La crisis de la influenza que azotó a México hace 10 años fue mucho peor de lo que se admitió. Hasta 9.5 millones de mexicanos se infectaron del virus AH1N1 durante la pandemia y hasta 8 mil fallecieron, cifra superior a los mil 289 decesos y 72 mil 546 casos oficiales y reconocidos el 29 de junio de 2010, cuando el gobierno federal levantó la alerta, arrojó una investigación del Instituto Nacional de Salud Pública.
Esta semana se cumplen 10 años del mensaje en cadena nacional en el que México fue alertado por el gobierno federal de la crisis de influenza y, a la distancia, surgen nuevas cifras que apuntan a que las autoridades ocultaron datos para evitar un pánico generalizado.
Mauricio Hernández, ex director del INSP, explicó que un equipo de investigadores y epidemiólogos encontró las nuevas cifras al rastrear actas de defunciones de la época y expedientes, comparar los datos con reportes epidemiológicos, publicados en la base de datos oficial de la Secretaría de Salud –conformada con una “fracción pequeña de casos confirmados”.
Ahí brotaron las discrepancias. La base de datos oficial de Salud reportó de abril hasta el corte en noviembre de 2009, 64 mil 19 casos de contagios confirmados, 11 mil hospitalizaciones y 558 decesos causados por la nueva cepa pandémica de origen porcino, y 14 meses después, cuando se puso fin a la alerta, el 29 de junio de 2010, el acumulado fue de 1 mil 289 decesos y 72 mil 546 infectados oficialmente.
Actualmente la base de datos de epidemiología reporta desde 2010 a 2019 un acumulado de 50 mil 198 contagios y 3 mil 700 defunciones.
La investigación del INSP de abril a noviembre de 2009 reportan hasta 9.5 millones de personas contagiadas, algunas con síntomas leves y otras, severos; unas 31 mil hospitalizaciones y hasta 8 mil defunciones.
Hernández no tiene dudas. Se “manipularon las cifras, notificaron lo que quisieron, y espero esto cambie en este gobierno, que se notifique lo que es y no un mínima muestra, un cachito”; por ese “maquillaje no se puede dimensionar tampoco la letalidad. Calculamos que es de 20 por ciento y, en las salas de urgencias, cuando estaba la emergencia, llegó a ser de 60%.
“Creo que maquillaron (datos) para no afectar el turismo. Se debe de informar los riesgos”, agregó tras referir que “la falta de diagnóstico también se debió a que era costosísimo efectuar la prueba a personas con síntomas leves”.
Aunque aclaró que la Norma Oficial no obliga a diagnosticar todos los casos, en México se carecía de lo esencial, solo había en “el Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica una sola máquina de PCR –que detecta de inmediato el virus y su cepa–, por eso se mandaban aviones de la Fuerza Aérea Mexicana con muestras a Canadá y Estados Unidos para llevar el conteo de casos”.
México no estaba preparado para enfrentar esa emergencia sanitaria. Se tenía un plan de contingencia para blindar al país de la amenaza externa, de la gripe aviar AH5N3, pero no para hacer frente a un virus que surgió en el país o fue el primero en detectarlo.
Como ex secretario de prevención y promoción de la Salud en 2009, Hernández fue el encargado de informar al secretario de Salud, José Ángel Córdova sobre los casos atípicos de neumonías e infección respiratoria graves en San Luis Potosí, en el entonces Distrito Federal, Veracruz y Oaxaca, así como, de los resultados de las biopsias pulmonares enviadas al Laboratorio Nacional de Microbiología de Canadá, que revelaron la nueva cepa y lo cual derivó a que el 23 de abril se cancelaran las clases y luego se impusieran medidas de distanciamiento social generales.
Las muertes en ese periodo, abundó, también se debieron a la falta de pericia médica. “No estaban capacitados para el manejo de respiradores o se carecía del equipo, además, el tratamiento para controlar la enfermedad estaba almacenado y no estaba listo para darse a la población.
“Hubo falta de pericia, de equipo y de medicinas. ¿Por qué digo falta de medicamento?, el Tamiflú (oseltamivir) no llegó oportunamente, porque lo teníamos en una presentación líquida, en jarabe, para población infantil y hubo que reconstituirlo, reempaquetarlo como cápsulas para adulto”, detalló tras referir que cuando ya se contaba con el tratamiento “los médicos se negaban a darlo.
“Nos falló hacer accesible el Tamiflú en el primer nivel de atención. Yo creo que si ahora hay otra epidemia, tendríamos que poner especial atención en cómo surtimos el primer nivel de medicamento y cómo capacitamos a los médicos para que lo hagan adecuadamente”, dijo Hernández.
Los hospitales padecieron carencias de equipo, falta de preparación y capacitación, de insumos, de respiradores para evitar el deterioro de las personas. Además, los partidos políticos y empresarios acusaron a México de montar un show para desviar la atención sobre la elección ganada por Felipe Calderón y las protestas de Andrés Manuel López Obrador.
“En el país había un ambiente político complicado, se sospechó que el Presidente inventó estos datos para inhibir el descontento por el resultado de las elecciones, había desconfianza. A nosotros, la Secretaría de Salud nos pedía las listas de defunciones e iba el Cisen a verificarlas. Calderón hizo su equipo de asesores y nosotros no estuvimos ahí”.
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