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Fuentes: www.publico.es
Esta crisis vuelve a poner sobre la mesa la
desigualdad en los cuidados. Las expertas alertan de la necesidad de
repensar las relaciones laborales y atajar la crisis de los cuidados que
se apoya sobre el trabajo gratuito de las mujeres.
A Katha el anuncio del Ministerio de Sanidad y de la Comunidad de
Madrid sobre el cierre de los centros educativos la sorprendió en medio
de la presentación de un informe. Un evento multitudinario en donde
«todo el mundo se tocaba, besaba y se abrazaba». Se presentaba
precisamente un documento sobre mujer, ciencia e innovación. El
encuentro acabó una media hora después de que Isabel Díaz Ayuso, la
presidenta de Madrid, desgranara las principales medidas: se suspenden
las clases de 0 hasta la universidad por dos semanas.
»Una de las cosas que más me llamó la atención fue que a pesar que en el evento participábamos hombres y mujeres, las que hablábamos y pensábamos qué íbamos a hacer con los niños éramos sólo mujeres. La mayoría afirmaban que iban a necesitar la ayuda de las abuelas», explica Katha.
En su caso el salvavidas serán sus suegros, «como siempre», aunque
reconoce que esto lo hace a costa de su suegra, que es que realmente
tira del carro. «Yo soy consultora autónoma y viajo mucho», cosa que
sería impensable poder realizar sin ninguna ayuda familiar con sus hijos
de 9, 7 y 4 años. «Mi marido intenta poner mucho de su parte, pero también tenemos estereotipos, ¿sabes?«, reconoce.
Para esta empresaria independiente de origen alemán y ligada al mundo de la judicatura, las medidas anunciadas este lunes llegan tarde.
«Trabajo a nivel internacional y ya desde hace varios días me habían
cancelado varios viajes y conferencias, mientras que en Madrid se
seguían haciendo hasta este fin de semana grandes eventos de altísimo
nivel y de pronto el lunes se cierra todo», afirma.
En el caso de Silvia, será ella quien se encargue de los niños
mientras dure en cierre de los colegios. El hecho de estar sin trabajo
en la actualidad no ha dejado duda sobre quién se encargará de los
cuidados. Relata que hasta el año pasado trabajaba en una ONG, pero su
padre enfermó y tuvo que pasar varias operaciones. «Pasé un tiempo
complicado intentando conciliar trabajo, niños y cuidados, hasta que al final me echaron del trabajo«. Bajada del rendimiento laboral, le dijeron.
Tras todo este proceso acabó con una hernia de la que se operó y está
a punto de recibir el alta médica. «Estaba empezando a buscar trabajo,
pero ahora con los niños en casa es imposible».
«Yo estoy de baja médica aún, pero la Comunidad de Madrid no les facilita el trabajo a distancia. ¿Cómo hacemos? Alguien tiene que cuidar a los niños«.
«Siempre
ocurre igual. Las que teletrabajamos o nos cogemos bajas laborales para
cuidar somos las madres. Tengo una amiga en ADIF que se acaba de
incorporar al trabajo después de haber sido madre por segunda vez. Les
han comunicado que tienen que teletrabajar ¿Pero cómo lo va a hacer con
un niño de cuatro años y un bebé de 10 meses? El teletrabajo está bien
cuando los niños están en el colegio. Pero si los tienes en casa el
rendimiento no puede ser igual», afirma Silvia.
Ángeles tiene dos. El mayor de nueve y el menor de siete. Su empresa
acaba de decidir que, como medida de prevención, se trabaje desde casa.
«Voy a dejar a los niños con mis suegros. Una medida que no me parece ni
medio normal, porque ya sabemos que las personas mayores son las más
vulnerables al virus y que los niños son los mayores transmisores».
«Así que para mí es una gran responsabilidad dejar a los niños con mis suegros y pensar que uno de ellos pueda contagiarse.
