La Jornada
A primera vista parece que la pandemia es bastante democrática en los estragos de salud y sociales que perpetra. Se dice que nadie se encuentra exento de ser alcanzado por ella y en cierta medida es cierto. Cuando se analizan los datos aparecen tendencias que señalan mayor contagio y letalidad entre la población más desfavorecida económicamente. En contraste con las evidencias hasta hubo quien, en el colmo del delirio, aseguró que era un mal de ricos y quelos pobres estamos inmunes
. Así, libre de rubor, lo sentenció el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa.
Condiciones prexistentes se conjugan con la transmisión del virus en sectores de la población que tienen escaso o nulo acceso a tratamiento médico. En la muy cosmopolita Nueva York, la ciudad con más casos de contagio y muertes en Estados Unidos, la pandemia está golpeando con mucho mayor poder a las poblaciones afroamericana y la que llaman hispana. Son las de menores ingresos económicos, inestabilidad laboral, menor acceso a recursos sanitarios e información que les haga tomar mejores medidas de autoprotección. En la Ciudad de México es en Iztapalapa donde hay mayor número de casos activos (es decir, personas que no se han recuperado, pero tampoco han fallecido). En este rubro no solamente Iztapalapa es líder en la capital del país, sino que al momento de escribir las presentes líneas ocupa la misma posición por municipio en todo el país (https://bit.ly/2VpvZ0C).
El confinamiento es otro agujero que muestra debilidad en el tejido de la red mexicana. Para comenzar, un altísimo porcentaje de la población no tiene otra opción productiva más que la de salir a trabajar en las calles u otros espacios públicos. Con la súbita baja de clientela en tales lugares la merma en el ingreso de quienes laboran en el sector informal de la economía (55 por ciento de la población ocupada) y que genera poco menos de un cuarto del producto interno bruto del país) se ha tornado en factor adverso para quedarse en casa y así resguardarse del contagio. De poder permanecer enclaustrados, millones de connacionales carecen de condiciones que hagan más o menos llevadero el encierro. Para la gran mayoría el hacinamiento y falta de servicios (sobre todo de agua) hace castigante la permanencia hogareña.
La lista de carencias crece y lacera con inclemencia a la niñez, mujeres y ancianos. Sin espacios vitales y acceso a medios digitales, los infantes no pueden seguir cursos por Internet o Tv. Su rezago escolar será mayor y si los centros escolares representaban una alternativa de socialización distinta a la del paupérrimo hogar, ahora el encierro en condiciones exasperantes resulta en angustia y desesperación. En cuanto a las mujeres, ya diversas organizaciones han denunciado el incremento de la violencia doméstica y dado que los esfuerzos gubernamentales están enfocados a enfrentar los estragos de la pandemia, el desamparo de quienes sufren agresiones encuentra escasa reacción institucional. Por su parte la población de la tercera edad no tiene el entorno familiar idílico que algunos románticamente gustan pintar. La mayoría sufre hostilidades de quienes supuestamente deberían dar asistencia y cuidados.
La red de agujeros debe ser rehecha, volverla a diseñar para que sea protección permanente. Su fragilidad es evidente en tiempos de enfrentar la emergencia sanitaria y económica de estos días. Cuando los ataques del Covid 19 amainen debe ser inaplazable tejer personal, comunitaria e institucionalmente la nueva red que proteja, sobre todo, a quienes solamente les queda el resguardo de servicios públicos eficientes. Habrá que hallar, más bien impulsar, soluciones creativas en el horizonte económico que nos espera, el cual, todo apunta, será con menores recursos presupuestales. La solución no está del todo en mejorar sustancialmente la recaudación tributaria, pero sin crecimiento de la misma la tarea de reconstrucción tiene ominoso horizonte. México es el país con más baja recaudación de la OCDE. Mientras el promedio recaudatorio de las naciones que componen el organismo es de 34 por ciento del PIB, nuestro país levanta 16 por ciento.
Vulnerabilidad de Telmex. Desde el viernes en la noche no tengo Internet. Considero que dicho problema lo padecen más usuarios de Telmex, razón por la cual expongo el caso aquí. En el número telefónico de la empresa responde una grabación, que repite una y otra vez esperar en la línea para ser atendido. Después de varios minutos la llamada se corta. Por chat he reportado la falta de servicio y tras preguntarme cuál es el problema paso a describir el mismo. Después de cinco días la falta persiste.
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