Iván Restrepo
Las colonias Roma Sur,
Hipódromo y Condesa fueron, hasta fines del siglo pasado, apacible
hogar de familias donde vivieron y viven artistas diversos: Cristina y
José Emilio Pacheco, Juan Gelman, Saúl Kaminer, Carmen Gaitán y Federico
Campbell, los Taibo, Fernando Vallejo y David Antón, Chac, Ana María
Jaramillo y José María Espinasa, Myriam Moscona, Nacho Toscano, Eduardo
Legorreta, Enrique Strauss, Rosa Nissán, Rogelio Cuéllar, Pedro
Valtierra, Yolanda Montes Tongolele, Humberto Mussachio, Juan
Soriano y su compañero Marek. Lugar de llegada de las familias
expulsadas de Europa por el fascismo, con el sismo de 1985 decenas de
ellas y otras familias se trasladaron a otras áreas de la ciudad.
Desde fines del siglo pasado se convirtieron en lugar preferido para
establecer negocios: restaurantes buenos, regulares, pésimos y para
lavar dinero; cafeterías, panaderías y pastelerías, heladerías, bares,
cervecerías; mezcalerías, tiendas de conveniencia, hospedajes tipo
B&B, veterinarias, ferias en el parque México, BarberShop,
florerías, sexshops. Esa transformación se hizo sin la menor
planeación urbana, dejando que la especulación inmobiliaria les quitara
el sabor de barrio que tuvieron por décadas. Un intento por lograr la
convivencia de residentes y nuevos giros mercantiles lo hizo el probo
Jorge Legorreta cuando presidió la delegación Cuauhtémoc. No lo
continuaron sus sucesores.
Como fruto, vino el cierre de pequeños negocios ante la imposibilidad
de pagar las rentas elevadas que les exigían: farmacias, reparadoras de
calzado y artículos de cuero, mercerías, reparadores de llantas, venta y
reparación de artículos eléctricos, recauderías, tiendas de abarrotes,
entre otros. Además, no pocas viviendas se convirtieron en oficinas o
las derrumbaron para construir edificios de departamentos con pisos más
allá de lo permitido legalmente. El uso del suelo a merced de grupos
inversionistas hermanados con funcionarios corruptos.
Con los nuevos negocios se crearon empleos fijos y temporales.
También llegó el crimen organizado (con una que otra víctima mortal), la
prostitución, los vendedores ambulantes y la instalación de puestos
callejeros en los que se expende comida, frutas, verduras, muebles;
aparecieron los franeleros que separan lugares para estacionar coches,
pues en las tres colonias sólo una parte cuenta con parquímetros y
estacionamientos; las Marías y sus hijos, los músicos callejeros, cientos de visitantes y varias personas en situación de calle.
El sismo de 2017 marcó otro mal momento para esas colonias: decenas
de edificios de departamentos quedaron seriamente averiados y fueron
derribados. Otros requirieron cirugía mayor para no venirse abajo.
Muchos damnificados aún no resuelven el problema de vivienda. Por la
actual pandemia, la Condesa, Hipódromo y Roma Sur están virtualmente
desiertas. Algunos restaurantes brindan servicio de comida para llevar y
los menos esperan comensales que no llegan. Sólo abren las tlapalerías,
expendios de helados, pan, las tiendas de conveniencia que acabaron con
los pequeños negocios; los supermercados, carnicerías y tortillerías.
Pero no en todos esos sitios se cumplen las normas establecidas por las
autoridades para evitar la propagación del virus. Aunque prohibido el
trabajo en la construcción, sigue en varios sitios sin medidas de
protección.
No se escucha en las noches el que vende
deliciosos y ricos tamales oaxaqueños, que no lo son. De vez en cuando la bocina del comprador de lavadoras, refrigeradores, secadoras, hornos y otros utensilios. Siguen funcionando expendios de comida en la calle que son foco de contagio y camino a la obesidad. Como los ubicados en Tamaulipas y Alfonso Reyes, o en las inmediaciones de la Unidad Familiar del Seguro Social, en la calle de Tlaxcala e Insurgentes Sur. Con el agravante de que estos últimos tiran al drenaje el aceite que utilizan.
La actual pandemia sume en la crisis económica a las tres colonias.
El apoyo gubernamental para salir de ella debe incluir una estrategia
por medio de la cual residentes, los dueños de comercios y servicios, y
las autoridades citadinas logren establecer medidas adecuadas que
permitan convertirlas en ejemplo de un auténtico desarrollo urbano.
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