Comedor comunitaria abierta por mujeres trans en México
(49 días de confinamiento)
“La información es la única manzana de Eva”.
Paco Ignacio Taibo II
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El
30 de abril, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell contestó a
niños preguntas sobre el coronavirus. Ya que se recomienda el lavado
constante de manos con agua y jabón, una niña le sugirió hacer una
vacuna de jabón. ¡Una implacable lógica infantil! Ya tenemos nuestra Mafalda mexicana.
Los programas de mayor nivel de audiencia –el inefable rating—, las mañaneras del
presidente Andrés Manuel López Obrador y las del Dr. López-Gatell, en
las tardes, tienen como escenario el Palacio Nacional, y su causa es el morbo.
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Además de ser el vocero oficial sobre
la epidemia, el Dr. Gatell es un subsecretario de Prevención y
Promoción de la Salud visiblemente preocupado, ya que el país padece un
grave problema de diabetes, hipertensión y obesidad (que pone en mayor
riesgo o vulnerabilidad frente al Covid-19), y que, en definitiva, es un
problema de salud pública, por el abandono y sustitución de la dieta tradicional, que lleva a una mala alimentación, con altos índices de desnutrición debido a la ingesta de comida chatarra,
con exceso de azúcar, sal y grasas, con escaso o nulo valor
nutricional, pero con eficientes sistemas de promoción y publicidad.
A partir de la importación del estilo estadunidense, en la que sobresale la comida, como se aprecia en la proliferación de franquicias de las grandes cadenas de alimentos chatarra (que viene del inglés junk food). Sin olvidar que, en vez de tomar agua de frutas de temporada, de las cuales el país es rico y abundante, preferimos beber las aguas negras del imperialismo
(mi primer artículo para una revista, a principios de la década de los
setenta), de las cuales somos los primeros consumidores en el mundo, por
encima de Estados Unidos, su país de origen.
Llegamos a los días críticos para México, en los que se alcanzará el pico de la epidemia, que, ojalá, no rebase la capacidad hospitalaria, siempre y cuando la gente siga el consejo: Quédate en casa, que representa un lujo y privilegio.
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Después
de más de un mes de verlo y escucharlo por televisión y radio, el Dr.
Gatell se ha vuelto un personaje tan entrañable como cualquier personaje
de telenovela o serie televisiva, de aventuras o de médicos, a la
altura del Dr. Kildare o el Dr., House. Con un estilo pedagógico, cada
noche, y a veces también en la mañana, nos mantiene al día respecto a la
evolución de la pandemia (global) / epidemia (local). Entre mapas,
estadísticas y gráficas, basados en modelos matemáticos. “Cubre bocas
sí, cubre bocas no; qué tanto protege, y cómo ponérselo”, son preguntas
elementales que todavía se hacen.
Gráficas que nos dicen
que nos hallamos en franco ascenso hacia la cumbre, el pico, en cuanto a
los casos positivos, enfermos y defunciones (¿subestimadas?). Del otro
lado, fuera de cuadro, una pendiente que nos habla del desplome de la
actividad económica, en caída libre. La pandemia en la cima y la economía en la sima.
Prosiguen los reclamos de que se regrese a la normalidad. ¿A la de la desigualdad y exclusión, o a la de la igualdad y fraternidad, que, junto a la libertad, constituye la triada de la Revolución Francesa (1789), la revolución burguesa por excelencia? Una libertad que, con el tiempo, se transformó en libertinaje, para beneficio de unos cuantos (one percent).
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A
Estados Unidos le urge que entre en vigor el TMEC, el tratado comercial
que tiene suscrito con Canadá y México, que sustituye al TLCAN (Tratado
de Libre Comercio de América del Norte), a fin de restablecer las
cadenas de valor, interrumpidas por la expansión de la pandemia, para
poder competir con Europa y China (el enemigo, para un obsesivo Trump, y que por los tiempos será el primer país en recuperarse). El significado de cadena
es que un producto no se fabrica totalmente en un solo país, sino que,
en nuestro caso, se reparte entre los tres países: desde la búsqueda de
materias primas hasta su venta al público, pasando por su transformación
industrial. EU busca mantener abiertas sus empresas en México, a pesar
de que los trabajadores se están enfermando y muriendo (The Washington Post, 5/1/2020).
El papel de México en este proceso es vital, ya que se traduce en menores costos de producción
en términos de productividad y diferencia salarial en cuanto a la
relación peso-dólar. Así, por mejor pagado que esté un obrero o empleado
mexicano, estará por debajo de lo que reciben en Estados Unidos y
Canadá.
Cifras de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), con sede en París y que preside el
mexicano José Ángel Gurría, revelan que, entre la treintena de países
que la constituyen, y aun entre los de América Latina, México ocupa el
último lugar en términos salariales. Aquí, un trabajador en la economía
formal, recibe 14 mil 187 dólares anuales, contra los 45 mil 813 de un
trabajador en Canadá y los 57 mil 55 dólares en Estados Unidos. México
no sólo es cola de león (OCDE), sino cola de ratón (AL).
