales y en la división sexual del trabajo. En este sentido, la violencia contra la mujer es sistemática, permanente y estructural, y la palpan día con día millones de mujeres que viven en la pobreza y que al buscar trabajo son arrojadas a la precariedad laboral.

Además de las niñas y niños, las mujeres, han sido las principales afectadas por la pérdida de derechos laborales, la agudización de la pobreza y desigualdad social, que trajo consigo la reestructuración económica que impuso políticas de flexibilidad laboral e incremento de la productividad. Pues en las últimas cuatro décadas, se han fortalecido las prácticas, normas y estereotipos que han marcado la realidad que enfrentan hoy las mujeres en México y toda América Latina; con una precaria situación laboral, en su concentración en ciertos sectores y ocupaciones (educación, salud, trabajo social y trabajo doméstico) -independientemente de su nivel educativo-, lo que ha desembocado en desigualdad salarial, trabajos sin derechos y marginación en el aprendizaje de nuevas tecnologías o de trabajos que requieren de mayor calificación.

Aunado a esto, se han concentrado, aún más, las labores domésticas como responsabilidad casi exclusiva de las mujeres; pues en el capitalismo, a la explotación de nuestra fuerza de trabajo, las mujeres debemos sumar nuestro confinamiento al trabajo reproductivo y la explotación que significa el trabajo doméstico obligado, como un sustrato básico sobre el que descansa la reproducción del capital y por eso mismo, fuente de una desigualdad estructural que no puede combatirse, de manera efectiva, sino desde una posición decididamente anticapitalista, que se pronuncie por la abolición de las clases sociales y la división sexual del trabajo.

Nuestra posición comunista es, en este sentido, una posición radical que busca poner fin a las condiciones de explotación, dominación, discriminación y violencia en que vivimos las mujeres en esta sociedad. Por ello, frente al panorama de insurgencia y creciente protesta feminista, suscribimos y nos unimos al llamado de las mujeres de diferentes sectores y generaciones, a continuar participando masivamente en las movilizaciones y actividades convocadas para el 8 y 9 de marzo y, posteriormente, a seguir impulsando y construyendo organización permanente. Como comunistas, creemos firmemente en mantener y reforzar la organización que las mujeres trabajadoras ya tenemos a través de nuestros sindicatos, impulsando programas y estatutos que no toleren la violencia de género, que pongan en primer plano las demandas que abonan al desarrollo en equidad de las mujeres y políticas que se sumen a las manifestaciones que exigen justicia ante el escenario de emergencia del país.

En nuestras comunidades, escuelas, barrios, etcétera; trabajaremos por crear organizaciones permanentes y más estructuradas, que puedan mantener la lucha por una educación libre de violencia de género y la igualdad efectiva de oportunidades para las mujeres. Además, asumimos como militantes comunistas, que nos mantendremos firmes en mantener una organización partidaria que no tolere la violencia de género en sus filas, como hasta ahora lo hemos hecho, a diferencia de quienes hipócritamente solapan agresores de mujeres e incluso, los encubren.

Como comunistas no dejaremos un solo espacio, público o privado, sin ser trastocado por nuestras demandas de género, que son también las demandas de nuestra clase, y por defender esta lucha frente a los grupos políticos conservadores, institucionales y sectores empresariales oportunistas que intentan capitalizar un movimiento que ha nacido precisamente en contra de todo lo que ellos representan y hacen.

Compañeras, no caigamos en falsas disyuntivas, nuestra lucha como mujeres no está separada de nuestras reivindicaciones clasistas; es ahora y a largo plazo, es por demandas inmediatas como:

– Trabajo estable, con igualdad salarial y prestaciones sociales

– Abolición de trabajo doméstico obligado

– Socialización de las labores domésticas a través de servicios públicos y gratuitos.

– Participación política plena y respeto a nuestras organizaciones

– Derecho a decidir sobre nuestra vida y nuestro cuerpo

– Poner fin a toda forma de violencia y acabar con los feminicidios

Y es también, una lucha estratégica por transformar radicalmente esta sociedad. Hace mucho que otras compañeras empezaron esta lucha, organicémonos, continuemos y fortalezcamos lo que nos toca hacer ahora a nosotras.

¡Contra toda forma de explotación, discriminación y violencia!

¡Las mujeres al frente de la lucha de clases!

¡Por la revolución y el futuro comunista!

¡Proletarios de todos los países, uníos!

Partido Comunista de México PCdeM

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