Yo cuento con la ventaja que puedo teletrabajar, algo que muchísimos
profesionales no pueden hacer. Pero imagínate la carga de trabajar en
casa teniendo dos niños pequeños encerrados todo el día y que se irán
subiendo por las paredes… «, explica.
Falta de previsión y efectos de los recorte
Para Camen Castro, economista feminista, lo que esta crisis pone
sobre la mesa es la falta de previsión y los efectos que han tenido los
recortes. «Si no se hubieran recortado los servicios públicos y de
atención sanitaria, probablemente el problema tendría otra dimensión»,
afirma.
Las economistas feministas llevan tiempo advirtiendo de que el
sistema de organización es un sin sentido. Que es necesario humanizar
las relaciones laborales, que hay que repensar el presentismo en las
empresas con un cambio de cultura empresarial que prime la conciliación y
los cuidados. «Es un sinsentido en clave ecológica y de conciliación de vida el tener que desplazarse para ir a reuniones en lugar de usar sistemas de videoconferencia».
Si nos encontramos con este lío ahora, explica Castro, «es porque
estamos funcionando totalmente a espaldas de tomar conciencia de cómo
atendemos las necesidades de cuidados».
«Lo preocupante es que el cierre de los centros de día de los
mayores y de los colegios supone una reprivatización de los cuidados.
Vuelve a colocarse la carga de cómo se atiende esto en lo privado, en lo
doméstico, en las mujeres. Supone seguir insistiendo en los cuidados
gratuitos».
Para esta economista lo que estamos viendo es que, ante el riesgo, se retira todo lo público cerrando los centros.
Lo que se propone es un aislamiento en los entornos domésticos y la
búsqueda de soluciones individuales por parte de los entornos
familiares. Es decir, la sinergia del sistema patriarcal, que recae
fundamentalmente sobre las mujeres. No sólo por la carga mental, a la
que aluden muchas mujeres por la responsabilidad de pensar cómo lo van a
hacer con los cuidados, sino también por la dedicación física y la
energía que les requiere, explica Castro.
Para la antropóloga y educadora social, Yayo Herrero, lo que el
coronavirus está poniendo de manifiesto es la crisis de cuidados que
existe. «Que el sistema es tan vulnerable y frágil que cualquier
problema de este tipo muestra cómo se desmorona todo».
Resalta que teletrabajar y tener a los niños en casa es una auténtica
locura, pero que el teletrabajo tampoco está al alcance de muchas
personas, porque muchos empleos no lo permiten. «Inevitablemente, gente precaria va a terminar tirando de los abuelos, que son población de riesgo«.
«Lo que necesitamos son sociedades que cuando decimos que pongan la
vida en el centro, las pongan de realmente. Es decir, que la jornadas
laborales sean mucho más cortas, que el trabajo esté repartido de otra
forma diferente y todo el tema de la corresponsabilidad, porque ahora
hay un montón de mujeres haciendo todo topo de cábalas para ver como se
organizan los últimos 15 días. También hay algunos hombres, peor son
mayoritariamente mujeres», explica Herrero.
«El trabajo mental de ver que se hace recae en ellas. Es muy
corriente que la organización recaiga sobre ellas y eso
agota tremendamente. En algunas declaraciones que he visto se
hablaba directamente a ver cómo se iban a organizar las mujeres. Como
que es su tarea y su obligación».
Para Herrero va a ser necesario hacer una reflexión tras el
coronavirus para analizar cómo es posible que un riesgo así «mejore
todos los indicadores ecológicos, lo que es un disparate. Pero también
evidencia el tremendo riesgo que corre la sociedad y muchas personas
ante una crisis de cuidados evidente; quién cuida y quién se queda sin
cuidar y también la fragilidad del modelo económico».
«Hay un montón de gente que trabaja en PYMES que 15 días sin facturar
o facturando lo mínimo, los coloca en una tremenda fragilidad. Los
equilibrios son tan precarios que al final la vida está en riesgo
permanente. Y esto que estamos viviendo lo pone de manifiesto», concluye
Herrero.
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