En
un documental alemán sobre las relaciones comerciales entre Europa y
Estados Unidos, se pone de ejemplo al NAFTA (nombre en inglés del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte), antecedente del TMEC.
La cuestión principal es la diferencia salarial. En los estados que constituyen el Cinturón Industrial en EU, que pasó a ser el cinturón de óxido,
en los últimos 20 años los salarios apenas crecieron seis por ciento.
En las empresas que llegaron a México se aprovecharon de la brecha salarial:
en una maquiladora de Ciudad Juárez, el salario promedio es de 97 pesos
diarios (la octava parte de lo que se percibiría en EU).
Donald Trump, desde que fue candidato presidencial (y todavía hoy que busca su reelección), hizo de la pérdida de empleos una bandera política,
por el cierre de plantas y la migración de capitales a espacios con
menores costos y donde las leyes (en materia laboral y ambiental) son
más laxas, particularmente a México.
Aquí se inserta el
problema de la migración indocumentada, que acepta salarios por debajo
del legal y que desplaza a mano de obra estadunidense. Esta visión nacionalista y xenofóbica le
atrajo a Trump simpatías y votos, que lo condujo a la Casa Blanca;
visión que, cuatro años después, sigue utilizando en su beneficio.
Hay de violencias a violencias, que en estos días se exacerban, y que forman parte de la canasta básica noticiosa. A la violencia que se vive desde hace tres sexenios, incluyendo las desapariciones (más de 60 mil) y casos de feminicidio, siempre hay que tener en cuenta la violencia estructural, por las condiciones propias de vida y trabajo. Igualmente, en Estados Unidos, no hay que olvidar las otras violencias y crisis, como la del consumo de drogas (Daily Beast, 5/3/2020). Una más de las múltiples vías de la integración México-Estados Unidos.
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Este
año no hubo conmemoración del Día del Trabajo en el mundo (excepto en
Estados Unidos, que lo hace el primer lunes de septiembre), de lucha en
las calles, en recuerdo a los mártires de Chicago (1886), que
se alzaron en huelga en demanda de mejores condiciones de vida y de
trabajo (como hoy). De los seis trabajadores condenados a morir en la
horca (efectuado un año después, hecho del cual fue testigo José Martí,
como corresponsal del diario argentino La Razón), tres fueron periodistas y uno, tipógrafo.
Un
informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT): “El
Covid-19 y el mundo del trabajo”, advierte que casi la mitad de la
planta laboral, es decir, mil 600 millones de personas, podrían perder
su trabajo, particularmente los que se encuentran en la economía
informal, que sobreviven en condiciones precarias (Peoples Dispatch, 5/1/2020).
En
México, la mayoría de la planta productiva del país caen dentro de la
denominación de Mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas), que
ocupan entre una y hasta cien personas; muchas de ellas de carácter
familiar y que carecen de acceso al financiamiento bancario.
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Una de las tesis a revisar es la de las relaciones interpersonales, a distancia, así como las interfamiliares, en el estrecho espacio de la casa; espacio íntimo, que se creía exclusivo de la mujer ama de casa, reina del hogar, siguiendo el esquema machista patriarcal. Un espacio que se ve, de repente, invadida por el resto de la familia, origen de manifestaciones de violencia doméstica. Pero, también, es un espacio redescubierto de convivencia, y una oportunidad de descubrir talentos, como los de la cocina…
No
obstante, los llamados a la fraternidad, donde la publicidad y la
propaganda se hermanan, los índices de violencia, dentro y fuera de la
casa, no cesan. En un solo día, hay menos muertos por la epidemia.
En
la década de los 50 y 60, hace setenta o sesenta años, el aparato de la
televisión –signo inequívoco de la pertenencia a la clase media—
ocupaba el centro de la sala o del lugar de reunión familiar. Hoy, las
alternativas de medios y contenidos en entretenimiento e información se
han multiplicado, pero ambos se han convertido en uno sólo. Aun las
noticias más dramáticas se nos presentan con un halo de espectáculo. Al
respecto, otro motivo de preocupación del Dr. López-Gatell es el de la desinformación. Una resultante contraindicada de la sobreinformación.
La galería noticiosa sobre el coronavirus es tan diversa y abrumadora que llegamos a un punto de saturación,
que busca respuestas, pero también comportamientos. Desde “¿por qué y
cómo apareció el coronavirus?” hasta “¿qué mortal será?” Una
preocupación mayor es: “¿Cuánto durará la cuarentena?; pregunta ésta,
más que por proteger la salud, sobre todo para reactivar de inmediato a
las economías.
¿Cómo será el mundo post coronavirus? ¿Qué tan diferente? ¿Regresaremos a la normalidad?
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“¿A poco no nos debemos unos a otros la vida?
“Eso son deudas poco serias. Las de juego sí son serias. La vida no se debe”.
(Paco Ignacio Taibo II. Retornamos como sombras. Joaquín Mortiz. México. 2012)
https://www.alainet.org/es/articulo/206372
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