Sylvie Le Bon, la compañera e hija adoptiva de Simone de Beauvoir, decidió –al fin– la publicación de "Las inseparables", una novela escrita en 1954 que recrea y analiza la amistad de Simone, niña y adolescente, con Elisabeth Lecoin, a la que en sus obras llama "Zaza". Sylvie conocía el manuscrito desde 1986, el notable retraso en su publicación es todo un misterio. 34 años. Las Éditions de l´Herne anuncia la obra para lo que los franceses llaman cada año: "El regreso literario", en el mes de octubre. 17 países compraron ya los derechos para su publicación.
El título lo eligió Sylvie, era la manera en que profesoras y compañeras de Simone
y Elisabeth se referían a ellas en las aulas del Cours Desir, una
escuela religiosa para hijas de la burguesía en el barrio de Saint
Germain, muy cercana al departamento en donde creció la escritora. Zaza pertenecía a la burguesía adinerada, Beauvoir a una familia de orígenes burgueses en decadencia económica. En sus conversaciones con su (excelente) biógrafa Deirdre Bair, Beauvoir retomó esas mismas palabras: "Las inseparables". Zaza, aún muerta, nunca dejó de ser una especie de alter ego herido de Beauvoir.
Ese destino mortal que podría haber sido el suyo de no haber tenido la
fuerza necesaria para las más aparatosas rupturas. Y, ¿cómo podría haber
sido una Zaza libre, capaz de sostener sus elecciones, capaz de actuar aún en contra de su entorno?
En "Memorias de una joven formal", el primer tomo de su autobiografía, Zaza es un personaje inolvidable. Brillante, divertida, revoltosa, leal. En distintos momentos de su obra Beauvoir
regresa a la figura de su entrañable amiga, narra la influencia que
tuvo en ella, la ambivalencia de los sentimientos que las unían y lo que
consideraba su incapacidad para encontrar las palabras justas para
"revivirla". Zaza murió de encefalitis a los 21 años. El párrafo final de ese primer tomo
está dedicado a su desaparición prematura. Es allí donde leemos las
frases: "Luchamos juntas contra el destino repugnante que nos esperaba".
Y, el estremecedor: "Creí que había pagado mi propia libertad con su
muerte".
Las/los lectoras/es de Beauvoir hemos esperado por décadas esta "novela" que sabíamos por múltiples referencias que había sido escrita, pero que no quedaba claro si aún existía. Sartre leyó las páginas apenas terminadas, Beauvoir
describió en "La fuerza de las cosas", a qué punto al filósofo le
pareció poco interesante. Decidió guardarla. Según narra Sylvie, heredera (por adopción) de los derechos de autor de la obra de su compañera, en sus últimos años Beauvoir destruyó los manuscritos que le parecían impublicables. Con respecto a esta novela sólo dijo: "Haga con ella lo que considere correcto". Zaza y Simone coincidían en su rechazo a las estrictas reglas que la educación conservadora imponía a las mujeres. En apariencia, su amiga era la más rebelde de las dos.
A través de Simone, Zaza
conoció a Maurice Merleau-Ponty. Se enamoraron. La familia Lecoin no
aprobó su relación y el padre revivió una turbia historia que
involucraba la "honorabilidad" de la madre del filósofo y amenazó con
hacerla pública. La relación terminó. También la obligaron a abandonar
sus estudios y concentrarse en la búsqueda de un "matrimonio
conveniente". Beauvoir atribuyó la muerte de Zaza
a las renuncias que su amiga estuvo dispuesta a aceptar para no perder
la aprobación de su familia y el amor de su madre, con quien sostenía un
vínculo de una muy particular intensidad.
Con respecto a la publicación tardía de la "novela": "Simplemente otros textos prioritarios se atravesaron en el camino", dijo Sylvie en entrevista con el New York Times.
"Por lo cual llegó ahora a sus novelas". Pero, claro, ¿quién y a partir
de qué consideraciones elige lo que es "prioritario"? La importancia de
Zaza en la vida de Beauvoir fue tal, que es en ella en quien piensa cuando conoce a Sartre
y siente que, por fin reencuentra ese "entendimiento" privilegiado que
fue el centro de su relación con su amiga de adolescencia. "Revivir a Zaza", escribió Beauvoir en más de una ocasión. Será un viaje largamente anhelado, la posibilidad de revivirla con ella.
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