La Universidad Pedagógica
Nacional lleva ya cerca de 20 días en un paro activo determinado por
los trabajadores administrativos. El 17 de febrero, mediante un
comunicado a toda la comunidad, explicaron que decidieron ir a paro
debido a un total desinterés de las autoridades demostrado durante cerca
de ocho meses en los cuales la sección DIII-47, reiteradamente, planteó
los problemas que enfrentan los trabajadores de base, puntualizaron
textualmente que
incluso se han violentado los derechos humanos y laboralesy hacen un
enérgico llamado a la Rectoría para que tome cartas en el asunto y resuelva los problemas.
Es decir que durante varios meses los trabajadores realizaron las
gestiones necesarias frente a las autoridades de segundo o tercer nivel
sin resolver ni avanzar en alguna solución y, por tanto, tras realizar
asamblea general, acudieron a una medida extrema para buscar la
intervención de la Rectoría como la responsable central de la conducción
de la universidad.
Salta a la vista que la primera pregunta es: ¿era necesario llegar a
este extremo? Seguramente, piensa uno en una lógica elemental, una
autoridad debería resolver los conflictos y no dejarlos prolongarse
hasta que estallen bajo formas de confrontación directa. Y esto lo
pensaría uno con más razón, porque estamos en la 4T y a las autoridades
las vino a instalar un secretario que se autodefinió como comunista en
activo.
A estas alturas para muchos de los académicos que llevamos más de 30 años en esta particular institución
desconcentraday que hemos pasado por numerosos
conflictos, léase huelgas, paros, movilizaciones y hasta un fallido congreso, esta situación nos recuerda punto por punto a todas las anteriores. Conocemos ya el manual para no-atender los conflictos o para prolongar la conflagración y desgastar a los actores. La actual rectora, Rosa María Torres, en su proceder nos recuerda pauta a pauta al ex rector Jesús Liceaga, que nos lle-vó al conflicto más enconado y largo de la institución, la huelga de los académicos del 97.
El manual de procedimientos de las autoridades para desgastar conflictos reza así:
1. Dejar correr las demandas por los infinitos vericuetos
burocráticos y esperar a que los actores se cansen. En este caso ya son
nueve meses.
2. Diferir a toda costa la intervención de la máxima autoridad para
preservarla. En este segundo punto nuestra rectora fue inconmovible.
Pasaron ocho días del paro y ella seguía participando en un acto en
Monterrey sin presentarse en la UPN. Algunos académicos firmamos un
segundo comunicado planteándole directamente a la rectora que conocíamos
de su inexperiencia político-administrativa al frente de instituciones y
su poca formación en este campo. Sin embargo, al aceptar la
responsabilidad del cargo, lo menos que se podría esperar es que con un
mínimo de sensatez se presentara al diálogo y, con conocimiento de los
problemas, delineara alguna propuesta para iniciar. A ocho días del paro
no había ni siquiera fecha de reunión.
3. Refugiarse en recovecos legaloides para
escurrirle al bulto, como se dice coloquialmente. El increíble retraso llevó a que los otros dos sectores afectados por el paro, contrariamente a lo esperado por las autoridades, se incorporaran a la movilización para exigir respuesta. En este sentido es que administrativos, estudiantes y académicos se desplazaron hasta la SEP para presionar. La SEP emitió un comunicado señalando puntualmente que las autoridades de la UPN tienen plenas facultades para resolver los problemas de la institución. A lo cual la propia Rectoría respondió que no las tiene, que somos un organismo desconcentrado y es la SEP la que tiene dichas facultades. Realmente increíble y lamentable que una académica-rectora desconozca todo el trabajo tenaz para construirnos como un espacio responsable, capaz de gestionar sus problemas internamente, a pesar del constante embate del SNTE y SEP.
4. Establecer diálogos circulares sin salida. Este es el último de
los dispositivos de desgaste para imponer falsas soluciones. Se
despliegan diversas tácticas como son presentarse con soluciones
parciales, no enfrentar ni acreditar los problemas reales, controlar el
diálogo bajo sus condiciones, descalificando y cuestionando a los
representantes. Esto es lo que ha venido sucediendo en las recientes
mesas de diálogo. La última información nos reporta que al pedir la palabra una académica, como parte de la comisión ampliada de la comunidad, le fue negada y ella se retiró, según el comunicado de las autoridades y de acuerdo con la delegación sindical, el 4 de marzo se suspendió la mesa debido a las
constantes provocaciones y descalificaciones hechas por la representación de autoridades de la UPN y de los subsecretarios de educación superior hacia los integrantes de la delegación sindical y de la Comisión Negociadora en torno a si teníamos las facultades para estar en una negociación de este tipo. Así, con apoyo de la Subsecretaría, las autoridades empantanaron el díálogo de nueva cuenta.
*Investigadora de la UPN. Autora de El Inee
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